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lunes, 2 de junio de 2014

LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL...¿PERO ES VERDAD QUE LA ESPERANZA HA MUERTO?




Lucía Sánchez Saornil, poetisa, militante anarquista y feminista española. Siendo escritora, no figura en los libros de literatura. Siendo política, no aparece en los libros de política.

Feminista y anarquista, no podía concebir la subordinación de la lucha de la mujer a la de clases. Creo “Mujeres Libres”, la rama feminista de la CNT. Precursora del ultraísmo y pionera de la exhibición del deseo homosexual femenino en poesía.


Nace, un 13 de diciembre de 1895, en el seno de una familia pobre del barrio de las Peñuelas de Madrid. Su madre y un hermano, murieron muy pronto, quedándose ella al cargo de su padre y una hermana. Ello limitó su formación académica, que después de la escuela pública tuvo que compaginar sus estudios de pintura en la Academia de Bellas Artes de San Fernando con su trabajo como telefonista.
En el ambiente cultural de la Academia de Bellas Artes empezó a relacionarse con la vanguardia literaria de la época, decantando su producción en poesía. En 1918 publica sus primeros versos en la revista literaria “Los Quijotes”.
Su producción poética en sus inicios tiende a ser modernista, no destacando excesivamente. Con la excepción de sus creaciones eróticas dedicadas a la belleza femenina, que son apreciados por su fuerza y originalidad. Creaciones de amor lésbico que publica bajo el seudónimo masculino de Luciano de San-Saor.

Lucia se centra de lleno en el ultraísmo (1), movimiento del cual es fundadora y en el que participa activamente, muestra de ellos es su coparticipación en el Manifiesto ultraísta publicado en la revista Cervantes en el año 1919. Durante esa época también publica en las revistas “Grecia”, “Tableros”, “Plural”, “Manantial” y “La Gaceta Literaria”. Es considerada la única representante poeta de este movimiento, aunque como a muchas mujeres, es obviada de antologías del ultraísmo que ni la mencionan. Algunos de los poemas más notables de aquella época son “Cuatro Vientos” o “Elegía Interior”. 

La primera que trazó un breve perfil biográfico de Lucía Sánchez Saornil fue Lola Iturbe, aunque algunos datos (fechas de nacimiento y expediente en la Telefónica) están equivocados. Entró a trabajar como operadora telefonista en 1916. Alternó esta ocupación escribiendo poesía en revistas literarias, debutando el mismo año en Los Quijotes (1916-1918) en Grecia de Sevilla, Cervantes, Ultra, Plural, etc. Fue tal vez ya en esa época que Lucía conoce o empieza a interesarse por el anarquismo. Con su mayor implicación en el movimiento anarquista, a partir de los años 20, cesa su creación poética experimental y se vuelca en hacer una exposición lírica con visos reivindicativos.


Lucía Sánchez Saornil como anarquista convencida, considera que la Republica es una farsa proveniente de la burguesía que una vez conseguida hay que derribar.
Su militancia, en el seno de la Central Telefónica de Madrid, le acarrean represalias (21/9/1927, traslado al Centro Interurbano de Valencia) y, finalmente, el despido antes del advenimiento de la república. Imposible, en este artículo, detallar todos sus avatares en la Compañía Telefónica, ni el célebre conflicto de la misma, que duró años y resurgió con pujanza en la huelga nacional del 6 de junio de 1931, en la que activamente participó Lucía.

Con su mayor implicación en el movimiento anarquista, a partir de los años 20, abandona la poesía para dedicarse a la actividad política en el seno del movimiento anarcosindicalista. Participó en diferentes conflictos sociales dentro de Telefónica. En 1927 se trasladó a Valencia, donde colaboró en varios periódicos anarquistas como Tierra y Libertad y Solidaridad Obrera. De vuelta a Madrid en 1929, prosiguió con sus actividades en el movimiento anarquista.
Su plena dedicación durante los años de la II Republica, hacen que en el año 1933 sea nombrada secretaria de redacción de la CNT de Madrid.


Su posición feminista se va reafirmando a lo largo de los años, como se puede apreciar en sus artículos publicados en este tiempo en “Tierra y Libertad”, “La Revista Blanca” y “Solidaridad Obrera”, donde defiende abiertamente que la lucha de la mujer no debe estar supeditada a la lucha de clases y donde insta a los anarquistas para que empiecen a liberar a las mujeres de sus prejuicios en sus propias casas. Pero igual que las diferencias ideológicas entre falangistas y republicanos los separan, los prejuicios machistas los acercan. El descrédito y la descalificación es lo que recibe Lucia Sánchez Saornil de parte de la CNT y la FAI.

Pero igual que las diferencias ideológicas entre falangistas y republicanos los separan, los prejuicios machistas los acercan. El descrédito y la descalificación es lo que recibe Lucia Sánchez Saornil de los jefes de la CNT y la FAI.
Antes de que de comienzo la guerra civil española, en el 36, Lucía, junto con Mercedes Comaposada y Amparo Poch, fundan la organización femenina “Mujeres Libres”, sección femenina de la CNT, en la que posteriormente se crea una publicación con el mismo nombre, de la que es editora y redactora. 

Esta organización que llegó a ostentar una afiliación de 20.000 mujeres al estallar la batalla nacional, fue desplazada de cualquier acción libertaria dentro del propio movimiento, donde única y exclusivamente le permiten acciones de intendencia. Durante este periodo belicista, Lucía escribe algunos poemas que son recogidos en el libro “Romancero de Mujeres Libres” que se publica en el año 1937, y diversos artículos en “Horas de Revolución” en 1938. 

En mayo 1938 ocupa la secretaria del Consejo General de Solidaridad Internacional Antifascista. Se traslada a vivir a Valencia donde se convierte en la redactora jefe del semanario “Umbral”, allí es donde conoce a la que se convirtió en su compañera, América Barroso, de la que ya jamás se separó. 

Se ha especulado mucho sobre la orientación sexual de la poeta y su posible homosexualidad, pero nunca se ha llegado a una conclusión satisfactoria. Rosa María Martín Casamitjana en la introducción de la antología de Sánchez Saornil ya señala la presencia de cierta ambigüedad en su obra: "Poemas amorosos en su mayoría, están atribuidos generalmente a un yo lírico masculino y dirigidos a un destinatario femenino, lo cual puede ser reflejo de una concepción absolutamente gratuita de la poesía, entendida como pura creación estética ajena a toda confesión sentimental y en la que el asunto amoroso es pretexto de sus inclinaciones lésbicas, sugeridas por alguno de los que la conocieron y desmentidas categóricamente por todos". 

Durante este periodo belicista, Lucía escribe algunos poemas que son recogidos en el libro “Romancero de Mujeres Libres” que se publica en el año 1937, y diversos artículos en “Horas de Revolución” en 1938.

En mayo 1938 ocupa la secretaria del Consejo General de Solidaridad Internacional Antifascista.

Se traslada a vivir a Valencia donde se convierte en la redactora jefe del semanario “Umbral”, allí es donde conoce a la que se convirtió en su compañera, América Barroso, de la que ya jamás se separó.

En 1938 con Enma Goldman.

Pasan juntas a pie la frontera en 1939 y, tras dos años en Francia, juntas la vuelven a pasar en 1941, huyendo del nacionalsocialismo alemán y para evitar la deportación a los campos de concentración. Se instalan en Madrid pero, tras ser reconocida Lucía, se trasladan aún más discretamente a Valencia, donde América trabaja en un consulado y Lucía retoca fotografías. Como nunca le gustó la publicidad, nadie más la reconoce y las dos mujeres van envejeciendo juntas, en un anonimato cuidadoso que sólo conoce el pintor Pedro de Valencia. El sentimiento de derrota absoluta lo refleja este verso: «Has jugado y perdiste: eso es la vida».

Tras diagnosticarle un cáncer, comienza una angustiosa cuenta atrás, invocando a Dios o insultándolo, según los días y el ánimo. En poemas como Esperanza y Sonetos de la Desesperanza, leemos «Quiero creer en Dios, quiero creer, / no me enturbiéis la fe que voy buscando»; y también «¿He de creer en ese Dios absurdo / ese Dios que hizo al hombre contrahecho?»

Tras la despedida elegíaca «Ya no veré altamares... sólo un puerto / de sirenas varadas que exaspera / mi ansiedad condenada a un punto muerto, / contar, pesar, medir lo que yo era», comparó su destino con el de la Victoria de Samotracia: «perderé como tú si se da el caso / la cabeza pero nunca las alas» y terminó su último soneto con el verso

«quiero serenidad para morirme».

Esta mujer que defendió los derechos de las mujeres, que luchó por las libertades en su frente anarquista, que militó en la vanguardia de todo durante las décadas de los años 20 y 30, falleció, en Valencia, el 2 de junio de 1970. América Barroso, su inseparable compañera hace poner como epitafio en su tumba “Pero… ¿es verdad que la esperanza ha muerto?

Lucia no dejó memorias, novela autobiográfica u otro documento escrito sobre su vida. Sólo algunos estudios sobre feminismo anarquista en la Guerra Civil, como los de Mary Nash en los 70 -publicados cuando Lucía había muerto-, intentaron rescatar su figura de un olvido voluntario y forzoso, del que finalmente no ha salido.





Fuente: Ciudad de mujeres; wikipedia


Texto extraído de :Hipatia, un espacio para la igualdad,Portal libertario Oaca

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