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jueves, 30 de mayo de 2013

10 ACTITUDES MACHISTAS QUE LAS MUJERES HAN DE SUFRIR A DIARIIO

ASÍ ES EL “PROYECTO MACHISMO COTIDIANO”
Estos comportamientos tienen en común la objetivización de la mujer. (Corbis Héctor G. Barnés

       Laura Bates es la fundadora del Proyecto Machismo Cotidiano o, en su idioma original, Everyday Sexism. El concepto de dicha página puede parecer sencillo, pero es realmente revelador: se trata de una colección de testimonios enviados por mujeres de todo el planeta en el que estos relatan episodios de machismo vividos en primera persona, y que van del detalle en apariencia insignificante a historias de acoso sexual.

      Lo que en un primer momento parecía un trabajo meramente recopilatorio y circunstancial ha terminado convirtiéndose en una enciclopedia sobre el machismo del siglo XXI, definido a través de sus propios actos. La página, que permite rastrear los testimonios por países, acaba de incorporar su entrada número 30.000, aunque se prevé que su crecimiento sea exponencial debido a la amplia difusión que la iniciativa está gozando.

"Los comentarios sexualmente ofensivos siguen siendo muy habituales"


     Las repetidas apariciones de Bates en los medios ingleses, principalmente en The Telegraph, han proporcionado una gran difusión al proyecto. Precisamente en ese medio se han publicado diversas recopilaciones de algunos de los tweets enviados a la página del proyecto. Profundizar un poco en su página web permite distinguir cuáles son los comportamientos más frecuentes y, a la vez, los que más molestan a las mujeres. La mayor parte de ellos son obvios, pero como demuestra la ingente cantidad de comportamientos denigrantes que se repiten recurrentemente, parecen no quedar claros para la mayor parte de los hombres.

El comentario sexualmente ofensivo. Uno de los mensajes, enviado porMeghan, indica cómo un hombre de avanzada edad le había señalado que “si tuviese cuarenta años menos, estaría encima de ti”. Es seguramente el tipo de actitud más frecuente y más desagradable, el de la proposición sexual realizada sin ninguna clase de gusto o tacto, no digamos ya con posibilidades de llevarse a cabo. En la mayor parte de casos, estos comentarios sugieren que la mujer es poco más que un objeto para el que los pronuncia.



Las referencias al cuerpo de la aludida. En el artículo publicado esta misma semana en The Telegraph, se destacaba uno de los mensajes enviado por alguien a quien cuyo compañero la llamaba a diario “tetas grandes” (“big boobs”). El trabajador dejó de hacerlo cuando esta comenzó a llamarle “pito corto” (“small dick”), muestra de que en la mayor parte de casos devolver el golpe es la mejor opción.





Hay cosas que las mujeres no pueden hacer. Una tal “S” cuenta cómo le marcó que su padre no le permitiera nunca jugar ni al baloncesto ni al fútbol, ya que se trataba de “deportes para chicos”. Muchos comentarios de los que aparecen recogidos en esta página hacen referencia a la aún consolidada idea de que hay determinadas cosas que una mujer no puede hacer ya que “se puede hacer daño”.




La mujer, en la cocina. Dentro de esa última categoría de comentarios que distinguen entre lo que una mujer debe hacer y lo que no, se encuentran aquellos que encasillan al sexo femenino en su habitual rol de ama de casa, madre y esposa, y que abundan mucho más de lo que nos gustaría pensar en nuestra, en apariencia, igualitaria sociedad. Uno de los testimonios indicaba que un alumno de unos doce años había reconocido en clase que era más “económico” que las mujeres se quedasen cuidando de la casa.



Confusiones denigrantes. Una de las ramificaciones de la creencia de que las mujeres no pueden aspirar más que a trabajar en el hogar o, como mucho, ser secretarias o limpiadoras, se refleja en esa habitual broma en la que se reconoce a una mujer que ha sido confundida con otra de menor categoría. Es lo que explica una científica a la que, ataviada con su bata, se le acercó un compañero y le dijo extrañado que no sabía que era una de las trabajadoras del centro, ya que pensaba que era la recepcionista.



Diferencias a la hora de aceptar su valía. No somos conscientes de ello, pero en muchas ocasiones, se sigue tratando de forma diferente a hombres y mujeres a la hora de cumplir con un objetivo, entregar un trabajo o cumplir una orden. Una tal Mary ilustra a la perfección esta circunstancia con una historia en la que detalla la actitud que manifestaban sus profesores respecto a ella y su pareja a la hora de estudiar su posgrado en economía. La autora explica que ambos hacían los deberes a la vez, juntos, y en muchos casos era ella la que debía ayudar a su compañero, por lo que los resultados eran exactamente los mismos. Pues bien, él siempre obtenía mejores notas que ella y un “¡gran trabajo!” frente al “buen intento” que solía definir los trabajos de ella.


Las mujeres que han decidido trabajar no pueden quejarse. Como consecuencia de esa cacareada inutilidad del sexo femenino en el mundo laboral, muchos hombres han adoptado la idea de que ellas mismas se han buscado sus problemas de conciliación laboral y que, por lo tanto, el sexo masculino no tiene ninguna responsabilidad. Es lo que le ocurría a una de las participantes cuando desvelaba la respuesta que había recibido de uno de sus compañeros en una conversación sobre el número de holandesas en el mundo de la política, que aunque no era “despreciable”, aún distaba mucho de la igualdad total. Su compañero le dijo: “No empieces con eso, es problema de la mujer si tiene que elegir entre su carrera y sus hijos”.




Cállate. Otro comportamiento tristemente habitual es el de despreciar la inteligencia femenina haciendo callar a la mujer al no considerar de relevancia lo que pueda aportar a la discusión. O ni siquiera eso, sino que muchos piensan que el rol de la mujer ha ser pasivo y obediente. Una de las participantes en el proyecto cuenta cómo había oído a un hombre decirle a su esposa “si tuvieses modales, habrías aprendido a tener la boca cerrada”.



Las mujeres no pueden disfrutar del sexo. Un prejuicio vinculado a esa concepción de la mujer como ama de casa obediente y el hombre como macho alfa que puede decidir lo que hacer con su pareja, familia y entorno. Hasta la liberación sexual de los sesenta no se aceptó que la mujer podía disfrutar también de su propia sexualidad, y ni siquiera aún se ha conseguido derribar dicho mito. Muestra de ello es el testimonio de una mujer que firma como “PC” y que afirma que uno de sus amigos la llamó “sucia zorra” (“filthy slut”) por reconocer que disfrutaba haciendo el amor.


Las mujeres no pueden hacer trabajos técnicos. En una de las entradas más recientes del proyecto, una de las participantes señalaba cómo durante una entrevista de trabajo el seleccionador de personal le había preguntado de qué manera pensaba hacer su trabajo, ya que “las mujeres no están dotadas para lo técnico”, y además, esta tendría que convivir con otros ocho hombres si era contratada. Dos escollos, al parecer, difíciles de salvar, pero que desvelan los rasgos de la mentalidad conservadora que aún pervive en gran parte de la sociedad occidental.






Texto extraído de: El confidencial

miércoles, 29 de mayo de 2013

MASCULINIDADES CONSCIENTES

Señora Milton


¿Qué hacemos con la masculinidad: reformarla, o abolirla transformarla?


Jokin Azpiazu analiza las contradicciones del popular discurso de las nuevas masculinidades: el excesivo protagonismo, la escasa vinculación a las teorías feministas, el heterocentrismo, el binarismo, o las resistencias a renunciar a los privilegios
Jokin Azpiazu Carballo, sociólogo y activista de los movimientos sociales



        Durante los últimos años, el estudio de la masculinidad (o las masculinidades) ha recibido gran atención tanto en el ámbito de la investigación como en otros ámbitos sociales, como por ejemplo el de los medios de comunicación. Al amparo de los estudios de género, en varias universidades se están realizando estudios sobre masculinidad, y las líneas de investigación sobre el tema se están fortaleciendo y afianzando. Al mismo tiempo se están impulsando diferentes iniciativas en el terreno de los movimientos sociales así como en el de la intervención institucional, siendo probablemente las más conocidas los denominados “grupos de hombres”.

        La idea que subyace en la atención que la masculinidad está recibiendo en el terreno académico es la siguiente: el género es una construcción social (tal y como la teoría feminista ha argumentado ampliamente) que también nos afecta a los hombres. Por lo tanto, poner el “ser hombre” a debate e iniciar una tarea de deconstrucción es posible. Así, los estudios sobre la masculinidad nos animan a ampliar la mirada sobre el género, a mirar a los hombres. Esto tiene sus efectos positivos, ya que los hombres no nos situaríamos ya en la base de “lo universal” sino en el terreno de las normas de género y su contingencia histórica y social.



        Las investigaciones tienden a centrarse en la identidad (qué significa ser hombre para el propio hombre) y no tanto en las relaciones de poder. Son cada vez más auto-referenciales, en vez de basarse en las aportaciones de las teorías feministas

      Sin embargo, de este planteamiento pueden emerger un gran número de dudas y contradicciones. El movimiento feminista ha conseguido en las últimas décadas redireccionar la mirada (científica, medíatica, social) hacia las mujeres. Este fenómeno se da además en un mar de contradicciones y contra-efectos al que los feminismos han tenido que responder a través de la crítica, la implementación y, al fin y al cabo, la transformación de esa misma “mirada”. Las ciencias sociales han observado a menudo a las mujeres como meros objetos sin capacidad de agencia y sin voz, y debido a ello ha sido necesario reivindicar que no sólo se trata de “mirar a” sino de “cómo” mirar. 


De cualquier forma, lo que ahora nos atañe es que en los últimos años esa mirada se dirige hacia los hombres. A menudo, sin embargo, no se pone suficiente énfasis en explicar que todo el periodo histórico anterior (y el actual en gran medida) se caracteriza precisamente por la negación de la existencia social de las mujeres. Es decir, que la mirada -social, académica, mediática- siempre ha estado dirigida a los hombres.

       En el terreno social y asociativo, los “grupos de hombres” son probablemente las iniciativas más conocidas, pero no las únicas. Se han realizado en los últimos años varias acciones más que nos han tenido a los hombres como protagonistas. Muchas de ellas se han desarrollado en torno a la violencia machista: cadenas humanas, manifiestos, campañana publicitarias y foto-denuncias…


 Los hombres hemos anunciado en público nuestra intención de incidir en la lucha contra el sexismo y el machismo, y a menudo hemos recibido por ello abundante atención mediática, más que los grupos de mujeres que se dedican a lo mismo.




         El punto de partida de estas iniciativas es la necesidad de que los hombres nos impliquemos contra el sexismo, lo que se ha enunciado de maneras bien diversas: se ha dicho que nuestra implicación es indispensable, que es nuestra obligación, que supone una ventaja para nosotros también, que sin nosotros el cambio es imposible… Cada forma de plantear el asunto implica matices bien diferentes. En cualquier caso, estaríamos hablando del uso y ocupación del espacio público (las calles, los medios, los discursos) y en ese terreno se ha visualizado de manera bastante clara que una palabra de hombre vale más que el enunciado completo de las mujeres, aunque ambas hablen de sexismo.

       Durante los años 2011 y 2012, realicé una pequeña investigación respecto a estas cuestiones en el marco del máster de ‘Estudios feministas y de género’ de la Universidad del País Vasco. Mi objetivo era señalar algunas cuestiones que pueden resultar problemáticas sobre el trabajo con “masculinidades” tanto desde el punto de vista académico como movimentista. Traté de señalar algunos de los anclajes en los que se está amarrando la construcción discursiva en torno a las masculinidades hoy en día.

       Al mismo tiempo que se reivindican diferentes maneras de vivir la masculinidad, se identifica con sujetos concretos: diagnosticados hombres al nacer, heterosexuales, involucrados en relaciones de pareja. Quienes no encajábamos en la norma, quedamos fuera


      En el terreno académico hubo especialmente dos cuestiones que llamaron mi atención. Por un lado me parece que a la hora de investigar sobre masculinidad hay una tendencia bastante general a centrarse en la identidad, en detrimento de los puntos de vista que priorizan el enfoque sobre el poder o la hegemonía. Se estudia mucho qué siginifica ser hombre para el propio hombre, y no tanto cómo incide en las relaciones entre personas que hemos sido asignadas en diferentes sexos.


 Por otro lado, tengo la impresión de que los estudios sobre esta cuestión se están conviritiendo cada vez más en auto-referenciales. Los estudios sobre masculinidades parten de presupuestos teóricos construidos en los propios estudios sobre masculinidades, y cada vez se nutren menos de reflexiones feministas.

      Esto tiene consecuencias de impacto tanto en el enfoque (o mirada) que se utiliza para abordar el tema, así como en el contexto del que se parte. Por ejemplo, una cuestión difícil y problemática en la teoría y práctica feminista de las últimas décadas ha sido la del sujeto, la pregunta clave que intensos debates tratan de contestar: ¿quién es hoy en día el sujeto político del feminismo, ahora que precisamente las diferentes expresiones feministas han cuestionado la categoría mujer como única, partiendo de las diferentes experiencias y posiciones de las mujeres en lo social? El intento de articular la capacidad política y subjetiva de las mujeres en esta red o maraña de diferencias es una cuestión de vital importancia, y por lo tanto, muy complicada. Sin embargo, las implicaciones que la participación de los hombres en “el feminismo” podrían suponer no son un tema de debate principal en las teorías sobre masculinidad. Esto determina la dirección en la cual se desarrollan los debates, dejando de lado temas que para los feminismos son de crucial importancia.

        Saltando al terreno de los movimientos sociales me dediqué al estudio de algunos escritos y documentos publicados (en el ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca) por grupos de hombres e iniciativas institucionales en torno a la masculinidad. En ese trabajo, incompleto aún, pude empezar a dibujar algunas claves que en mi opinión merece la pena poner sobre la mesa:

        Para empezar, hablamos de masculinidad y aún nos referimos a un modelo muy concreto. Al mismo tiempo que se reivindica que existen diferentes maneras de vivir la masculinidad, se identifica el ejercicio de la misma con sujetos concretos: personas que han sido identificadas como hombres al nacer, heterosexuales, en la mayoría de los casos involucrados en relaciones de pareja. 


El resto, quienes hemos tenido algún problema que otro para encajar en el carril de la masculinidad “hegemónica” (hombres trans, homosexuales, afeminados…) quedamos fuera de esa categoría. Esto supone un doble riesgo: por un lado decir que no somos hombres (por mí bien, ojalá) pero por otro, pensar que por ser masculinidades “marginales” no ostentamos actitudes hegemónicas y poder.

       En este sentido, la mayoría de propuestas vienen a cuestionar y modificar las relaciones que se dan entre hombres y mujeres, sobre todo en el terreno familiar y doméstico, dejando de lado (o prestando mucha menos atención) a otros espacios, sujetos y situaciones. 


Reivindicamos que los hombres nos tenemos que poner el delantal, pero no tenemos demasiadas propuestas para cómo (por ejemplo) rechazar los privilegios que ser hombres nos aporta en el mercado laboral.
En cambio, nos resulta más fácil denunciar las cargas y “daños colaterales” que el patriarcado nos ha impuesto.


 Señalamos los espacios que nos han sido negados por ser hombres y subrayamos la necesidad de conquistarlos, pero tenemos más dificultades para enfatizar el otro lado de la moneda, los espacios que el patriarcado nos ha dado, aquellos que tenemos que des-conquistar. No señalamos, además, que esta moneda no es casi nunca simétrica, que estos privilegios nos vienen muy bien para movernos en el mundo actual.


       En este sentido, me parece muy importante identificar las motivaciones que nos llevan a implicarnos en las luchas por la igualdad. Estamos dispuestos a asumir algunos de los trabajos que históricamente han realizado las mujeres (los trabajos de cuidado son paradigmáticos en este caso). Decimos que el cuidado de nuestras criaturas (de aquellos que las tengan, claro) es fundamental, y más aún, señalamos las ventajas que esto nos traerá. Sin embargo, mencionar a las personas enfermas, o con autonomía reducida por cualquier motivo, nos cuesta bastante más. Decimos que con la igualdad ganaremos tod*s, pero si lo que el patriarcado supone es precisamente una red de poder de distribución desigual, no guste o no, alguien tendrá que perder con la igualdad. Y así deberá ser, si algunos sujetos se empoderan, otros tendremos que des-empoderarnos (si es que existe el concepto). Deberíamos dejar claro que esto no será una ventaja, no será bueno para todos, no será un regalo del cielo. Pero eso no quita que haya que hacerlo.

        En las dos últimas décadas las teorías feministas han cuestionado el carácter binario del sexo. Nosotros parece que sentimos más apego del que pensábamos hacia la noción de masculinidad, seguramente porque sabemos que nos aporta privilegios

         Asimismo, identifiqué en al análisis de algunos textos ciertos discursos de presunción de inocencia; la necesidad de reivindicar, ante un supuesto exceso de radicalidad de los feminismos, que todos los hombres no somos iguales. Es evidente que todos los hombres no somos iguales ni ejercemos de la misma manera la masculinidad, pero sería interesante estudiar por qué nos sentimos culpables o atacados y por qué nos enfadan según que críticas o discursos. De alguna manera, se intuye la búsqueda de una nueva identidad personal y grupal, la de los hombres “alternativos”.

       Unido a todo esto, el concepto “nuevas masculinidades” emerge con fuerza en los últimos años, en algunos casos con vocación descriptiva (en el terreno académico) y en otras como propuesta de modelo a construir (en los movimientos sociales). En ambos casos me parece necesario y pertinente problematizar el concepto.



         En el primero de los casos, me parece excesivo afirmar la existencia de “nuevas masculinidades” de manera acrítica. Claro que la masculinidad está cambiando, pero ¿cuándo no? Y, ¿en qué sentido y en que contexto está cambiando? ¿No será la masculinidad de cierta clase social en cierto contexto la que está cambiando o al menos la que hace visible su cambio? ¿Son todos los cambios en la masculinidad “positivos” y “voluntarios”? Estos cambios y novedades que nos son visibles en lo identitario, ¿en qué medida y cómo afectan a las relaciones entre hombres y mujeres en el terreno material (reparto de recursos y poderes de todo tipo)? Diría que es posible trazar formas distintas en las que hombres y mujeres han vivido la masculinidad a lo largo de la historia, pero sólo en este momento preciso hablamos de “nuevas masculinidades”, precisamente cuando es el grupo “hegemónico” el que está dando pasos hacia la transformación consciente del modelo masculino (transformación, que dicho sea de paso, valoro positivamente). No quisiera por tanto cuestionar la capacidad para vivir la masculinidad de formas distintas señalada en el término “nuevas masculinidades”. Es su inflación discursiva lo que me preocupa.

        En el terreno social, reivindicar la búsqueda de “nuevas masculinidades” (que, a menudo, como he expuesto anteriormente, se limita de antemano a ciertos sujetos) puede tener además de su lado positivo un lado problemático. En las dos últimas décadas las teorías feministas han cuestionado el carácter binario del sexo. A pesar de las diferentes opiniones en el seno de los movimentos, diría que los debates han sido ricos y productivos. Sin embargo, nosotros todavía ni nos hemos planteado en la mayoría de los casos qué hacer con la masculinidad: ¿reformarla? ¿transformarla? ¿abolirla?

       Parece que sentimos más apego del que pensábamos hacia la masculinidad, seguramente porque de manera consciente e inconsciente sabemos que los privilegios que nos aporta no están nada mal. Pero aún cuando hacemos un intento de cuestionar los privilegios no somos capaces de retratar nuestras vidas y utopías más allá de la masculinidad (sea “nueva” o no). Sin obviar que la deconstrucción de la feminidad y la masculinidad conlleva consecuencias diferentes a muchos niveles, deberíamos intentar atender al debate sobre si queremos ser otros hombres, hombres distintos o simplemente menos hombres.


UN HOMBRE ESTRUCTURADO

1. No se apega a una mujer.
2. No crea antagonismos y rivalidades enfermizas con las mujeres.
3. No le teme a la mujer y a su femenino interno.
4. Tiene un distanciamiento equilibrado con el sexo opuesto, sin odios (hombre agresivo) ni indiferencias (hombre esquizoide), ni acercamientos con miedos irracionales (hombre apegado), ni antiguas culpas (hombre sumiso).
5. No se somete porque se respeta a si mismo.

6. No genera violencia porque respeta a los demás.
7. Sabe qué debe negociar y que no.
8. No es un dechado de virtudes pero es capaz de amar.
9. No esta fraccionado, no se mueve en el incesante vaivén del conflicto atracción-repulsión, ve el dilema, lo admite e intenta superarlo.
10. Sabe que aunque su masculinidad surja de lo femenino, tiene timón propio y un rumbo personal y específico. Entiende que la separación infantil de lo femenino es simplemente el inicio de un proceso para seguir creciendo como hombre.
11. Ama su femenino por que esta emocionalmente reconciliado.
12. Lo Cuida, lo incluye en su vida cotidiana y deja que se manifieste su femenino cuando así se requiera.
13. De acuerdo a la demanda, puede ser tan maternal como la mujer más tierna o tan furioso como el más bravo de los guerreros, pero luego cuando la situación se restablece, regresa tranquilamente a su nivel basal y a la potencialidad mixta del ying y el yang que su masculinidad le permita.
14. Al sanarse internamente, no debe hacer demasiados esfuerzos para acomodarse al amor, sólo deja que éste ocurra y se manifieste.



A través de: Cayenas en florLa serpiente violetaPikara magazine

domingo, 26 de mayo de 2013

LA HISTORIA DE UN CONSOLADOR

       Desde épocas muy lejanas los seres humanos han usado juguetes sexuales para gozar más delsexo. El dildo y los vibradores son un buen ejemplo.


       La palabra dildo está descrita en el Diccionario Webster como "un objeto que hace de substituto del pene para la penetración vaginal". Su etimología es desconocida pero se le dió esta denominación en el siglo dieciséis. Algunos creen que se deriva de la palabra italiana "diletto" que significa complacer. Sin embargo, los dildos se usaban ya en la Antigua Grecia, cuando las mujeres solteras usaban el "olisbos", un substituto del pene hecho de madera y que lubricaban con abundante aceite de oliva. Los asiáticos también utilizaban juguetes sexuales por lo menos desde hacía 1000 años. En el Oriente Medio antiguo usaron dildos fabricados con boñiga seca de camello recubierta de una resina resistente. Según esto el dildo tiene entonces una historia muy antigua y ha sido usado para la misma función básica desde tiempos muy lejanos.


       Algunas referencias sobre la historia del dildo la encontramos cuando su imagen aparece como elemento decorativo o escultórico en las referencias a las celebraciones de las fiestas de la fertilidad o de la cosecha. Las imágenes de la vagina, del pene y del huevo han sido elecciones obvias de la humanidad cuando celebraban los rituales de la fertilidad. En 1955, arqueólogos descubrieron en Córcega monumentos fálicos de dos y tres metros de alto, pertenecientes a la Edad del Bronce (aprox. 4000 AC).

      El dildo moderno es el vibrador. Sin embargo este no aparece sino hasta después que el uso de la electricidad se extendió a finales del siglo diecinueve. Curiosamente, su aparición original fue como instrumento médico, el cual se usó por casi 30 años.

       Los vibradores se usaron ampliamente en el mundo médico en la década de 1890, cuando hubo una "epidemia" de histeria entre las mujeres occidentales. Los síntomas de esta enfermedad, que en el pasado los médicos griegos describieron como el "útero ardiente", fueron múltiples, hasta el punto que cualquier forma de comportamiento extraño en las mujeres se consideraba histeria. La ansiedad, irritabilidad, fantasías sexuales o una"excesiva lubricación vaginal" se consideraban los primeros síntomas de la enfermedad. Se consideraba que el origen de la histeria era simplemente el resultado de la frustración sexual femenina.

       Durante el siglo diecinueve a las mujeres que sufrían de histeria los médicos les masajeaban el clítoris hasta producirles un "paroxismo histérico", que hoy simplemente denominamos orgasmo. Esta había sido la práctica generalmente aceptada por más de mil años. Pero en la década de 1880, esta práctica médica se volvió en muchos casos tediosa y el médico británico Joseph Mortimer Granville patentó un aparato electromecánico de forma fálica como instrumento terapéutico para efectuar el "masaje pélvico" en forma más fácil, rápida y limpia.

       Naturalmente que el masaje pélvico no curaba la histeria, y las pacientes tenían que recibir tratamiento médico periódico. No había que hacer mucho esfuerzo para pensar que en la época Victoriana las mujeres iban donde los médicos a obtener el placer que no recibían en sus casas y que esta práctica se consideraba socialmente aceptable. Este comportamiento se explicaba por la aceptación del "modelo androcéntrico de la sexualidad", que consideraba que el sexo era exclusivamente para la penetración y eyaculación masculina. Puesto que el uso del vibrador era sobre el clítoris y externo a la vagina, se concluía que no había contacto sexual y que el procedimiento era puramente médico. Ciertamente, causaba más controversia que el uso del vibrador, la introducción del especulo y muchos años después el uso del tampón.

      En un libro de 1883 titulado "Salud para Mujeres", su autor recomendaba los nuevos vibradores para tratar la "hiperemia pélvica," o congestión de los genitales. Los vibradores eran operados con corriente eléctrica, baterías, pedal, turbina de agua,aire a presión o motor a gas y parecían más un equipo pesado de ingeniería. Tenían velocidades que iban desde 1000 a 7000 pulsaciones por minuto y su precio, en 1904, variaba entre quince y doscientos dólares según el modelo. Algunos de los primeros modelos fueron escandalosamente caros, como fue el modelo "Chattanooga" que se vendía por doscientos dólares al final del siglo diecinueve. Sin embargo, en 1905 los vibradores ya eran más pequeños y económicos e incluían varios aditamentos para otros usos domésticos como la batidora.

        De hecho, el vibrador fue el quinto artículo para el hogar en ser electrificado, después de la máquina de coser, el ventilador, la cafetera y la tostadora y precedió en no menos de diez años a la aspiradora y a la planchadora de ropa, pues sus fabricantes seguramente se ajustaron a las prioridades de los consumidores de su época.



       En la mitad del siglo veinte, los dildos y vibradores comenzaron a aparecer publicitados en las revistas y catálogos femeninos como "instrumento para la tensión y la ansiedad femenina". La cadena de almacenes Sears Roebuck, describió en sus catálogos de venta por correo a estos juguetes como "una ayuda que toda mujer sabrá apreciar". Su uso se estimuló como una forma de mantener a las mujeres relajadas y contentas.

       El reinado del vibrador como instrumento de los consultorios médicos terminó en 1920, cuando empezaron a aparecer en películas pornográficas y perdieron su respetabilidad como electrodoméstico. De otra parte, la medicina había avanzado y se tenía un conocimiento más profundo sobre la sexualidad femenina. La propaganda sobre el uso de vibradores desapareció de las revistas y catálogos.

       Entre los años 20 y los 60 hay muy pocas menciones sobre los vibradores. En 1949 se recomendaba el uso del vibrador en un manual de sexo titulado "El Goce Amoroso en el Matrimonio" y en textos similares aparecidos en 1959 y 1960. Los investigadores Masters y Johnson usaron los vibradores en su investigación sobre la sexualidad en los años 60. Por la misma época los vibradores en forma de pene se vendían en tiendas de sexo y en catálogos de venta por correo, conservando su reputación sórdida.

        La feminista y terapista sexual Betty Dodson, dice haber sido la primera feminista en recomendar a las mujeres el uso del vibrador para auto producir orgasmos mediante la estimulación del clítoris. Dodson ha dictado con éxito talleres sobre la masturbación femenina con vibradores durante más de 25 años.

        Hoy los vibradores eléctricos se venden en las tiendas de electrodomésticos como "masajeadores corporales" y no hacen referencia a sus usos sexuales. Pero al mismo tiempo han aparecido innovaciones en el diseño de los vibradores. Cándida Royalle, una conocida actriz porno lanzó al Mercado el vibrador "Natural Contours" que tiene forma curva para adaptarse a la forma de la vulva. Los japoneses desarrollaron un vibrador rotativo que se volvió muy popular entre los juguetes sexuales. Un desarrollo reciente es el vibrador "Fukuoku 9000", un pequeño vibrador que se ajusta en el dedo y operado con baterías, muy apreciado en las artes amatorias. Otro vibrador reciente en el mercado es el "Eroscillator" y que en vez de vibrar hacia arriba y hacia abajo, oscila hacia los lados y trae un aditamento para ajustar al clítoris.

       A diferencia de los primeros vibradores, los nuevos no vienen con batidora. Quien sabe que estarán cocinando los fabricantes con sus programas computarizados de diseño de hoy en día. Pero lo que es seguro es que no serán de boñiga de camello.






Texto extraído de:Por un orgasmo diario 

A QUÉ HUELE EL COÑO






    El otro día, después de una comida muy agradable con gente muy bonita, a orillas de un volcán, un hombre, joven, guapo, inmerso en el mundo ” espiritual”, quiso hacerse el gracioso con un chiste sin ninguna gracia.
Yo, en luna roja, estaba delante.
La frase fue esta: "Me imagino a esa mujer sin bragas paseando en bicicleta y un hombre preguntándose ” chacho! y ese olor a pescao?”
A lo que siguieron unas risas forzadas complices de cualquiera que quiere hacer una gracia, diga lo que diga. Así de estúpid@s somos a veces los hombres y las mujeres. Tenemos tanto miedo a no ser aceptad@s por la manada que vivimos en contra de nuestros deseos, de nuestras ideas, diciendo sí cuando queremos decir no, riendo sin ganas, asintiendo con la cabeza mientras l@s otr@s hablan, sólo por no ser echados del grupo. Por no quedarnos sol@s. Es un instinto de supervivencia que viene con nosotr@s. Sol@s, en el Paleolítico, no sobrevivíamos.
Y puede que hoy tampoco. Pero yo creo que se puede un@ arriesgar a decir lo que piensa. Creo en el acto subversivo de no reirle a alguien las gracias en público. A riesgo de ser expulsada. Confío en el camino anchísimo que se abre el vivir sinceramente.

Así que ,ese día, contesté: ” M
ira, acabas de hacer un comentario muy desafortunado, sabes por qué? Porque no se qué coños habrás olido en tu vida, pero te aseguro que el mío no huele a pescado. Sabes a qué huele mi coño? A fruta madura, a sangre,a vida. Mi coño es sagrado. Y no te permito delante de mi, que menosprecies el olor del coño. Porque por chistes como éste venimos las mujeres arrastrando muchos siglos de represión. Ocultando nuestros flujos a l@s otr@s y a nosotras mismas.Por hombres así hemos tratado nuestro cuerpo como si fuera sucio y estuviera enfermo. Tu chiste favorece a un sistema patriarcal y machista que ha destrozado la sexualidad de la mujer y la ha pervertido. Nuestros flujos son los ríos de la vida.

Avergüénzate, sí, de hacer ese chiste. Y delante de mi, al menos, honra el olor sagrado que te dio la vida. “





Respetémonos, mujeres, que no nos repriman más.

Y que la re-evolución del ser humano, empiece por aquí.





El origen del mundo
(L’origine du monde)
Gustave Courbet



Los olores de la vagina 

Por todos, hombres y mujeres, es bien conocido el olor de los genitales femeninos; aunque no todos huelen igual. Algunos olores de vagina nos recuerdan a aromas dulces y ligeramente acres. Otros, sin embargo, los asociamos a los efluvios mefíticos de una cloaca. La cultura popular ha estigmatizado estos aromas fuertes del sexo femenino con expresiones del tipo “huele a pescado” (de ahí provienen chistes como el del ciego que cruza por delante de una pescadería y dice: buenos días, señoras). Olores que la gente también asocia con la falta de higiene.

Tal vez sea cuestión de higiene, pero más bien de la higiene de nuestras ideas preconcebidas y del lavado de cerebro al que hemos sido sometidos.




 La gente suele imaginar una vagina como un reducto de gérmenes que debe de lavarse con dedicación hasta que de ella desaparezca cualquier olor o lubricación. Esto no es así. La flora vaginal está repleta de gérmenes, es cierto, pero los gérmenes se pasean tranquilamente por todos los órganos de nuestro cuerpo. Lo importante es dilucidar qué tipo de gérmenes son, porque la total ausencia de gérmenes también es nociva. En condiciones saludables, por ejemplo, las bacterias de la vagina tienen una función beneficiosa.

Una vagina de olor desagradable no siempre es sinónimo falta de higiene (de hecho, el exceso de higiene es peor que la falta de higiene, pues se destruye la imprescindible flora vaginal). Un olor fétido puede ser producido por lo que se llama vaginitis bacteriana, una infección que produce compuestos como la trimetilamina, que curiosamente es la misma sustancia que otorga su olor al pescado poco fresco. También encontraremos putrescina, que es lo que hallaremos en la carne putefracta, y cadaverina, que ya os imagináis de dónde proviene el nombre.




Una vagina sana debe estar poblada por una colonia de lactobacilos, las mismas bacterias que se encuentran en el yogur (sean o no de bífidus activos y demás zarandajas). Los lactobacilos viven ahí dentro, protegidos del exterior, calientes, bien alimentados por las proteínas y los azúcares del tejido, y a cambio proporcionan protección frente a bacterias invasoras generando desinfectantes como el ácido láctico y el peróxido de hidrógeno. Por eso una vagina sana desprende un aroma similar al del ácido láctico del yogur y posee un pH del 3,8 al 4,5, más o menos la que tiene un vaso de vino (superior al café negro pero inferior al limón). Como dice la divertida Natalie Angier en Mujer, una geografía íntima, ésta en la vagina que canta, la vagina con bouquet, con cuerpo.

El flujo vaginal, por su parte, posee una composición parecida a la del suero. Agua, albúmina, glóbulos blancos y mucina, la sustancia que otorga a la vagina su lustre. El flujo vaginal, en ese sentido, no tiene nada que ver con la orina o los excrementos, sólo es un lubricante, como el que provoca que nuestros ojos no se agrieten o nuestra lengua no parezca un pedazo de corcho.

Otro de los desencadenantes de la vaginitis bacteriana, además del exceso de higiene, son los hombres. En concreto, su semen. La eyaculación masculina en el interior de la vagina también puede trastocar la flora vaginal. Al parecer, los espermatozoides no son capaces de nadar en el medio ácido de una vagina sana, así que vienen envueltos en una solución alcalina, que incrementan el pH de la vagina, favoreciendo la invasión de bacterias no deseadas. Normalmente, un simple coito no provoca esta reacción, pues la vagina recupera con bastante facilidad su pH, pero los riegos aumentan cuando se mantienen muchas parejas sexuales diferentes, ya que las defensas inmunológicas, entonces, no funcionan tan bien. Así que antes de decir con ligereza que una vagina huele a pescado, quizá habría que plantearse si en realidad el responsable de ese olor no ha sido el semen de un hombre. O mejor dicho, el semen de muchos hombres diferentes.




viernes, 24 de mayo de 2013

GUÍA PARA MUJERES SOLTERAS DE 1938

Guía para mujeres solteras de 1938






Normas que se recomienda seguir a rajatabla.
En 1938, se publicó en E.E.U.U, una curiosa guía en la que “aconsejaba” a las mujeres solteras como comportarse en su primera cita. Sin desperdicio.
Aunque parezca sorprendente se ve que en muchos sitios esto no ha cambiado demasiado.


Vístete en tu vestidor para mantener tu atractivo. Mantente preparada para salir cuando la cita llegue: no lo hagas esperar. Salúdalo con una sonrisa.



A los hombres no les gustan las mujeres que les piden prestado su pañuelo y lo manchan con carmin. Maquíllate en privado, no donde el te vea.



No te sientes con posturas desgarbadas, y nunca aparentes estar aburrida aun cuando lo estés. Mantente atenta y si debes mascar chicle -no recomendado- hazlo en silencio, con la boca cerrada.



Las mujeres indiferentes no atraen a los caballeros. No hables mientras bailas; cuando un hombre baila es que quiere bailar.


 


No uses el espejo retrovisor del coche para arreglar tu maquillaje. Los hombres lo necesitan para conducir.


 

Si necesitas sostén, lleva uno puesto. No le pegues tirones a tu faja, y cuida de que tus medias no estén arrugadas.


 

No te muestres familiar con tu acompañante acariciándole en publico. Cualquier muestra de afecto en publico se considera de mal gusto, y normalmente le resultara vergonzosa o humillante.


 

No seas sentimental o intentes hacerle decir lo que no quiere manejando sus emociones. A los hombres no les gustan las lagrimas, especialmente en sitios públicos.


 

No te muestres familiar con el jefe de comedor hablando sobre lo mucho que te divertiste con algún otro alguna otra vez. Los hombres merecen y desean tu entera atención.


 

No hables sobre ropa ni intentes describir tu nuevo vestido a un hombre. Agrada y halaga a tu cita hablando de lo que a el le apetece hablar.


 

No bebas demasiado, pues un hombre espera que mantengas tu dignidad durante toda la tarde. Beber tal vez haga a algunas mujeres parecer inteligentes, pero la mayoría se vuelven tontas.


 

No seas conspicua hablando con otros hombres. El colmo es pasarse con la bebida. Lo único que conseguirás es que tu cita no te vuelva a llamar nunca mas.
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Pues si, triste pero cierto, y lo peor es que me imagino la cantidad de madres que se lo recomendarían a sus hijas. Afortunadamente los tiempos cambian.

miércoles, 22 de mayo de 2013

¿POR QUE ES NECESARIO SEGUIR SIENDO FEMINISTA? QUE NO NOS CUENTEN CUENTOS CHINOS...


Manías

Llamadme maniática, pero si hay una causa que me parece prioritaria es que se me considere miembro del género humano. Con la reforma de la ley del aborto, las mujeres dejamos de ser personas para pasar a ser cálices sagrados o, mejor dicho, recipientes de semen. Y no veo que los movimientos sociales se estén ocupando, salvo el feminismo.


Anaïs S.C.





       Llamadme maniática (no seríais lxs primerxs), pero no me motiva especialmente comprometerme del todo con ninguna causa o ideología que no me considere persona. Hay millones de cosas por las que luchar: la defensa de un sistema económico no homicida para el que lo más importante sean las personas y el medio ambiente en el que se desenvuelven, garantizando un justo reparto de los recursos, por ejemplo. El respeto profundo e incondicional a todas las lenguas que se hablan, por muy minoritarias que sean. Esas serían causas con las que me comprometería sin pensármelo, hasta la médula. El problema es que, actualmente, me parece de más prioridad que se me considere miembro del género humano y no del mundo de las ideas… Me explicaré.

En estos momentos se está preparando una reforma de la actual ley del aborto, de la cual ha trascendido bien poco: para empezar, no sabemos ni quién la asesora (aunque podamos tener algunos indicios, por el olor a azufre e incienso y tal).


 Pero lo básico básico de la nueva norma sí que lo sabemos: que las mujeres dejamos de ser personas, es decir seres individuales con una experiencia propia única, para pasar a ser cálices sagrados o, mejor dicho, recipientes de semen. Eso es público; quiero decir, que todo el mundo lo sabe y todo el mundo escuchó a Gallardón decir eso de que está protegiendo lo más sagrado de ser mujer… Esperad, tengo las palabras exactas: la reforma del aborto protegerá “el derecho por excelencia de la mujer: la maternidad”. 


Eso es que las mujeres volvemos al mundo ideal del cansino de Platón: pasamos a ser un mero concepto, una idea, la de MUJER (así, en singular y en mayúsculas), que obviamente se define por la maternidad. Lo repito pero con otras palabras: un único proceso fisiológico determinando la totalidad de nuestra existencia. Eso es precisamente lo que hay detrás de esta reforma.

         Y a pesar de ser público, a pesar de las barbaridades, los ataques, el odio que se transmite hacia las mujeres con estos discursos y estas políticas (la desaparición de la ley de la dependencia es otro ejemplo)… no veo que se le esté haciendo mucho caso desde los movimientos sociales. O, como mínimo, no el caso que se merece. Me gustaría creer que es porque la gente no se cree del todo lo que está pasando o no es consciente de todo lo que hay detrás de esta retórica pro-vida. Pero a lo largo de mi vida me he tragado tanto el trillado discurso de “primero haremos una revolución, y luego ya pedís vosotras lo que queráis”, que me parece que lo vuelvo a adivinar detrás de todas esas pancartas y debates súper alternativos. Llamadme maniática, pero yo no me siento cómoda luchando por ninguna causa en la que mi condición de persona, de individuo, quede en stand by hasta que se consiga todo lo demás.

         Por eso, hasta el momento, ninguna lucha me ha convencido tan al 100% como la feminista. Y creo que el objetivo principal de ésta debe ser la confrontación radical al esencialismo. El movimiento feminista es, por si mismo, anti-esencialista: la diversidad de posturas, de opiniones enfrentadas, de debates a niveles increíbles… hace del feminismo el movimiento político más rico, en mi humilde e inexperta opinión. Y, a pesar de que yo pueda inclinarme hacia unas u otras posturas, nunca me siento fuera de lugar. Porque la contribución que yo pueda aportar, hecha desde mi propia experiencia individual, cuenta para construir la identidad colectiva, para visibilizar nuestra historia. Por eso, y por ahora, la auténtica lucha -en la que se incluyen todas las demás- es para mí la lucha feminista. Llamadme ingenua, si queréis. O maniática.




Porque es necesario seguir siendo feminista

      Partimos de la idea y concepción de que hablar de feminismo sigue siendo una cuestión mal vista en nuestra sociedad, en este mundo globalizado; una autodenominación que al ser expresada, aparta y excluye de los valores y buenas costumbres sociales. No es bueno ser feminista. Pensamos además que ni siquiera nunca ha pertenecido al abanico de lo “políticamente correcto”, de aquello que en un momento hay que decir que se es porque genera un valor añadido dentro del estatus quo social. Más bien, el hecho de reivindicarnos feministas ha generado y sigue generando sospecha, prejuicio y una actitud defensiva de algo, que no se sabe muy bien qué es, pero desde luego, nada bueno.

      Creencias como la de que el feminismo es lo contrario del machismo, que el feminismo está en contra de los hombres   o que las feministas……..continúan todavía muy en boga. “La guerra de los sexos” es el debate estrella en los absurdas tertulias televisivas. El sensacionalismo…..

       Además hoy en día, otra gran fuga de argumentaciones en contra del feminismo, resaltan que la discriminación de las mujeres está superadísima. En este sentido, el feminismo, con el que nunca se ha estado de acuerdo, es algo ya obsoleto. Como si además en algún momento, se hubiera contribuido a que la discriminación de las mujeres se terminase. Existe, en buena parte de la sociedad y sobre todo en la gente joven una sensación irreal de que las cosas han cambiado mucho y aunque todavía quedan pequeños espacios de desigualdad, que con políticas institucionales tales espacios irán desapareciendo.

        Por el contrario, resulta curioso comprobar cómo hablar de políticas de igualdad, de conciliación de la vida laboral y familiar, del enfoque de la perspectiva de género resulta enormemente “moderno”, “guay”, “ilustrado”. Esta ponencia pretende indagar para después pasar al debate, en las causas de esta situación después de muchos años de peleas feministas. El feminismo sigue sin ser un movimiento reconocido socialmente, no ha sido dotado ni siquiera de cierto estatus como……….. Pensamos que no ocurre lo mismo con el resto de movimientos sociales: el ecologismo, el antidesarrollismo.
¿en dónde pueden estar las causas de esta situación?

LOS FRENTES DE DESPOLITIZACION


        No significa que no valoramos las aportaciones desde ambos enfoques, pero poniendo en la balanza nos parece que una de las grandes desventajas/desilusiones ha sido la despolitización del feminismo, como una lucha que aunque genera teoría, fundamentalmente tiene que generar acción y respuesta social.




1.- POLITICAS DE IGUALDAD
2.- ENFOQUE PERSPECTIVA DE GENERO


     – enfoque de la perspectiva de género, muy “utilizado en el mundo académico y en las asignaturas relacionadas con la discriminación de las mujeres ¿de qué nos sirve haber avanzado en la creación de departamentos de género en las Universidades, en la explicación, en determinadas asignaturas de la perspectiva de género? ¡sale el alumnado en evidentemente hay un logro. Las feministas tenemos más para leer, debatir, estudiar. Pero dónde queda la ¿permiten esos rancias esferas universitarias, que se de un espacio para la lucha? A nivel teórico ¿se consigue un buen posicionamiento político en el alumnado con respecto a la lucha de las mujeres? ¡acumulamos fuerzas, en este sentido? Y mucho más importante, ello se traduce en mayor organización en grupos de mujeres, transgresoras. ¿Se crean círculos universitarios conspiradores y feministas con el estudio del enfoque de género? Por el contrario no suena más suave hablar de perspectiva de género que de feminismo?. Nos diréis es que el concepto es más amplio. Os decimos, es que el concepto está despolitizado. No se interioriza con su componente transgresor. Así la conversión de la subordinación de las mujeres en un mero objeto de estudio ha fomentado un distanciamiento de la militancia, creando dos mundos que en la mayoría de los casos y desgraciadamente nada tienen que ver. “El conocer para actuar” se ha convertido en “el conocer por conocer” impregnándose de los perniciosos intereses del espacio universitario, jerárquicos y

       Difuminización de la responsabilidad de los hombres en las relaciones de poder. Es verdad que el patriarcado hace que en un sentido humanista hombres y mujeres salgamos perdiendo pero el enfoque de las relaciones de poder muestra que los privilegios todavía están en manos de los hombres y de que somos las mujeres somos más pobres porque ellos son más ricos, somos agredidas porque ellos son los agresiones, somos las secretarias porque ellos son los jefes. 



Muchas veces se insiste en otorgar a los hombres un papel conciliador sin olvidar que lejos de peleas personales, la lucha de poderes acarrea una identificación de privilegios masculinos que tienen que estar dispuestos a perder.

        Desvirtuación del enfoque de género hasta el punto de considerar que el tema de la violencia puede ser ejercida por el género masculino y el género femenino y como tal un enfoque de género debe contemplar ambas posibilidades. ¿no resulta la desvirtuación máxima de esta perspectiva?

       – feminismo de la igualdad, materializado en políticas de igualdad, de discriminación positiva, planes de conciliación, diseño de leyes, etc. El feminismo de la igualdad se basa en que las instituciones son válidas para llevar a cabo los cambios propuestos por el feminismo. 



Esa confianza institucional posibilita una desestructuración del feminismo como movimiento. Creación de las políticas de igualdad como estrategia para que parte del movimiento empiece a pensar que hay que estar institucionalmente y no como organización popular/social. Pero, es que acaso la paridad asegura que por el hecho de ser senadora, parlamentaria o congresista, ello suponga un avance en la emancipación de las mujeres? ¿A más mujeres en la representación política, mayores condiciones para la no discriminación? Nosotras evidentemente pensamos que no.




 Y el aborto es un claro ejemplo de ello. ¿qué han hecho las mujeres del PSOE, las que han liderado durante años la igual representación de mujeres y hombres en los órganos de poder? ¿Dónde está esa presión de las mujeres, que supuestamente tienen ya su cuota de poder, para exigir no ya aborto libre y gratuito, sino siquiera que el tema entre en programa de su campaña? Analicemos los datos de una ciudad como Iruña, tomando los indicadores pro-igualdad. ¿del movimiento feminista y resultados.

RECURSOS GESTIONADOS POR EL MOVIMIENTO FEMINISTA:


– ABORTO NO ES LIBRE NI GRATUITO. NO SE AVANZADO. EDUCACIÓN SEXUAL RETROCESO – COFRES CERRADOS Y SE HAN RECONVERTIDO EN CAM, MÁS MEDICALIZADO. EDUCACIÓN SEXUAL DESAPARECIDA
– Casas de acogida para mujeres que huyen de la violencia machista (gestionadas desde el movimiento feminista o desde ¿dónde están los recursos y otros recursos sociales? Apoyo de los servicios sociales con la ley de dependencia/ ley de violencia/ley de igualdad – Educación: 0 a 3 no es gratuito ¿hay menos agresiones? ¿el reparto de las tareas en los hogares es mucho más alto que hace 30 años? ¿Qué pasa en la calle? ¿Qué pasa en las casas? ¿en educación? ¡existe el curriculo oculto? ¿en el trabajo?

EL FEMINISMO, LOS FEMINISMOS O LA POLITICA DE LA TRANSFORMACION EN EL MOVIMIENTO SOCIAL.

       Para no perdernos nos parece importante enmarcar el feminismo dentro del enfoque de los movimientos sociales.



En su conjunto, los nuevos movimientos sociales se caracterizan por varios rasgos. Primero, por un estilo de acción política no convencional basada en la acción directa, que contrasta con el modelo tradicional de intermediación de intereses que los partidos políticos desarrollan en las democracias contemporáneas. Segundo, por un fuerte sentimiento antisistema, ya que sus seguidores se sienten enajenados respecto a las normas y valores dominantes, ante los que expresan su rebeldía. Tercero, por construir sus organizaciones sobre la base de la toma de decisiones participativa, una estructura descentralizada y el repudio a los procedimientos burocráticos.

Para nosotras el movimiento feminismo es un movimiento situado a la izquierda y bien a la izquierda, antisistema, anticapitalista, que nada tiene que ver con entender la vida política desde un sistema de democracia representativa, que aspirar a una construcción de las relaciones de poder muy diferentes a la establecida, que necesariamente se ha de llevar mal con los poderes existentes: legales, judiciales, económicos, policiales, sociales...... Es un movimiento que nos permite estar en contra de la policía, la familia, la ley, el orden, el capitalismo, etc, etc, etc.





¿Desde donde pensamos que tenemos que seguir construyendo espacio feminista y antisistema? Desde el movimiento social.

Dentro del capitalismo no puede darse algo que satisfaga a los feminismos. La igualdad es capitalista. No somos iguales, ni queremos. Otra cosa es la igualdad ante la ley. Critica al paradigma de la igualdad. ¿Qué queremos un cambio en las relaciones de poder? La estrategia no pasa por la vía legal. Es decir más leyes = mayor igualdad.

El cambio tiene que ser a nivel global y pasa por un cambio en las prelaciones económicas entre los países. Nosotras no nos vamos a meter en universalizar estrategias, ni extender el paradigma de los derechos humanos.

Pensareis, esto es el feminismo radical de los 60. Hemos aprendido mucho desde entonces y las críticas desde las postcolonialistas nos han sido muy útiles.

NUESTRAS LUCHAS Y LOS NUEVOS ENFOQUES. FEMINISMOS POSTCOLONIALES. FEMINISMO QUEER

“Frente a un feminismo global, homogenizador y excluyente que bajo la opresión de género iguala a todas las mujeres, los nuevos feminismos nos hablan de múltiples opresiones, de diferentes diferencias y del extrañamiento de muchas mujeres con un movimiento feminista con el que se identifican pero cuya agenda y legado histórico resulta en gran medida ajenos, puesto que toma como sujeto de referencia a la mujer blanca, occidental, heterosexual, de clase media, educada y ciudadana”.

La historia del movimiento y de la teorización feminista nos ha conducido a que hoy en día hablemos de feminismos. Con la segunda ola, aparecen las diferentes corrientes feministas europeas: el feminismo liberal, radical, socialista, de la igualdad, de la diferencia……Los distintos enfoques sobre la discriminación, la opresión, la explotación de las mujeres hacen ver que no nos ponemos de acuerdo en las causas, pero sí en las reivindicaciones

Es un movimiento fuerte, con claras reivindicaciones en la calle:


Hablamos de los años 70 y 80 en el estado español.

      Los nuevos debates nos sitúan en el intento de dar respuesta a las interrelaciones entre las diferentes expresiones de opresión y el resultado de la confluencia de estas subordinaciones. ¿Qué pasa con las mujeres inmigrantes, lesbianas, con escasos recursos, en situación o riesgo de exclusión social?





 ¿dónde les queda el concepto de ciudadanía? De qué les hablamos? ¡de ser ciudadanas? “Es un feminismo ciego a las formas en que el racismo y la posición de clase hacen específica la opresión de género” Incorporación de las mujeres a la ciudadanía. ¿cual es el concepto de ciudadanía del que partimos? ¿construcción del concepto? La lucha es ser ciudadanas. No

Ser ciudadanas dentro del sistema patriarcal. Estrategia de lucha no válida para las mujeres puesto que son las bases de ese sistema la que por un lado construye y define el concepto de ciudadanía y por otro lado sigue oprimiendo a las mujeres /(profundizar más en ese concepto). El concepto de ciudadanía va unido a los derechos que como referente es hombre blanco.......No vamos a defender ningún concepto en el que no se nos incluya a todas y que parta en su base de la opresión de las otras (inmigrantes. Ejemplo: servicio doméstico/prostitución)




Que amplia el nivel de conciencia no solo a la discriminación de las mujeres por el hecho de serlo sino a otros colectivos que se encuentran en situaciones d e discriminación por otros motivos: etnia, clase, represión...u otro tipo de exclusiones. (las otras inapropiadas. Las multiexlusiones) Es feminismo es una visión del mundo, una manera de estar en el mundo, una teoría y una práctica que te conduce, no a parcializar las opresiones en función de las categorías clásicas: sexo, raza, etc. sino que permite interrelacionar todas estas opresiones y tomar conciencia de ellas. Esto nos aleja del feminismo institucional que valida el sistema y sólo reconoce las causas de discriminación de las mujeres desde una perspectiva igualitarista.

Frente a las políticas institucionales las micropolíticas desde los márgenes , que dicen las queer, frente a la universalidad de la Ilustración, las identidades e identificaciones múltiples, las identidades negociadas, que dicen las postcoloniales.

No queremos alejarnos de nuestros debates cotidianos. Nosotras, como militantes, a lo largo de todo este tiempo, y fruto de nuestra evolución nos sentimos más cercanas a estos nuevos enfoques. Es más pensamos que sitúan nuestras luchas de una manera más certera y hacia un camino sin tanto despiste. La lucha de las mujeres, el feminismo sigue estando en nuestras manos

Crítica al concepto igualdad. Surgen de los yanquis
Crítica a las instituciones y al estado (Feminismo radical): El PSOE con su llegada al poder lo que hace es desmovilizar y elminar parte del movimiento social que había en los años 80. Despolitización. Situación de despolitización de la sociedad. ¿Por qué?

Estrategia a nivel mundial. 1975: la ONU decide que se tienen que hacer organismos que promuevan y defiendan los derechos de las mujeres y que además esos organismos van en la línea de promover la igualdad, la equidad, políticas de disrcriminación positiva

Institucionalización del Feminismo en America Latina.

¿Por qué no se habla de ecologismo Institucional?

¿Quién se ha autodenominado feminista institucional?

Democracia.

La organización de la colectividad sigue siendo una prerrogativa masculina.





LA NECESIDAD DEL FEMINISMO. CREENCIAS, MATERNIDAD, Y FAMILIA

Como venimos comentando,

MATERNIDAD. Aspecto más glorificado de la condición femenina. ¿qué avances ha habido en la concepción de la maternidad a nivel social que supongan mayor emancipación para las mujeres? Cero patatero e incluso se da una mayor glorificación. 





Experiencia femenina ineludible valorada por encima de cualquier otra. Dar la vida es fantástico- Se nos responsabiliza de un fracaso que es en realidad colectivo social y no femenino. A la vez que se fomenta la maternidad, criar en condiciones dignas entendido como para el ser humano: trabajo precario, vivienda precaria, escuela va en picado, sometimiento niñez todo tipo de agresiones televisivas. Se responsabiliza a las madres de estos fracasos. Es necesario que las mujeres sientan que han fracasado. Las expectativas sociales sobre padres y madres siguen siendo muy desiguales. El nivel de exigencia sobre unos y otras. Maternidad y sexualidad.

FAMILIA. Rescatar el enfoque de los años 70, sobre la familia como una de los principales pilares sociales resulta una tarea imprescindible desde el feminismo. La familia sigue siendo la institución más respetada y en ese sentido, menos criticada de la estructura social. Pero todas sabemos que es en este marco donde la violencia se ejerce y justifica con total impunidad. 





Violaciones, agresiones, malos tratos encuentran en la institución familiar su hábitat más cómodo a su propagación. Podemos decir que es su medio. También la calle, las escuelas, los medios de comunicación evidentemente. Pero con la diferencia que la configuración de la familia, basada en la jerarquía de la diferenciación de roles, en la división sexual del trabajo y en una correlación de fuerzas en la que los sentimientos siempre juegan en contra de las mujeres, supone un caldo de cultivo para la subordinación de las mujeres.

Nuevas formas de familia: matrimonios de gays y lesbianas no han hecho temblar a la institución.

DISCURSOS, CREENCIAS. Comentábamos al principio que existe una falsa creencia que hoy en día somos más iguales que ayer. Sumisión a las normas estéticas. Liberémonos pero no demasiado. Mensaje tranquilizador a los hombres. Su virilidad, su famosa solidaridad masculina se construye a partir de la exclusión de nuestros cuerpos. Es un pacto que reposa sobre nuestra inferioridad. ¿qué se piensa que somos las mujeres? Tópicos, típicos y míticos siguen siendo todos los sanbenitos que nos caracterizan; quizás con un toque de modernidad, pero perviviendo todo tipo de estereotipos sobre cómo somos las mujeres y sobre lo qué podemos hacer. Sigue estando de moda la feminidad, la comprensión, la poca racionalidad

Creencias sobre las otras, las que vienen de fuera, las inmigrantes. Tienen más hijos porque tienen menos educación

ORGANIZACION SOCIAL ECONOMICO POLITICA

Muy poco dicen al respecto las políticas de igualdad de oportunidades o la academia del género.

Situar toda práctica feminista en un entramado de flujos de intercambio y significación, de apropiación y resistencia dentro de la economía capital-sexo-raza-global


Texto extraído de: Pikara MagazineFeministas.org