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jueves, 3 de marzo de 2016

LOS HECHIZOS DE LA HISTORIA

by Cecilia y Javi 

Cuando reflexionamos sobre la mujer, su rol histórico en la sociedad y la forma en la que se ha entendido su libertad, nos encontramos con un sinfín de realidades crueles, de mucha violencia y autoritarismo sobre el género femenino, su cuerpo, su mente y su identidad. Esta vez, hablamos de las “brujas” de Salem.

Ilustración: Javi
En sociedades tradicionalmente patriarcales y dominadas por hombres, las mujeres han sufrido históricamente todo tipo de violaciones a sus derechos. Los métodos de control que fueron utilizados a modo de legitimar un poder y una supuesta superioridad masculina no tenía (tienen) razón de ser. En el día de hoy nos reunimos en torno a esa palabra dura y difícil de comprender tan opuesta a la libertad: CONTROL.
Me interesa en estos renglones analizar la idea de control masculino sobre las identidades, sobre los cuerpos y las mentes de las mujeres desde un punto de vista social, entendiendo que siempre que fue necesario las sociedades establecieron maneras de justificar ciertas desigualdades y desequilibrios culturales, económicos o políticos. En el caso de las mujeres es significativo, pues mientras muchas minorías han logrado hacer valer sus derechos, hoy en día todavía se sigue manteniendo la creencia de que la mujer es el sexo débil, que se debe controlar su sexualidad y que se deben limitar las decisiones que cada una puede tomar sobre su propio cuerpo.

Uno de los fenómenos históricos que más me llaman la atención y que demuestran este irrefrenable deseo del hombre por ejercer el control sobre la mujer es el de aquellos tantisimos juicios que se llevaron a cabo en la ciudad de Salem, Massachussetts (así como también en otras ciudades de ese mismo estado) a fines del siglo XVII. Acusadas de brujería y de prácticas paganas que no coincidían con las religiones puritanas traídas desde Europa, muchas mujeres fueron expuestas a violentos juicios en los cuales hombres y mujeres supuestamente decorosos juzgaban la vestimenta de las jóvenes y decidían sobre su destino: la mayoría terminó siendo condenada a muerte por actos inmorales y de brujería. Solían ser arrestadas y condenadas el mismo día, claro está, sin posibilidad de defenderse o recurrir a ningún tipo de alegato. Varias de ellas antes de ser ejecutadas debieron pasar por histerectomías, operaciones en las cuales se les retiraba brutalmente el útero por considerárselo la fuente de todos los males.

Este caso particular nos habla de una situación excepcional que sin embargo fue la exacerbación de muchos valores que existían en menor medida en otras sociedades y que han dejado sin duda resabios hasta en las comunidades más avanzadas y modernas.
Algunos de ellos son las ideas sobre los poderes mágicos y oscuros que las mujeres pueden desarrollar en perjuicio de otros, sobre lo inmoral de su conducta, sobre lo inadecuado del comportamiento que cae por fuera de los parámetros considerados normales. La verdad es que para las comunidades puritanas como la de Salem estas mujeres representaban el descontrol, el miedo a perder capacidad de gobernarse bajo los valores éticos y religiosos, las licencias sexuales y libidinosas que llevarían a cualquier sociedad al caos absoluto. Ese miedo, esa falta de comprensión, esa necesidad de dirigir los cuerpos y las mentes femeninas justificaron semejante aberración y matanza.


Si bien hoy en día no podemos seguir hablando de una “caza de brujas” propiamente dicha, pongámonos a pensar por un momento, cuántas veces se hacen juicios sobre el comportamiento de las mujeres, sobre su forma de llevar la vestimenta o incluso su forma de relacionarse con otros.
Es común creer que una mujer decidida, que una mujer que no tiene miedo de decir lo que siente, o de disfrutar de los placeres de su cuerpo, es una mujer loca, desequilibrada, que busca llamar la atención y que debe recatarse para vivir en sociedad. Todavía muchas sociedades occidentales creen que la mujer debe guardarse al ámbito privado, por lo tanto aquella que se atreve a romper con ese mandato es una desfasada. Estudiar una carrera, tener una profesión, elegir no tener familia, seleccionar la vestimenta que más resalte su cuerpo, son todas acciones que no cualquier sociedad acepta para una mujer. Esas son también formas ocultas e invisibles de ejercer control sobre la libertad femenina, sobre las decisiones que podamos tomar sobre nuestra propia vida y destino.


Texto extraído de: Proyecto-kahlo

martes, 5 de enero de 2016

NOCHE DE REINAS MAGAS....


Si bien la historia oficial nos habla de la próxima llegada esta noche de los tres Reyes Magos, es importante recordar que han ido surgiendo otras informaciones que históricamente han cuestionado dicha versión. El periodista y profesor de la UAB, Pepe Rodriguez nos desvela en su libro Mitos y Tradiciones de la Navidad, cuestiones tales como que no han sido siempre tres los reyes magos a lo largo de la historia o que el rey Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI. ¿Porque no pensar por un momento que pudo haber alguna reina maga…?
No sería ninguna locura, puesto que las practicas y las evidencias de determinadas épocas de la historia no ofrecen ningún dato en contra de esta idea.

Así, diversos autores helenos o latinos, mencionan a las mujeres druidas, entre las que destacaría Eponina, sacerdotisa o guardiana de su culto.


En la Bretaña continental, Pomponio Mela recoge al menos a nueve mujeres que tenían la capacidad de emitír oráculos y profetizar el futuro y la mitología egipcia también da cuenta de la presencia de diosas entre las que destaca Isis, la "Gran Maga", diosa Madre, reina de los dioses, diosa de la maternidad y del nacimiento.
Más recientemente hemos sabido de las talladoras de santos de Puerto Rico a las que se llama “santeras”, y que no sólo tallan figuras de los santos reyes sino de las “reinas magas”.

La literatura universal también ha hecho mención al papel de las mujeres en la tradición de los reyes magos. Rubén Darío se pregunta “si en algún viejo libro, o en algún empolvado centón, habéis encontrado algo que se refiera a las mujeres de los tres Reyes Magos que fueron a adorar a Nuestro Señor Jesucristo “. Consultados los sabios, el creador de armoniosos sueños le aconsejó escuchar el cuento de otras tres Reinas Magas. Crista que nació para ser coronada reina de martirio era hija de una virgen y un obrero, y la noche de su nacimiento danzaron y cantaron alrededor del pesebre cien pastores y pastoras. Una estrella apareció sobre el techo del pesebre de mi alma; y, a la luz de esa estrella, llegaron a visitar a la recién nacida tres Reinas Magas.


Venían de países muy lejanos. La primera sobre una asna blanca, toda caparazonada de plata y perlas. La segunda sobre un unicornio. La tercera sobre un pavo real. La recién nacida recibió sus homenajes. La primera le ofreció incienso. La segunda oro, la tercera mirra. Una era la reina de Jerusalén, otra la reina de Ecbatana y la tercera la reina de Amatune.


O podemos quedarnos con la maravillosa versión de Gloria Fuertes en su obra Las Tres Reinas Magas, Gaspara, Melchora y Baltasara que arrodillándose ante el recién nacido recitan a coro ofreciéndole el puchero:


Sopitas de leche 
con pan y escabeche, 
que el Niño que nace, 
verás lo que hace. 

BALTASARA 
Verás cómo ama. 

GASPARA 
Verás cómo crece. 

LAS TRES REINAS 
Llevemos al Niño 
sopitas de leche 
con pan y escabeche... 


¿Os imagináis que estas historias hubieran sido relatadas por alguna mujer que se reconociera feminista? ¿Cuánto habrían tardado los nuevos machistas en vilipendiarla, ridiculizarla o simplemente insultarla?

BEFANA, típica figura de algunas partes de Italia. Su nombre deriva de la palabra epifanía, a cuya festividad religiosa está unida la figura de la Befana. Pertenece por tanto a las figuras folclóricas, repartidoras de regalos, vinculadas a las festividades navideñas.

Feliz Noche de reyes y reinas Magas.





miércoles, 2 de diciembre de 2015

FRAGMENTOS DEL FEMINISMO ANARQUISTA EN BOLIVIA: La choledad anti-estatal


El siguiente texto corresponde a un fragmento del capítulo III, del libro ‘LA CHOLEDAD ANTIESTATAL, El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano (1912-1965)’, de Huascar Rodríguez García. Se han suprimido las narraciones por parte de las protagonistas para evitar la reiteración y las notas de prensa. Para consultar el capítulo completo con más información y referencias, pueden hacer clic aquí.



Porque la organización de las mujeres es pues así:
nosotras mismas defendernos, nosotras mismas manejarnos.

Petronila Infantes*


Transversalmente a todo lo que ocurría desde la guerra del Chaco, la actividad de los sindicatos anarquistas de mujeres fue adquiriendo un rol protagónico y vanguardista generando diversas luchas autónomas en la etapa de cooptación y clientelismo del sindicalismo paraestatal y en la época de la restauración oligárquica. En efecto, la guerra ocasionó que las mujeres participen más activamente en la fuerza laboral y las convirtió en el sostén de gran parte de los hogares plebeyos, además de que las cholas fueron históricamente, casi por definición, un sector que habitualmente participó en actividades económicas que rebasaban el ámbito doméstico. Así, en el contexto de crisis inflacionaria y de abastecimiento que siguió a la guerra, las mujeres trabajadoras mestizas vinculadas con el artesanado estaban en mejores condiciones para una labor de reorganización rememorando la experiencia del Sindicato Femenino de Oficios Varios, es decir de la primera Federación Obrera Femenina (FOF).


El Sindicato de Culinarias



El proceso que desembocará en la reestructuración de la FOF se inicia con el nacimiento del Sindicato de Culinarias (SC) el 15 de agosto de 1935 en La Paz, organismo surgido a raíz de una prohibición municipal decretada a fines de julio, que proscribía a las cholas subir a los tranvías bajo el pretexto de que incomodaban a las “señoras” rasgándoles las medias con sus canastas y ensuciando sus costosos vestidos. Este hecho generó una reacción indignada entre las trabajadoras cocineras, quienes se concentraban masivamente en los mercados cuando iban a realizar las compras, y a partir de esta prohibición y la consiguiente movilización muchas cholas de los mercados se vincularon estrechamente con la recién reestructurada FOL, al punto que varias terminaron emparejadas con algunos folistas, como fue el caso de “Peta” que conoció a José Mendoza precisamente en el conflicto de los tranvías. En este trance también fue importante el asesoramiento que las antiguas cholas anarquistas brindaron a las nuevas sindicalistas, siendo así que “Peta” y otras resultaron convirtiéndose en discípulas de las experimentadas Catalina Mendoza –conocida simplemente como “Cata”– y Rosa Rodríguez.

La idea de internacionalismo y organización anarcosindical de “Peta”, constituida en la principal dirigente e impulsora del SC, era bastante clara y nos muestra la consolidación definitiva, en la mentalidad trabajadora, de la necesidad de evolucionar del mutualismo al sindicalismo.

Después de haber ganado en el conflicto de los tranvías con la municipalidad, el SC inició otra lucha contra la imposición de un denominado “carnet de sanidad” entre fines de octubre y principios de noviembre del mismo año. Ocurre que la guerra también había despertado temores sobre la propagación de enfermedades venéreas, fiebre tifoidea, malaria y otros males contagiosos por el retorno de miles de soldados y desertores de modo que, en alianza con el sistema médico vigente, los distintos gobiernos de la época empezaron a insistir en la higiene pública, enfocando su atención, sobre todo en la clase obrera y en las mujeres cholas (Larson 2004: 81). Como parte de esta política las elites, apoyadas por el gobierno, decidieron exigir un documento de salud a las cocineras o empleadas domésticas que debía tramitarse luego de un oprobioso chequeo médico en la “Policía de Higiene” –dependiente de la Policía Municipal–, que al mismo tiempo se encargaba del control médico de las prostitutas.

El SC también se opuso férreamente al carnet de identidad, debido a los cobros de dinero y también por las convicciones contra el control estatal que tenían las y los anarquistas. En el marco de esta lucha, a fines de 1935, las miembras del SC libraron un breve forcejeo con los agentes de seguridad del palacio de gobierno a los que vencieron y burlaron, logrando ingresar por la fuerza hasta el despacho del presidente.

Si a fines de 1935 las culinarias vencieron el intento de carnetización gubernamental, la lucha contra el carnet de salud se extendió hasta 1936 y ante esto el SC planteó que los patrones, en su condición de adinerados y por su disponibilidad de médicos personales, fueran quienes se encargaran de los chequeos necesarios al personal de las casas.

Durante la segunda mitad de 1936 algunos grupos de hombres culinarios intentaron adherirse a la organización, pero fueron rechazados debido a la cohesionada identidad femenina y radical del SC; frente a esto los cocineros se organizaron por su lado afiliándose a la FOT.

Ejerciendo su autonomía el SC, según se tiene dicho, asistió al Congreso Obrero de noviembre de 1936 con la intención de presentar sus demandas específicas, las cuales fueron adoptadas como resoluciones del evento. A partir de ahí su actividad fue creciendo así como el número de sus afiliadas entre mancapayas (vendedoras de comida en las calles y mercados), cocineras y empleadas domésticas gracias a la insistente labor de propaganda y sindicalización casa por casa que llevaba a cabo Peta; pero pese a ello pocas mitanis (empleadas indígenas sojuzgadas bajo relaciones de servidumbre en las labores) pudieron ser incorporadas al sindicato.

Hay que destacar que en aquella época existían distintos niveles de jerarquía en el personal encargado de las labores domésticas dentro los círculos de las clases dominantes y de las embajadas. Las culinarias que trabajaban en estos ámbitos por lo general sólo cocinaban, hecho que les facilitó mayor libertad de acción y mejores condiciones para asistir a eventos y reuniones.
En otras palabras las culinarias, al ser vendedoras de servicios especializados a la oligarquía, tenían un estatus laboral relativamente elevado en relación a otros trabajadores.

Esta condición duró con altibajos hasta 1952, pero no evitaba que en algunas ocasiones las trabajadoras culinarias sufrieran violencias simbólicas y físicas, tanto en las casas donde prestaban servicios como en las calles.

A pesar de todas las dificultades que tuvieron que atravesar, las culinarias generaron un fenómeno muy peculiar con su organización: si a un principio el sindicato era mal visto y rechazado por quienes contrataban a estas mujeres, posteriormente la susceptibilidad cambió y las cocineras sindicalizadas se convirtieron en las más requeridas y garantizadas por su honestidad y sobre todo por la calidad de su trabajo. Dicho de otra forma, la indudable importancia de la comida en la vida social fue lo que dio relevancia al SC en la aristocracia paceña alimentada por las cholas.

Además, como advierte Paredes Candia (1992: 239, 240), las cholas fueron las auténticas creadoras de la “cocina boliviana” inventando la mayoría de los platos llamados “criollos” e imponiendo buena parte de la comida que se ingiere en el occidente del país. Evidentemente, satisfacer los exigentes gustos de las elites no era cosa fácil, por lo que la comida elaborada por las miembras del SC no podía no ser de alta calidad. Así el sindicato, que a un principio aparentó ser perjudicial para sus afiliadas, pronto se convirtió en una verdadera ventaja que aseguraba una fuente permanente de empleo invistiéndose además de un gran prestigio y reconocimiento social.

La paradoja de trabajar en las casas de la oligarquía, y a la vez ser agitadora anarquista, ocasionó a Peta más de un incidente con sus contratantes. En una ocasión hasta el propio prefecto de La Paz, para quien trabajó por un tiempo, tuvo que sacarla de la cárcel pues de otro modo se quedaba sin comida.

El paulatino nacimiento de otros sindicatos femeninos impulsados por el SC y afiliados a la FOL ocasionó nuevos conflictos, especialmente en los mercados, y costó mucha represión e incluso la muerte de una trabajadora de base llamada Francisca Loayza.

En 1937, recordando los dos años de su fundación, el SC emitió un manifiesto redactado por Peta que, aparte de repasar las luchas libradas hasta ese momento, expresaba la imagen de proletarias que las culinarias tenían de sí mismas debido a su carácter de trabajadoras asalariadas.


Las Floristas


A mediados de la década de los 30 muchas mujeres de los estratos pobres incursionaron en los mercados buscando generar más ingresos para su economía desgastada por la crisis y la guerra. Con el repentino engrosamiento del sector de vendedoras surgió la demanda de construcción de nuevos espacios de venta, más aún cuando, a fines de 1935, un desborde del río Choqueyapu arrasó con todo el antiguo mercado que hasta entonces había funcionado en inmediaciones de la Plaza San Francisco: la riada causó la muerte de una treintena de personas y la mayoría eran vendedoras de flores e hijos de éstas (Dibbits y Volgger 1989: 21). Tal desastre generó una gran indignación en las mujeres que quedaron sin puestos de trabajo y a la vez impulsó, en mayo de 1936, la conformación de la Unión Femenina de Floristas (UFF) bajo la dirigencia de Cata Mendoza. Esta nueva organización centró sus esfuerzos inicialmente en la realización de las gestiones necesarias ante la alcaldía para que se construyan nuevos mercados, los que fueron levantados finalmente entre 1937 y los primeros años de la década de los 40. La demanda de mercados fue muy sentida por estas mujeres porque gran parte de ellas eran “senteras”, es decir vendedoras asentadas en las calles, razón por la que a menudo sufrían los atropellos de las autoridades municipales que las exaccionaban y reprimían debido a la “ilegalidad” de la venta callejera. Pero la UFF no se limitó a exigir mercados, también contribuyó, junto con el SC, a la formación de nuevos sindicatos nacidos entre 1938 y 1940.

Dicha apertura y adaptabilidad hizo que las floristas continúen organizadas aún después de la desaparición de la FOL, constituyéndose en la base de la FOF durante la última etapa de vida de la matriz femenina.


Mercados, abusos y desabastecimiento



Después de varias solicitudes y reclamos la gradual construcción de nuevos mercados paradójicamente resultó contraproducente para las vendedoras pobres, ya que con el pretexto de la existencia de los mercados la alcaldía dispuso el desalojo de quienes vendían en las calles. La disposición era evidentemente injusta pues la gran demanda de lugares de venta excedía la disponibilidad que los mercados ofrecían, además de que la distribución de los nuevos puestos favoreció a ciertas cholas potentadas que tenían estrechos contubernios con las autoridades, produciéndose así una serie de abusos contra las recoveras sindicalizadas. Tal situación provocó grandes movilizaciones de las vendedoras más pobres durante agosto de 1938, quienes vivían diariamente bajo la amenaza del desalojo de las calles donde ofrecían sus productos.

Pero las mujeres que organizaron estas protestas no estaban solas en su lucha: pronto encontraron acogida en el local de la FOL y su movilización halló eco en la prensa popular de la época.

La dirigencia folista se identificó rápidamente con las demandas de las organizaciones femeninas y en el afán de apoyarlas denunció enérgicamente los abusos infligidos por violentos gendarmes municipales, abusos que iban desde detenciones en celdas mojadas hasta la destrucción de productos, llegando incluso al robo de altas sumas de dinero.

El manifiesto concluía con varias exigencias como la venta libre de frutas, flores y verduras en los lugares callejeros de costumbre, la rebaja del centaje –una suerte de impuesto– para el abaratamiento del precio de los productos, la devolución del dinero y de los artículos robados y destruidos y finalmente la destitución de los gendarmes represores.

Dos años después los conflictos continuaron y los distintos sindicatos femeninos se dieron cuenta que ya tenían la fuerza suficiente para aglutinarse en una organización matriz propia; fue entonces cuando decidieron refundar la antigua FOF durante alguna fecha desconocida de 1940, manteniendo la afiliación a la FOL pero llevando una vida autónoma en sus decisiones y acciones.

A los diversos sindicatos de recoveras se sumó un grupo de contrabandistas agrupadas bajo el nombre de Sindicato de Viajeras al Altiplano (Peredo 2001: 91), en cuya constitución la colaboración de Cata fue de gran importancia. Dicha organización, que logró reunir a más de un centenar de afiliadas, nació para defender a las viajeras de los atropellos que sufrían por parte de autoridades aduaneras y camineras.

Este singular sindicato era nómade ya que se desplazaba actuando tanto en la ciudad de La Paz como en los caminos y en la frontera con Perú. Las viajeras también hicieron gestiones ante las autoridades para reparar carreteras y caminos, y de este modo mejorar sus condiciones de viaje porque concebían su actividad como un servicio a la colectividad. Esto se ve en su exigencia para acceder al derecho de aguinaldo como todos los demás trabajadores.

La siguiente lucha femenina de magnitud se desarrolló a raíz del encarecimiento de los precios en los productos del campo y en los artículos de primera necesidad entre 1940 y 1941. El fenómeno de la escasez de productos –junto a la elevación del costo de vida característica de la etapa postbélica– se debió básicamente a la disminución de la labor agropecuaria, resultado directo de la movilización del campesinado en la guerra del Chaco.

Este encarecimiento que favorecía a los terratenientes fue adjudicado a la supuesta especulación de las recoveras, por lo que las autoridades desataron una nueva ola de agresiones contra ellas, generando por supuesto malestar e inquietud: el último mes de 1940 la FOF entregó un pliego petitorio a la Cámara de diputados en el que se pedía alguna respuesta sobre el tema de la especulación y se rechazaba un nuevo intento de implantar los carnets de identidad y de sanidad.

El diario Inti del 13 de diciembre comprueba esto señalando además que la FOF en ese momento contaba con cinco mil mujeres afiliadas. Pero como las autoridades no respondieron a las demandas la federación femenina decidió en asamblea recurrir al propio presidente Peñaranda mediante una carta elaborada en marzo de 1941.
La indiferencia gubernamental continuó, como también continuaron la represión y las exacciones de que eran objeto las vendedoras por parte de los policías municipales, situación que provocó finalmente otra “toma” del palacio de gobierno.

Peñaranda no tuvo otra opción que acceder a una entrevista personal con las aguerridas cholas para escuchar directamente sus demandas y preocupaciones.

La FOF planteaba que se tomen medidas para que los hacendados vendan al por menor sus productos y que lo hagan directamente al público, y también exigía la rebaja de un 50% en todos los artículos de primera necesidad. Sin embargo las autoridades soslayaron estas demandas y las radicalizadas cholas amenazaron con decretar una huelga de gran magnitud; entonces Peñaranda anunció que se entrevistaría nuevamente con las sindicalistas, pidiendo que para esta oportunidad vayan solamente unas cuantas mujeres del pueblo y no toda la Federación, como lo hicieron en pasados días (Inti 23 de marzo de 1941, cit. en Dibbits y Volgger 1989: 37).

Empero, después de la segunda reunión el presidente indicó que no quería ningún control sobre la venta de los productos del campo, obviamente para no afectar los intereses de los terratenientes. De esta manera no se tocaron las causas de fondo del problema de la subida de precios y continuaron los abusos, las multas y la especulación que beneficiaba claramente a los comerciantes mayoristas, a las maestras mayores y a los latifundistas.

La FOF entonces no tuvo otro camino que dirigir sus esfuerzos contra los efectos de la crisis, es decir contra los ultrajes y maltratos de que eran víctimas las sindicalistas a manos de la policía municipal. En esta lucha defensiva ganaron la batalla contra el intendente municipal Max Murillo Bocángel, conocido por sus abusos, quien ante la presión de la FOF tuvo que renunciar a su cargo en abril de 1941.
Otra demanda planteada por la FOF durante aquél año fue la construcción de guarderías gratuitas, necesidad muy sentida entre las trabajadoras, particularmente en las integrantes del SC, quienes a través del envío de oficios a la Cámara de diputados consiguieron que se construyan las llamadas
“casas-cuna”.

Durante el tercer mes de 1943 se libró una nueva lucha, esta vez contra el intendente Alejandro Irusta igualmente acusado de malos tratos, personaje al que las mujeres de la FOF también hicieron renunciar mediante movilizaciones y denuncias que costaron grandes esfuerzos y el apresamiento de Cata Mendoza. Sucede que en esta ocasión los envíos de cartas a las autoridades estuvieron acompañados de una huelga en los mercados que ocasionó la intervención de las fuerzas represivas y un gran escándalo, dado que las cholas tiraron agua jabonosa en las calles empedradas y empinadas por donde bajaban algunos policías cuyos caballos resbalaron arrojando a sus jinetes. El conflicto vanguardizado por la UFF causó la alarma de las clases dominantes.

Si bien la movilización a la larga consiguió su objetivo, es decir la renuncia del intendente Irusta ocurrida recién en junio, el precio fue el apresamiento de Cata quien, identificada como la máxima instigadora de las protestas, fue duramente apaleada por los carabineros durante su detención y luego encerrada en una de las clásicas celdas vacías y mojadas instaladas en los antros policiales. Ante esto José Mendoza, totalmente indignado, se hizo presente en la policía acompañado de algunos folistas para reclamar la libertad de su hermana, pero allí se le informó que ella debía cumplir un arresto de varios días. José expresó sus reparos ante tal determinación y los policías tuvieron que sacarlo a golpes en medio de un ruidoso tira y afloja entre los folistas y los agentes del orden. El periódico La Noche, atento a toda acción “subversiva”, publicó en sus páginas un comentario acusando a José de “faltar a la autoridad”, al mismo tiempo que la Radio América informaba, mediante la voz de un cura, sobre la “indisciplinada y revoltosa actitud” del carpintero folista en las oficinas de la policía.

A partir de estos sucesos la casa de José se mantuvo rodeada de agentes y carabineros que lo vigilaron y hostilizaron durante más de una semana mientras la Radio América continuaba acusando al carpintero de agitador y de omiso. Por su parte José envió una carta al director de La Noche denunciando el arresto injusto y los maltratos que sufrió su hermana, y a la vez solicitando el cese de la campaña mediática contra su persona. Dicha carta fue publicada en el periódico La Calle correspondiente al 7 de abril de 1943, tras lo que la situación se relajó un poco.

Con todas estas acciones podemos ver cómo los mercados se convirtieron en los espacios más importantes para las actividades sindicales de la FOF, siendo también los lugares principales de confrontación contra los agentes del Estado a los que las mujeres organizadas resistieron y derrotaron en más de una ocasión.


Del amor, la combatividad y la solidaridad


Un nuevo frente de acción de la FOF fue la lucha por la conquista de ciertos derechos para las mujeres, como el derecho al divorcio absoluto y la plena igualdad entre hijos legítimos e hijos naturales, planteamientos que no tardaron en provocar el escándalo entre beatas y mujeres católicas de las clases dominantes.

Respecto de las relaciones de pareja y de la independencia de las mujeres frente a los hombres, varias integrantes de la FOF, por ejemplo Peta y Cata, se destacaron por su modo libertario de pensar y vivir su cotidianidad. En el caso de Peta, ella se había casado cuando era muy joven y su marido, un canalla, desapareció dejándola con dos hijos; pero después de esa experiencia decidió practicar el “amor libre” con José Mendoza.

Estas convicciones ampliamente difundidas entre las mujeres de la FOF estaban estimuladas por las prédicas ácratas y pronto tuvieron eco en los hombres folistas quienes muchas veces se sentían interpelados e incómodos, aunque entre éstos existían también algunos radicales como el peluquero Francisco Carvajal…

Al parecer el discurso anarquista hizo que las relaciones entre hombres y mujeres sean respetuosas y horizontales, como señala Peta. No obstante, ello no impedía en algunos casos discusiones abiertas en el seno de la FOL, como cuando Rosa Rodríguez se opuso a su marido, Carlos Calderón, en una votación interna durante 1936 sobre una posible alianza con la FOS, instancia departamental de la CSTB.

La autonomía de las mujeres fue tan plena que en 1946, estando la FOL en su último proceso de reorganización, algunos dirigentes manifestaron la sospecha de que la FOF estaba actuando “fuera de la norma sindical libertaria”, sospecha registrada en un libro de actas rescatado por Lehm y Rivera.

Esto revela que no todos se sentían cómodos con la vitalidad organizativa de las mujeres. Sin embargo la importancia de la combatividad femenina en el movimiento fue reconocida, admirada y apreciada por varios dirigentes folistas.

Debido a la combatividad de las mujeres folistas los socialistas de la FOS, estrechamente vinculados con los regímenes de Toro y Busch, intentaron en más de una ocasión cooptarlas para su organización.

Las pretensiones de los dirigentes de la FOS para cooptar a las mujeres anarquistas continuaron. A consecuencia de esto el SC sufrió una división en 1944 ocasionada por Felipa Ramírez, cocinera convencida por los socialistas que formó otro sindicato de culinarias afiliándolo a la FOS; mas el nuevo organismo no pudo arrastrar tras de sí al grueso de las miembras del SC original y tuvo una trayectoria irrelevante. Debido a la existencia de la entidad femenina paralela, el SC anarquista cambió de nombre en 1945, denominándose desde entonces Sindicato Cultural de Culinarias.

Por otro lado, y al igual que en el resto de los sindicatos anarquistas, la rememoración de los primero de mayo tenía un gran arraigo en las mujeres de la FOF, fecha que también servía para recaudar fondos haciendo efectivo el principio de autogestión y autonomía económica que pregonaban los libertarios. En esa lógica la FOF preparaba escarapelas rojinegras, estampitas de la organización y algunos comestibles para la venta durante el día recordatorio de los mártires de Chicago. Los primero de mayo eran considerados sagrados por anarcosindicalistas como Felipa Aquize, quien asumía una actitud agresiva pateando las canastas de las mujeres que trabajaban durante aquella fecha sin rememorarla. Efectivamente, las mujeres folistas asumían un papel importante en las movilizaciones del primero de mayo.

Incluso cuando la FOL y la FOF dejaron de existir algunas dirigentas, particularmente Felipa Aquize, continuaron acudiendo sagradamente a las concentraciones de los primero de mayo hasta cuando eran ancianas. Al mismo tiempo esa fecha era aprovechada para realizar veladas culturales en las que se preparaban números musicales y sesiones teatrales apoyadas por jóvenes artistas entre los que se destacaba Líber Forti.

Muchos de estos eventos eran organizados por el “Centro Cultural Libertario Manko Cápac”, una suerte de coalición cultural de los y las anarcosindicalistas que funcionó desde fines de la década de los años 30. Pero hay que precisar que las actividades culturales desarrolladas por la FOF y la FOL no se circunscribían únicamente a los primero de mayo, pues se realizaban igualmente durante los cambios de directivas o en los aniversarios de los sindicatos.

Siguiendo la línea folista de la educación popular la FOF funcionó a la vez como una escuela y organizó su biblioteca con una gran diversidad de libros que, por el incentivo y ayuda de distintos compañeros y compañeras, servían para alfabetizar a las mujeres que no sabían leer ni escribir.

La FOF también participó de la “Semana de la Cultura Femenina” durante noviembre de 1944 organizada por la Federación de Sociedades de Cultura Femenina, entidad que supuestamente aglutinaba a mujeres de diversa extracción social, pero que estaba compuesta básicamente por sufragistas liberales y ramas afines. En este evento surgió un conflicto cuando las cholas libertarias iban a presentar su ponencia, debido a la rivalidad del sindicalismo marxista femenino liderizado por Angélica Ascui, quien tenía el deliberado propósito de monopolizar la representación de las trabajadoras. Pese a las discrepancias y a la hostilidad de las “señoras” la FOF se hizo oír, planteando que el oficio de culinaria sea reconocido como profesión y que se debía efectivizar de una vez por todas el trabajo de ocho horas para el sector.
Casi tres años después el gobierno de Hertzog dio a conocer la posibilidad de que el voto para las mujeres fuera una realidad, falsa promesa que emocionó por un momento a grupos de feministas y sufragistas aristócratas. Frente a este espejismo la FOF se manifestó en los siguientes términos:

También en esta oportunidad, la Federación Obrera Femenina […] da el grito de alerta a la mujer boliviana, y denuncia la trampa que tiende la burguesía para deslumbrar con su oropel a las clases verdaderamente sometidas […]. La tal trampa consiste en la concesión del cacareado voto femenino, que al igual que el masculino, tenderá a que los pobres elijamos a los pastores de siempre, gobernantes al fin, que legislarán y ordenarán para conservar las cadenas que hoy nos aplastan […]. Venid, todas las mujeres esclavas del Estado, del Capital, del Clero, hagamos y formemos la gran masa compacta que izando muy alto la libertaria enseña Roja y Negra, vayamos a la conquista de una sola Patria Grande, donde todos serán hermanos, compañeros, sin amos, sin leyes y sin autoridad (“F.O.L.”. Nº 1. Primero de mayo de 1947).

Hay que destacar igualmente que la represión y el desprecio colonial de que eran víctimas las cholas libertarias estimuló sus relaciones de solidaridad: la organización no era solamente su instrumento de lucha, sino también una fuente de apoyo para las compañeras que caían enfermas o que atravesaban por cualquier problema.

La gran cohesión anarcosindicalista se debía a las profundas relaciones afectivas entre las integrantes de la federación femenina, lo que dio a la organización una sólida unidad en todas sus acciones. Así se explica cómo las militantes de la FOF resistieron los intentos de división que pretendió llevar a cabo el brazo efectivo del sindicalismo paraestatal materializado en la FOS. Además, los estrechos vínculos que las cholas sindicalistas desarrollaron entre sí crearon también un ambiente de familia, pues sus hijos e hijas eran considerados “sobrinos” y “sobrinas” de todas, de modo que los niños también las llamaban “tías”. Sobre el mismo tema es igualmente notorio que los lazos de solidaridad de las mujeres folistas desterraron de sus círculos de influencia al individualismo competitivo y mercantil tan característico en muchas vendedoras de los mercados actuales.

Respecto de la independencia organizativa, podría creerse que los sindicatos femeninos estaban subordinados a las instancias masculinas de la FOL desde donde aparentemente se elaboraba la doctrina y las consignas que eran repetidas mecánicamente por las mujeres. Pero una mirada avizora de los testimonios nos muestra claramente que las folistas asimilaron la doctrina a su modo y la adaptaron a su propia realidad. Y es que, siendo menos susceptibles a las discusiones teóricas del anarquismo, las cholas llevaron adelante sus luchas de forma casi espontánea, partiendo de necesidades y vivencias básicas, inmediatas y cotidianas, como por ejemplo el derecho al transporte público, la necesidad de nuevos espacios de trabajo en los mercados, el reconocimiento a los hijos naturales y legítimos, el derecho al divorcio y la prioridad de detener la violencia de las autoridades municipales. Hay que tener en cuenta también que el funcionamiento orgánico de la FOL estaba basado en el principio anarquista del federalismo según el cual cada federación es autónoma, premisa que evidentemente se llevó a la práctica con la FOF y con la Federación Agraria Departamental (FAD) de la que hablaré en el siguiente capítulo. Esta relación de horizontalidad se ve reflejada en las convocatorias para varias movilizaciones en las que la FOF, la FOL y la FAD aparecen a un mismo nivel jerárquico. Entonces, lejos de un utilitarismo de los sindicatos masculinos sobre la FOF, lo que existía era una estrecha relación recíproca y de apoyo mutuo, fortalecida por lazos sentimentales y de parentesco establecidos entre varios miembros de las distintas organizaciones libertarias.

A propósito, también es pertinente señalar que hubo presencia femenina en la máxima dirección de la FOL; por ejemplo en 1930 Rosa Rodríguez ocupó la secretaría de relaciones laborales y en 1940 Peta la secretaría de actas. En otras palabras podría decirse, con Ximena Medinaceli (1989: 162), que el activismo y la identidad ideológica de estas mujeres implicaron la pertenencia a una organización inicialmente femenina, y por ampliación –sólo después– a una organización matriz que fue mixta y englobaba a todos. Si bien es cierto que una influyente actuación masculina colaboró con la organización de las mujeres en momentos constitutivos, tanto en 1927 con la primera FOF, como en 1935 con el nacimiento del SC, también hay que considerar que paulatinamente las trabajadoras se “liberaron” de esta influencia para volverse a encontrar con los hombres en condiciones más horizontales, convirtiéndose incluso en la vanguardia de la FOL durante la primera mitad de los años 40, cuando eran ellas quienes encabezaban ciertas movilizaciones mientras los varones las seguían por detrás. Sin duda fue esta actitud valiente y desenfadada lo que posibilitó a las dirigentas el reclutamiento de centenares de mujeres que asistieron disciplinadamente a reuniones, actos y veladas culturales durante varios años. Además, las diversas vicisitudes y triunfos del movimiento anarcosindical femenino transformaron profunda y significativamente las existencias de sus integrantes, al punto de que en algunos casos las activistas abandonaron parcialmente el sinfín de responsabilidades domésticas de sus hogares en aras de un más efectivo servicio a las luchas sociales, pues estas luchas hicieron de la FOF una instancia que mejoró la calidad de vida de sus afiliadas.

Por otra parte, como señala Larson (2007: 371), desde la primera década del siglo XX las elites dominantes necesitaron responder a las necesidades del incipiente orden capitalista convirtiendo a los campesinos y cholos en trabajadores disciplinados, imponiendo el control municipal sobre el espacio público y las “invasoras” economías populares, y extendiendo el control sobre las formas de organización familiar, las prácticas sexuales, la instrucción moral y la higiene. Tales políticas, que no resultaron del todo efectivas, siguieron existiendo después de la guerra del Chaco y fueron resistidas por el anarcosindicalismo femenino con relativo éxito. Por ello la FOF se convirtió en la vanguardia popular de una agitada plebe urbana que empezó a disputar a las autoridades el espacio público y el control de las economías informales.

En fin, todo lo anteriormente narrado sólo constituye una síntesis de los distintos avatares de las cholas anarquistas, personas sencillas que lograron construir un inédito y combativo movimiento el cual, en algunas manifestaciones, llegó a contar con la presencia de hasta cinco mil mujeres, según ciertos periódicos de la época. Pero evidentemente no se trataba de un movimiento cualquiera, ya que sus actuaciones y demostraciones públicas acarrearon no pocos escándalos entre la asombrada población señorial de La Paz acostumbrada a ver a las cholas únicamente como sirvientas y mitanis. De hecho, las clases dominantes paceñas pronto se sintieron impotentes y temerosas ante el gran despliegue de autovaloración y autoafirmación de las folistas, que se enorgullecían de su condición india-mestiza, desafiando así a toda la sociedad racista y patriarcal del momento. Fue precisamente la identidad chola, atravesada por dimensiones de etnia, clase y género, la que imprimió a las luchas de estas mujeres el sello único que las caracterizó y las diferenció de otros movimientos.

Por todo lo dicho puede decirse que las cholas libertarias consiguieron en su tiempo una importante posición social como nunca antes –ni después– lo hiciera ningún otro grupo de trabajadoras en el país.


*Petronila Infantes nació en La Paz el 29 de junio de 1911 y murió el 8 de octubre de 1991. Culinaria de profesión y conocida simplemente como “Peta”, Infantes fue una de las más destacadas cholas anarquistas cuya extraordinaria capacidad organizativa fue muy importante para la FOL: en 1935 fundó el Sindicato de Culinarias y en 1940 reorganizó junto a otras mujeres la segunda FOF, entidades que serían la base de la central anarcosindical desde el fin de la guerra hasta 1946. Se casó muy joven y producto de esa unión problemática tuvo dos hijos (Alicia y José Enrique), pero no mucho después escapó de su marido. Años más tarde fue compañera sentimental de José Mendoza, con quien también tuvo otras hijas.La reconstitución de los sindicatos libertarios femeninos se inicia el mismo año de la conclusión de la guerra, en 1935, y va a desembocar en el restablecimiento de la FOF. Como sugieren Dibbits y Volgger (1989: 9,10) hay que recordar y diferenciar las dos etapas generales de esta federación: primero la FOF fundada por Rosa Rodríguez, Catalina Mendoza y Susana Rada –entre otras– en 1927, cuyas actividades se vieron interrumpidas por la guerra del Chaco, y después la FOF refundada en 1940 y existente hasta 1965 de la que hablaré a continuación. Esta segunda FOF se caracteriza por dos subetapas: 1) hasta 1952 cuando todavía estaba afiliada a la FOL y 2) cuando desaparece la FOL y la federación femenina se afilia a la Confederación de Gremiales –adherida a la COB (Central Obrera Boliviana)– existiendo hasta 1965.

Texto extraído de; noticiasyanarquia

viernes, 25 de septiembre de 2015

LA POLÍTICA SEXUAL, EL SURGIMIENTO DEL ESTADO Y LA CONTRAREVOLUCIÓN (Notas sobre la prostitución), Silvia Federici

"El mundo entero necesita una sacudida"


Los siguientes fragmentos corresponden a la parte final del capitulo 1, "El mundo entero necesita una sacudida", del Libro Calibán y la Bruja de Silvia Federici. Recomiendo no hacerse una idea cerrada del pensamiento federiciano sobre la prostitución a partir de estos fragmentos, pues a lo largo del libro, Silvia Federici continúa abordando el tema de la prostitución desde diversas perspectivas. Las ilustraciones y leyendas corresponden a la edición original del Libro. Salud. N&A

A finales, no obstante, del siglo XV, se puso en marcha una contrarrevolución que actuaba en todos los niveles de la vida social y política. En primer lugar, las autoridades políticas realizaron importantes esfuerzos por cooptar a los trabajadores más jóvenes y rebeldes por medio de una maliciosa política sexual, que les dio acceso a sexo gratuito y transformó el antagonismo de clase en hostilidad contra las mujeres proletarias. Como ha demostrado Jacques Rossiaud en Medieval Prostitution (1988) [La prostitución medieval], en Francia las autoridades municipales prácticamente dejaron de considerar la violación como delito en los casos en que las víctimas fueran mujeres de clase baja. En la Venecia del siglo XIV, la violación de mujeres proletarias solteras rara vez tenía como consecuencia algo más que un tirón de orejas, incluso en el caso frecuente de un ataque en grupo (Ruggiero, 1989: 94, 91-108). Lo mismo ocurría en la mayoría de las ciudades francesas. Allí, la violación en pandilla de mujeres proletarias se convirtió en una práctica común, que los autores realizaban abierta y ruidosamente por la noche, en grupos de dos a quince, metiéndose en las casas o arrastrando a las víctimas por las calles sin el más mínimo intento de ocultarse o disimular. Quienes participaban en estos «deportes» eran aprendices o empleados domésticos, jóvenes e hijos de las familias acomodadas sin un centavo en el bolsillo, mientras que las mujeres eran chicas pobres que trabajaban como criadas o lavanderas, de quienes se rumoreaba que eran «poseídas» por sus amos (Rossiaud, 1988: 22). De media la mitad de los jóvenes participaron alguna vez en estos ataques, que Rossiaud describe como una forma de protesta de clase, un medio para que hombres proletarios —forzados a posponer su matrimonio durante muchos años debido a sus condiciones económicas— se cobraran «lo suyo» y se vengaran de los ricos. Pero los resultados fueron destructivos para todos los trabajadores, en tanto que la violación de mujeres pobres con consentimiento estatal debilitó la solidaridad de clase que se había alcanzado en la lucha antifeudal. Como cabía esperar, las autoridades percibieron los disturbios causados por semejante política (las grescas, la presencia de pandillas de jóvenes deambulando por las calles en busca de aventuras y perturbando la tranquilidad pública) como un pequeño precio a pagar a cambio de la disminución de las tensiones sociales, ya que estaban obsesionados por el miedo a las grandes insurrecciones urbanas y la creencia de que si los pobres lograban imponerse se apoderarían de sus esposas y las pondrían en común (ibidem: 13).

Para estas mujeres proletarias, tan arrogantemente sacrificadas por amos y siervos, el precio a pagar fue incalculable. Una vez violadas, no les era fácil recuperar su lugar en la sociedad. Con su reputación destruida, tenían que abandonar la ciudad o dedicarse a la prostitución (ibidem; Ruggiero, 1985: 99). Pero no eran las únicas que sufrían. La legalización de la violación creó un clima intensamente misógino que degradó a todas las mujeres cualquiera que fuera su clase. También insensibilizó a la población frente a la violencia contra las mujeres, preparando el terreno para la caza de brujas que comenzaría en ese mismo periodo. Los primeros juicios por brujería tuvieron lugar a fines del siglo XIV; por primera vez la Inquisición registró la existencia de una herejía y una secta de adoradores del demonio completamente femenina.

Burdel, de un grabado alemán del s. XV.
Los burdeles eran vistos como un remedio contra la protesta social, la herejía y la homosexualidad.

Otro aspecto de la política sexual fragmentadora que príncipes y autoridades municipales llevaron a cabo con el fin de disolver la protesta de los trabajadores fue la institucionalización de la prostitución, implementada a partir del establecimiento de burdeles municipales que pronto proliferaron por toda Europa. Hecha posible gracias al régimen de salarios elevados, la prostitución gestionada por el Estado fue vista como un remedio útil contra la turbulencia de la juventud proletaria, que podía disfrutar en la Grand Maison —como era llamado el burdel estatal en Francia— de un privilegio previamente reservado a hombres mayores (Rossiaud, 1988). El burdel municipal también era considerado como un remedio contra la homosexualidad (Otis, 1985), que en algunas ciudades europeas (por ejemplo, Padua y Florencia) se practicaba amplia y públicamente, pero que después de la Peste Negra comenzó a ser temida como causa de despoblación. (34)

Así, entre 1350 y 1450 en cada ciudad y aldea de Italia y Francia se abrieron burdeles, gestionados públicamente y financiados a partir de impuestos, en una cantidad muy superior a la alcanzada en el siglo XIX. En 1453, sólo Amiens tenía 53 burdeles. Además, se eliminaron todas las restricciones y penalidades contra la prostitución. Las prostitutas podían ahora abordar a sus clientes en cualquier parte de la ciudad, incluso frente a la iglesia y durante la misa. Ya no estaban atadas a ningún código de vestimenta o a usar marcas distintivas, pues la prostitución era oficialmente reconocida como un servicio público (ibidem: 9-10).

Incluso la Iglesia llegó a ver la prostitución como una actividad legítima. Se creía que el burdel administrado por el Estado proveía un antídoto contra las prácticas sexuales orgiásticas de las sectas herejes y que era un remedio para la sodomía, así como también un medio para proteger la vida familiar.

Resulta difícil discernir, de forma retrospectiva, hasta qué punto esta «carta sexual» ayudó al Estado a disciplinar y dividir al proletariado medieval. Lo que es cierto es que este new deal fue parte de un proceso más amplio que, en respuesta a la intensificación del conflicto social, condujo a la centralización del Estado como el único agente capaz de afrontar la generalización de la lucha y la preservación de las relaciones de clase.

En este proceso, como se verá más adelante, el Estado se convirtió en el gestor supremo de las relaciones de clase y en el supervisor de la reproducción de la fuerza de trabajo —una función que continúa realizando hasta el día de hoy. Haciéndose cargo de esta función, los funcionarios de muchos países crearon leyes que establecían límites al coste del trabajo (fijando el salario máximo), prohibían la vagancia (ahora castigada duramente) (Geremek, 1985: 61 y sg.) y alentaban a los trabajadores a reproducirse.

En última instancia, el creciente conflicto de clases provocó una nueva alianza entre la burguesía y la nobleza, sin la cual las revueltas proletarias no hubieran podido ser derrotadas. De hecho, es difícil aceptar la afirmación que a menudo hacen los historiadores de acuerdo a la cual estas luchas no tenían posibilidades de éxito debido a la estrechez de su horizonte político y «lo confuso de sus demandas». En realidad, los objetivos de los campesinos y artesanos eran absolutamente transparentes. Exigían que «cada hombre tuviera tanto como cualquier otro» (Perenne, 1937: 202) y, para lograr este objetivo, se unían a todos aquellos «que no tuvieran nada que perder», actuando conjuntamente, en distintas regiones, sin miedo a enfrentarse con los bien entrenados ejércitos de la nobleza, y esto a pesar de que carecían de saberes militares.

Si fueron derrotados, fue porque todas las fuerzas del poder feudal —la nobleza, la Iglesia y la burguesía—, a pesar de sus divisiones tradicionales, se les enfrentaron de forma unificada por miedo a una rebelión proletaria. Efectivamente, la imagen que ha llegado hasta nosotros de una burguesía en guerra perenne contra la nobleza y que llevaba en sus banderas el llamamiento a la igualdad y la democracia es una distorsión. En la Baja Edad Media, dondequiera que miremos, desde Toscana hasta Inglaterra y los Países Bajos, encontramos a la burguesía ya aliada con la nobleza en la eliminación de las clases bajas.(35). La burguesía reconoció, tanto en los campesinos como en los tejedores y zapateros demócratas de sus ciudades, un enemigo mucho más peligroso que la nobleza —un enemigo que incluso hizo que valiese la pena sacrificar su preciada autonomía política. Así fue como la burguesía urbana, después de dos siglos de luchas para conquistar la plena soberanía dentro de las murallas de sus comunas, restituyó el poder de la nobleza subordinándose voluntariamente al reinado del Príncipe y dando así el primer paso en el camino hacia el Estado absoluto.

John Hus martirizado en Gottlieben sobre el Rin en 1413.
Después de su muerte sus cenizas fueron arrojadas al río.

Alberto Durero, La caída del hombre (1510)
Esta escena impactante sobre la expulsión de Adán y Eva de los Jardines del Edén evoca la expulsión del campesinado de sus campos comunes, que comenzaba a ocurrir en Europa occidental exactamente al mismo tiempo que Durero producía este trabajo.


Notas:

34- Así, la proliferación de burdeles públicos estuvo acompañada por una campaña contra los
homosexuales que se extendió incluso a Florencia, donde la homosexualidad era una parte
importante del tejido social «que atraía a hombres de todas las edades, estados civiles y niveles
sociales». La homosexualidad era tan popular en Florencia que las prostitutas solían usar ropa
masculina para atraer a sus clientes. Los signos de cambio vinieron de dos iniciativas introducidas
por las autoridades en 1403, cuando la ciudad prohibió a los «sodomitas» acceder a cargos
públicos e instituyó una comisión de control dedicada a extirpar la homosexualidad: la Oficina de
la Decencia. Significativamente, el primer paso que dio la oficina fue preparar la apertura de un
nuevo burdel público, de tal manera que, en 1418, las autoridades aún seguían buscando medios
para erradicar la sodomía «de la ciudad y el campo» (Rocke, 1997: 30-2, 35). Sobre la promoción
de la prostitución financiada públicamente como remedio contra la disminución de la población y la
«sodomía» por parte del gobierno florentino, véase también Richard C. Trexler (1993: 32):

Como otras ciudades italianas del siglo XV, Florencia creía que la prostitución patrocinada
oficialmente combatía otros dos males incomparablemente más importantes desde el
punto de vista moral y social: la homosexualidad masculina —a cuya práctica se atribuía
el oscurecimiento de la diferencia entre los sexos y por lo tanto de toda diferencia y
decoro— y la disminución de la población legítima como consecuencia de una cantidad
insuficiente de matrimonios.

Trexler señala que es posible encontrar la misma correlación entre la difusión de la homosexualidad,
la disminución de la población y el auspicio estatal de la prostitución en Lucca, Venecia y Siena entre
finales del siglo XIV y principios del XV; señala también que el crecimiento en cantidad y poder
social de las prostitutas condujo finalmente a una reacción violenta, de tal manera que mientras que:
[A] comienzos del siglo XV predicadores y estadistas habían creído profundamente [en
Florencia] que ninguna ciudad en la que las mujeres y los hombres parecieran iguales
podía sostenerse por mucho tiempo […] un siglo más tarde se preguntaban si una
ciudad podría sobrevivir cuando las mujeres de clase alta no pudieran distinguirse de las
prostitutas de burdel (Ibidem: 65).

35- En Toscana, donde la democratización de la vida política había llegado más lejos que en
cualquier otra región europea, en la segunda mitad del siglo XV se dio una inversión de esta
tendencia y una restauración del poder de la nobleza promovida por la burguesía mercantil con
el fin de bloquear el ascenso de las clases bajas. En esa época se produjo una fusión orgánica
entre las familias de los mercaderes y las de la nobleza, por medio de matrimonios y prerrogativas
compartidas. Esto dio por terminada la movilidad social, el logro más importante de la sociedad
urbana y de la vida comunal en la Toscana medieval (Luzzati, 1981: 187, 206).


Silvia Federici

Fuente: Libro Calibán y la Bruja (pág. 78-84)

Texto extraído de: noticiasyanarquia.blogspot.

jueves, 3 de septiembre de 2015

HISTORIA DE LA MASTURBACIÓN. Breve Reseña Histórica del Mal llamado "Vicio Solitario".


Autorretrato. Egon Schiele, 1911
La masturbación no es más que la estimulación de los órganos genitales o de zonas erógenas con la mano para proporcionar goce sexual. Cuando esta acción placentera se realiza con otros medios que no sean la propia mano como con juguetes y aparatos, se le llama “masturbación asistida”. Igualmente la masturbación se puede realizar en solitario o en compañía, donde las partes de estimulan mutuamente o como se haya convenido. La masturbación es por ende un acto sexual.

Sátiro Masturbándose.
Crátera Griega. Siglo VI a.C.
El dato más antiguo que se tiene de la práctica masturbatoria está en el templo megalítico de Hagar Qim, situado en la isla de Malta y corresponde entre 3200-2500 a.C., donde se encontró una figurilla de arcilla de una mujer masturbándose. En Larisa (Grecia) se encontró una figura de la cultura neolítica griega Dimini que representa a un hombre masturbándose.

En la mitología de los antiguos egipcios, el dios Atum se creo a si mismo y posteriormente se masturbó y creo al dios Shu y la diosa Tefnut a partir de su semen. Las crecidas del rio Nilo estaban asociadas a la frecuencia de las eyaculaciones masturbatorias de Atum.

En la Grecia Clásica los falos de madera o cuero acolchado eran comunes y serán denominados “Olisbos”. Estos consoladores antiguos que eran exportados desde la ciudad de Mileto (Asia Menor), eran utilizados para la masturbación. Igualmente los antiguos romanos eran fanáticos de la masturbación y durante las celebraciones de fiestas como la Saturnalia o las Bacanales practicaban la masturbación en grupo.

La Biblia nos relata en Génesis 38:8-10 que el segundo hijo de Judá, Onán, fue obligado a casarse con Tamar, la viuda de su hermano Er y no queriendo procrear con Tamar, Onán optó por masturbarse antes de depositar su semen dentro de su cuñada y ahora esposa. Jehová castigo a Onán quitándole la vida. El onanismo se refiere así a la práctica del “Coito Interruptus” y no a la masturbación. Martin Lutero, mucho más adelante, ligó ambos conceptos, razón por la que hoy en día se habla de onanismo para referirse al acto masturbatorio.

Masturbación. Gustav Klimt, 1913
San Agustín (354–430) enseñaba que la masturbación - contactus partium corporis - y otras formas de relaciones sin penetración eran pecados peores que la fornicación, la violación, el incesto o el adulterio. Consideraba a los primeros como "pecados antinaturales" y a los otros como "pecados naturales". Dos siglos después San Beda o Beda el Venerable (672–735) impuso en su libro “Penitential” siete años de penitencia para aquellas mujeres que fornicaran “per machina”, es decir, ayudadas de falos falsos. Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII en su “Summa Theologiae” cataloga como vicios contra natura la masturbación y la homosexualidad, entre otras conductas. En siglo XIV, el descenso de la población en toda Europa a causa de la Peste Negra motivó que la Iglesia endureciera su postura condenatoria respecto a las prácticas sexuales no procreativas.

En 1532, "las Reglas Penales" del Emperador Carlos V disponían la pena de muerte para los masturbadores, para los homosexuales y para los que utilizaban anticonceptivos. El escritor Pietro Aretino publico en 1534 la obra “Ragionamenti” donde se describe una escena en la que unas religiosas realizan una orgia en un convento durante la cual usan falos de cristal para satisfacerse.

Masturbación Masculina. Edouard -Henri Avril, 1843
En el siglo XVI la prostitución era considerada como una forma de evitar la masturbación y la Iglesia consintió, y en algunos casos protegió, este negocio por largo tiempo. En Inglaterra, el permiso para operar burdeles necesitaba de la autorización de los Obispos de Winchester y luego del Parlamento. En el siglo XVII el Papa Inocencio X condenó a J. Caramuel por argüir en su “Theologia Moralis Fundamentalis” que la masturbación, en algunos casos, podía ser beneficiosa para la salud. En Francia, se acusó a los mentores de Luis XIII de enseñarle a masturbarse, y en este caso el mal era aún mayor, pues el deber de un rey era dejar descendencia.

Masturbación Mutua
Ilustración de 1905 de Martin van Maële.

El siglo XVIII fue de libertinaje en toda Europa y proliferaron las pinturas y dibujos de la práctica del “Vicio Solitario”. Algunos galenos le añadieron un componente patológico a la masturbación y en las ediciones de 1711 del “Tratado sobre Enfermedades Venéreas” del médico John Marten describía los síntomas de algo llamado “enfermedad post-masturbatoria”. En 1716 apareció “Onania, o el abyecto pecado de la auto-polución” donde se aseveraba y alegaba que la autoestimulación genital era resultado de una disfunción y causaba enfermedades y desfiguramiento físico. Samuel Tissot, por su parte, resumió los horrores del onanismo en su libro de 1760 “L’Onanisme, ou Dissertation Physique sur les Maladies Produites par la Masturbation” y extendio, mas que ninguna otra obra anterior, el falso mito de los males de la masturbación en Europa y Norteamérica.

A finales del siglo XVIII en la obra “Opus Diaboli” el historiador Karlheinz Deschner dice: “A falta de hombres”… “las monjas habían de conformarse con aparatos completamente inanimados pero causantes de placer”… “falos artificiales con sus bolsas testiculares llenas de leche que, simulando una eyaculación, derramaban en el momento de máxima tensión, fría o caliente, en la vagina más o menos virginal”. A estos aparatos se le nombro "bijoux de religieuse", y en 1783 Marguerite Gourdan, famosa proxeneta del siglo XVIII fabricaba refinados artificios de consolación y que eran comprados en su mayoría por los conventos franceses.

Templo Khajuraho, India.
La reina María Antonieta en 1793, durante su juicio el acusador publico Tinville hizo declarar al delfín contra su madre y delante del tribunal, el niño acusó a su madre de haberle incitado a la masturbación y haberle obligado a ciertos juegos sexuales.

En el siglo XIX apareció el “Compendio moral salmaticense” (1805) donde se le dedican unas páginas al tema de la polución seminal y la masturbación. Es un texto que recoge las normas morales que respondían a lo que la Curia Romana tenía establecido como referentes para el comportamiento social religioso de la época. En dicho tratado la polución seminal solo es permitida en caso de procreación y por lo tanto la masturbación era condenada.

La muerte de Onán. Franc Lanjscek

En la segunda mitad del siglo XIX en los EE.UU. se inició una guerra en contra del autoerotismo y se creaban movimientos nacionales que exigían a los familiares el espiarse mutuamente para revelar a los masturbadores, los cuales podían ser humillados públicamente, encerrados en manicomios o bien castrados. No obstante, las patentes de inventos relacionados con la satisfacción de las necesidades sexuales (desde una perspectiva médica) comenzaron a aparecer a partir de 1846.

Masturbación. Impresión Shunga del siglo XIX por Kunisada.

En 1885 el Doctor Charles K. Mills propuso la circuncisión de los varones como cura para la masturbación, y diez años después se empezó ya a practicar la circuncisión neonatal en EEUU y Reino Unido para prevenirla. Por otra parte, a las chicas a las que se les descubría consolándose se les practicaba en ocasiones la clitoridectomía.

Representación del Dios Egipcio Atum
El doctor John Harvey Kellogg recomendaba en 1888 que para prevenir la masturbación en los niños era necesario servir cereales fríos en lugar de calientes para el desayuno, vendarles los genitales o atarles las manos al poste de la cama durante la noche. En 1899, el sexólogo británico H. Havelock Ellis desmitificó los males de la masturbación, pero no seria secundado hasta unas décadas mas tarde.

En el siglo XX aparecieron los primero masturbadores eléctricos, pero eran utilizados para curar diversas enfermedades y aliviar todo tipo de dolencias, no era utilizados para el placer sexual. En la década de los 20 los vibradores empezaron a aparecer en las películas eróticas, perdiendo así su naturaleza estrictamente medicinal.

Acuarela por Johann Nepomuk de 1840 donde se 
representa la masturbación mutual.
El estigma o mala fama de la masturbación va decayendo durante este siglo, principalmente en el ámbito medico. El famoso Informe Kinsey de 1948 causo cierta conmoción social al revelar que la masturbación era una práctica común y habitual, tanto entre los hombres como entre las mujeres. Sin embargo en Alemania en 1969, unos científicos pidieron a un grupo de hombres que se masturbaran cada cierta cantidad de horas durante dos años para comprobar si se evidenciaban trastornos físicos o mentales. En 1983, el Vaticano publico el documento “Orientaciones educativas sobre el amor humano”, donde se indica que la masturbación es un grave desorden moral.

En 1994, en una conferencia sobre el SIDA financiada por la ONU, la jefa del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, Dra. Joycelyn Elders, dijo que tal vez la masturbación debería ser enseñada en las escuelas, como una parte de los programas educativos escolares sobre sexualidad. Por estas declaraciones el presidente Bill Clinton le pidió que renunciara al cargo, cosa que no hizo, pero finalmente fue cesada de su puesto.

La masturbación es una actividad común y sana, la autoestimulación sexual es un hecho que desde la misma historia del hombre ha existido y esta ligada firmemente al conocimiento y descubrimiento de nuestra sexualidad. Masturbarse no es dañino ni físicamente o psicológicamente, al menos que se convierta en una obsesión o se presenten sentimientos fuertes de culpa después de la autocomplacencia.

En la actualidad, con las enfermedades como el SIDA, Papiloma Humano, Hepatitis C y otras de contagio sexual, los científicos y especialistas médicos la recomiendan como una alternativa sexual.

Por Félix Esteves
Texto extraído de: minimosymaximos