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viernes, 18 de diciembre de 2015

SOMOS SOLO AMIGXS...(CON DERECHOS)...


Solemos como sociedad, poner títulos a todo, al estudio, al empleo, a la comida y a las relaciones para identificar y asociar.

Hay títulos que todos conocemos, pero no todos los pronunciamos y muy pocos se atreven a vivir, o más bien, los viven pero no los nombran. Amistad para los amigos, sexo para los amantes, compromiso para el noviazgo y para una amistad con sexo pero sin compromiso: amigos con derechos.


Juan comenzó un nuevo trabajo, allí había varias niñas lindas y, al parecer, interesantes, pero entre esas no estaba Valentina, sino la hermana de esta. Juan pasó de una relación laboral a una de amistad con la hermana de Valentina. Sin embargo, llegó una noche, una noche de fiesta, esas fiestas que suelen hacer los compañeros de trabajo para ‘socializar’ (de esas donde el jefe se le declara a la secretaria o viceversa) y a la que un recién llegado jamás se puede negar. Allí, por fin, habla con Valentina…


Valentina y Juan empezaron una nueva relación al tener en común más cosas que el trabajo: la música, esa que une mundos, unió sus vidas, en medio de Gondwana, Alerta y el infaltable Bob Marley. Sus mismos gustos cinéfilos les permitían pasar toda una tarde juntos; esas tardes tan normales, excepto por una, una que incluyó un beso –ese que ambos estaban esperando, pero ninguno se atrevía a dar o pedir- pero todo se congeló ahí…Ahí perfectamente se complementaban Juan y Valentina.

Los encuentros siguieron, porque no los unía un trabajo, los unían sus gustos, su afinidad, sus deseos. Llegó, ese momento, ese donde él se declara, tal cual como en una película rosa y así hubiera podido comenzar la historia de un noviazgo común y corriente, si su pasado no hubiera estado marcado.



Marcado no estaba el silencio que necesitaba Juan, aunque para Valentina eran gritos, el pasado de Juan, ese pasado de hace tan poco, en donde tuvo una relación sentimental con la hermana de ella; con dignidad -esa cualidad que las mujeres tenemos a flor de piel- decide no meterse formalmente con el ex de su hermana, y así como el reggae: ‘relajao’ accedió a llevar una relación sin nombre, una relación no formal, una relación de “amigos con derechos”...



Derechos sexuales, Juan y Valentina disfrutaban de las salidas y pláticas como amigos, pero también disfrutaban de un buen sexo, uno al que Juan define con un “¡Huy, mejor dicho…!” (Se pierde su mirada y seguro se va a un recuerdo, o a otro…), y empieza a tararear Seal it whit a kiss. Se utilizaban sexualmente cada cuanto el uno o el otro, lo pedían, pero no había remordimientos, porque sus encuentros no solo incluían sexo, sino un compartir de sus vidas, de su intimidad....



Intimidad que no estaba definida solo por el sexo, sino porque compartían lo más íntimo de su ser, se compartían el uno al otro. Intimidad que se reflejaba en el refugio que encontró Valentina muchas veces en Juan: era él con quien podía hablar de lo que no podía hablar con nadie, era él quien recibía sus llamadas sorpresas, era él quien siempre la acompañaba a cine o esas tediosas compras, era él quien aguantaba su bipolaridad que afloraba cada 28 días, era él a quien le entregaba su cuerpo; cuerpo que esporádicamente se entregaba a la pasión. No necesitaban de posiciones, juegos, maneras especiales, cada experiencia sin planearla llevaba algo nuevo, algo que lo hacía inolvidable. Se rompía el esquema del reggae, con un susurro al oído “When we play pretened body is on fire” podía comenzar todo, esa entrega, ese desfogue, esos momentos suaves y salvajes, esos que solo les pertenecen a ellos y a su pasado.

Cada uno empezó a tener una relación formal y así como comenzó, terminó ‘relajao’, y hoy, en el futuro de su pasado, Juan ve que fue lo mejor. Aún sigue su amistad con ella, pero es solo eso: amistad, amistad sin derechos, sin derechos a sexo, sin derechos a besos, sin derechos a roce, porque ahora en sus ojos, en su corazón, él puede verla como una hermana.

¿Acaso después de vivir una relación que llega hasta la intimidad sexual, se puede llegar a tener una relación de amistad tan fraternal?


La libertad, esa que reina en siglo XXI, o mejor, esa por la que luchamos, la buscamos a cualquier precio, incluyendo en las relaciones. Venimos de un pasado con matrimonios de esos que ya no se ven, esos de “hasta que la muerte los separe”, seguido de matrimonios con divorcios y más divorcios, por compromisos mal hechos y el afán.



Quizá por el miedo a seguir esta tradición, se derriban argumentos “chapados a la antigua” y se han abierto relaciones sin compromiso como si fuera sinónimo de “sin heridas o daños”. Queremos amar sin entregar el corazón, queremos satisfacción sexual, sin responsabilidad, queremos entrega de otros pero con nuestra libertad, queremos disfrutar del momento sin pensar en un futuro.

Historias que se toman de ejemplo para definir lo que es una relación, pero estas lo definen en palabras, al final el nombre, el título, es lo que menos importa, la definición real, es la vivencial. ¿Qué fue esa relación? ¿Fue amistad? ¿Fue sexo? ¿Fue deseo? ¿Alteración de los sentidos y de los parámetros? ¿Todo en uno?



republicado de bakánika

viernes, 11 de diciembre de 2015

LOS LÍMITES DE LA SEXUALIDAD


Las personas somos un conglomerado bio-psico-social. “Bio” es nuestra parte biológica, nuestro cuerpo, nuestras hormonas, etc. “Social” se refiere a todo aquello que aprendemos de la sociedad en la que vivimos: pensamientos, actitudes, creencias, etc. y “psico” implica cómo integramos estos conocimientos en nuestra estructura psicológica. Estos tres aspectos son inseparables: si uno varía, los otros dos le siguen.

En nuestra sociedad aprendemos que todo se compone de dos elementos extremos que se complementan: hombre-mujer, delicadeza-rudeza, pureza-impureza… No suelen existir los términos medios. Es algo aprendido desde la infancia, y nuestro cerebro se alimenta de ello puesto que necesita esquematizar la realidad para poder aprehenderla. Eso no significa que nuestro cerebro necesite dividir todo en dos opuestos, y mucho menos que uno sea superior al otro. En cambio nuestra sociedad aboga por ello. Los roles opuestos que se asignan a mujeres y hombres hacen que no vivamos con libertad la relación con nuestros cuerpos y menos aún la relación con otros cuerpos.
La tiranía de género se hace patente en nuestra sociedad cuando no puedes (o no debes) elegir determinadas actitudes, prácticas, etc. ¿Te has planteado alguna vez por qué eliges una cosa y no otra? ¿Por qué te gusta una determinada manera de ser y no otra? Seguramente a las preguntas planteadas respondas: “Bueno, si elijo algo es porque me gusta…” A lo que yo te volvería a preguntar: “¿Pero POR QUÉ te gusta?”. Y seguiría incidiendo en esta pregunta porque habitualmente lo que se ve, ya sea en sociedad o en terapias, es que la gente no elige en función de sus preferencias, sino en base a lo que cree que se espera de ellas o han aprendido que tiene que ser así, sin más. Por ejemplo, ¿no has mantenido alguna vez relaciones sexuales cuando no te apetece porque piensas que es lo debes hacer o lo que los demás esperan de ti?, ¿o has pensado en operarte porque una parte de tu cuerpo no te gusta?, ¿o te has obligado a sonreír cuando en realidad te apetecía llorar?


En nuestra sociedad los valores otorgados tradicionalmente a la mujer son los menos valorados y se consideran de segunda categoría. Algunos de estos valores son: discreción, elegir a las parejas pensando en el futuro, responsabilidad, fidelidad, sumisión, disponibilidad o falta de iniciativa. Por otra parte, los valores masculinos (competitividad, iniciativa…) tienen la ventaja de ser considerados mejores socialmente. Pero si nos paramos a analizarlos veremos que muchos de ellos no reportan grandes beneficios. Se espera de los hombres disponibilidad sexual absoluta, se les enseña a dar poca importancia al factor afectivo y tienen que soportar la presión de ser expertos en todos los ámbitos y los responsables del placer de sus parejas.
Cuando una persona no cumple con alguna de las características asignadas a su género, de alguna manera será avisada por su círculo social y, si persiste en su actitud, se le negará reconocimiento social. Ese control sexista es cada vez más sutil, pero sigue existiendo tal y como lo planteas en tu pregunta, y más cuando ahondamos en el terreno de la sexualidad. Para verlo más claro, tan sólo tenemos que imaginar una pareja heterosexual en la que ella tenga más iniciativa y llame más la atención que él. En este caso, la mayoría de comentarios serán parecidos a los siguientes: “Pobrecito”, “Él es muy buena persona”, “A ella se la ve muy marimandona”, etc. Cuando en el caso contrario seguramente no escucharíamos apenas comentarios, puesto que socialmente es lo “normal”. Y, si ahondamos en el terreno sexual, pongámonos en el caso que él eyacula antes de lo que esperaba. El papel de la mujer suele ir encaminado a consolar o quitar importancia, cumpliendo su papel social de comprensiva. En cambio, si ella no tiene un orgasmo, surge la preocupación de él, puesto que supuestamente no cumple las expectativas de experto. En todos los ejemplos, los avisos vienen subrayados por estereotipos: “Marimandona”, “Calzonazos”, “Eyaculador precoz” y “Frígida”.


El problema no son los valores en sí, sino el hecho de no poder elegirlos. Una persona puede no tener iniciativa porque ELIGE no tenerla, pero en el momento en que se convierte en una exigencia, limita su desarrollo personal. Toda esta socialización de género va conformando nuestra sexualidad de tal manera que elegimos lo que elegimos no por libre elección, sino porque es eso lo que tenemos que elegir, sin plantearnos más opciones, porque de existir éstas, apenas las conocemos. Por ello es un proceso complicado cambiar las actitudes asociadas al género, pero no imposible.

Cuántas veces has escuchado: “¡No sé cómo lo hago, pero siempre acabo saliendo con el mismo tipo de persona!” Otra muy habitual: “¡Todos los hombres (o mujeres) son iguales!” Detrás de estas frases se esconde este aprendizaje de género.

De hecho, no vemos lo que hay, sino lo que somos. Es decir, tus gustos se definen en función de tus creencias, con lo cual siempre te fijarás en aquellas personas que reafirmen tu idea de cómo tienen que ser las cosas.
Y el mundo está estructurado en función de tus ideas, de ahí por ejemplo que mucha gente tenga que etiquetar como hombre y mujer a parejas gays y lesbianas…No conciben otra visión porque no lo han aprendido. Aún analizando y cambiando tu visión de la sexualidad, se siguen repitiendo los patrones porque algo que se ha aprendido durante toda la vida, no se puede cambiar de un día para otro. Necesitas derrumbar todas las creencias anteriores y empezar un edificio nuevo. Y siempre teniendo en cuenta que los pensamientos y actitudes cambian antes que la acción.

Pero sobre todo, para poder cambiar nuestro modelo de sexualidad hay que replantearse todas las acciones que hacemos sin pensar y ahí veremos cómo reproducimos nuestros aprendizajes castrantes hasta en los más mínimos detalles. Y si no recuerda cuando una amiga tuya te dijo cuántos polvos había echado en una noche contabilizando las eyaculaciones de él o cuando aquel amigo tuyo te dijo que pensaba en otra cosa mientras practicaba la penetración. Para generar el cambio es imprescindible aprender un sano egoísmo, es decir, pasar del esquema de: “Si yo gano, tú pierdes”, al esquema: “Si yo gano, tú ganas”. Pero de este egoísmo hablaremos más adelante…

Mónica Quesada Juan
Texto extraído de: Pikaramagazine

miércoles, 23 de abril de 2014

LOS CABRONES,¿NACEN O SE HACEN?: SEDUCTORES Y DEMÁS PSICÓPATAS QUE NOS VENDEN LA ESCLAVITUD DEL FOLLAR



El donjuán, Casanovas...esos tipejos psicópatas de pautas repetidas, que presumen y se vanaglorian de ser cabrones con las mujeres. La sociedad, patriarcal, lejos de darles la espalda, les premia con adjetivos como "seductor", "inteligente".... pese a que solo se preocupan por si mismos y sus necesidades inmediatas y son los máximos representantes del capitalismo en los afectos y la sexualidad....


Nadie habla del implacable sadismo de estos seres "encantadores". Son maestros del lenguaje, de una simpatía arrebatadora, locuaces y fascinantes, eso sí, en la superficie. Siempre aparentando estar buscando a su mujer ideal sin éxito y continuamente perdiendo amigas y amigos por el camino cuando ya han saciado su ego y necesidades más prácticas.

Presumen, aunque sutilmente para rodearse de un halo de misterio, de sus conquistas femeninas y de lo cabrones que pueden llegar a ser con las mujeres, pero no reflexionan sobre sus actos, ni se sienten culpables ni intentan cambiar porque ya no serían tan machos de cara a la sociedad patriarcal.....PUTOS FLIPADOS QUE SE CREEN DIOSES!!

Ante estos solo puedo preguntarme, ¿Por qué mienten tanto? ¿Lo hacen porque al contrario de las mujeres, les cuesta mucho admitir sus defectos y cambiarlos, en lugar de ello prefieren crearse una realidad externa bien alejada de la interna?

¿Por qué mienten?

Pues justamente por lo que hemos comentado anteriormente, son incapaces de aceptar sus errores y cambiar, prefieren vivir engañados, este es un comportamiento infantil y por eso se les llama: “inmaduros. Y también, sobretodo, porque son unos inseguros, seguramente muchos serán así por culpa de su padre o madre. En vez de trabajarse y superar los traumas, prefieren vivir en la comodidad de sus actos y naturaleza.


¿Qué podemos hacer nosotras y nosotros?

Pues nada, hagamos fuera de nuestra vida estos psicópatas y relacionémonos con los miles y millones de hombres que habitan el planeta y son seres normales.

Y si te has encontrado con un psicópata agudo de estos intenta darle una vuelta a la experiencia, !!Hay quien cree, que no yo, que precisamos al menos una experiencia con un psicópata para poder apreciar las nuevas masculinidades..¡¡Menuda gilipollez!!


¿Cómo detectar un hombre así?

Los Psicópatas son grandes seductores: si no, nadie querría estar con ellos. Estamos ante un "Casanovas", aquel hombre muy envalentonado que presume de sus conquistas, y de las que no ha podido conquistar como conquistadas. Es esta persona que llega a ti, de una manera muy sutil y sigilosa, que primero analiza tus necesidades y se convierte en eso que tu necesitas, debido a su gran experiencia con mujeres,. Tiene la facilidad de leerte muy rápidamente, es astuto, mas no inteligente. Su única satisfacción es la conquista de mujeres como trofeos, y regodearse de sus hazañas.

Es un narcisista, por lo que los sentimientos de la otra persona son ignorados, tiene una facilidad para halagar la sensibilidad femenina, y darle a cada mujer lo que necesita. No estamos ante un super amante o un superdotado, el "secreto" reside en su habilidad especial para captar el tiempo de cada mujer. Puede llegar a mostrarse muy sensible y frágil, y esto es parte de su don camaleónico de transformación.

Son poco o nada selectivos, para ellos todas las mujeres están dentro de su target, feas o bonitas, viejas o jóvenes, en desgracia o felices, sus relaciones son cortas, o cuando están casados o en una relación formal, son infieles.

El casanova, con los recursos que utiliza tan hábilmente, lo que busca es bajar las defensas de la mujer, por eso algunas veces, halaba sus virtudes o cuando esté se encuentra con una mujer que esta fuera de sus posibilidades, utiliza bajarle la autoestima o activarle el sindrome wendy.

En una salida "normal" en un entorno social variado (senderismo, activismo político, actividades deportivas...) podemos observar en estos hombres como su comportamiento a veces se puede notar a simple vista y sin necesidad de ser una de las piezas a batir: ojos perdidos en búsqueda para ligar, excusas para quedarse a solas con una mujer, "caballerosidad" exagerada para llamar la atención, adulación extrema de las virtudes del objetivo...Pero una vez conquistada la mujer es abandonada...

El casanova utiliza varios recursos en la actualidad desde los ciberneticos tales como las redes sociales pasando incluso por el feminismo para acercarse a mujeres, el deporte, movimientos sociales...¡¡Nunca sabes cuando vas a encontrarte con uno!. Para ellos no existe la moral o valores éticos.
Se sienten adictivamente atraídos por el sexo femenino como si estuvieran ante una pastelería o un filete de carne vacuna en su jugo.

Necesitan camaradería sexual permanente, que no amorosa. Por prolongadas o intensas que sean sus relaciones tienen el regusto de la fugacidad e improvisación. Para estos hombres no hay pérdida insoportable ni mujer irreemplazable.




Sus relaciones con mujeres empiezan rápidamente, con una atracción física instantánea. No hay espacio entre el deseo y su satisfacción. Los Casanova evitan los afectos más profundos; si la relación con la amante de turno adquiere un tinte más serio suelen huir de la misma. Tratan a las mujeres y al sexo como un objeto de consumo. La seducción suele perseguir una "escalada sexual" que consiste en una serie de concesiones logradas mediante el encanto y la habilidad.


El hombre Casanova habla de sus conductas, y de las mujeres, en términos de intercambio: "Me dan lo que necesito y yo les doy lo que necesitan"


Sea cual sea la edad cronológica o el estatus que ocupa el hombre "buscador de emociones" no puede vivir sin novedad y excitación. Es por ello que cuando descubre a una mujer que le resulta atractiva comienza su estrategia de juego y habilidad para conseguir el trofeo ansiado; sus pasos son meticulosamente calculados, lo que requiere concentración y autocontrol.


La adulación se convierte en un arte a cultivar y hacen de la seducción toda una ciencia reemplazando el romanticismo con la técnica y la pasión con la precisión.

Estos hombres son inseguros y carentes de madurez afectiva, buscan con esté comportamiento el llenar el vació que tienen de amor maternal, son machistas por mucho que se llenen la boca con el término libertario, verdaderos depredadores capitalistas de los afectos y la sexualidad.


Sus presas no tienen un perfil muy definido, pero generalmente son mujeres difíciles: muy exigentes y selectivas, emparejadas ….

Mientras están en la relación te hacen sentir que tocas el cielo con las manos: te dicen todo lo que siempre quisiste oír , te tratan de maravillas ...¡son el hombre ideal!

Pero una vez que te tienen en sus garras se comportan por encima del bien y del mal , porque él mismo se siente tan poca cosa que necesita rebajarte para sentirse más importante. Se esmera en enamorarte, hasta que le dijiste " te amo" , y entonces ya no le interesas más , porque caíste en sus redes, que era el fin de todo su juego. Si le amas, no le interesas , porque ...¿para qué seguir cautivando a alguien que ama a una basura como él? (prueba de que se siente basura son sus lamentos de pobre victima constante a los que te somete)



Suele realizar comentarios negativos sobre ellas cuando ya han dejado de estar en su punto de interés: “ se ha vuelto loca por mí, es un poco pesada, a ver si me deja de llamar ya” "está desequilibrada, yo nunca dije que la quería".

¿Estás demasiado cerca de uno de ellos?

No te aflijas, alégrate porque " de buena te has salvado"!!! Borralo de tu cabeza y de tu vida, está loco, hermana, y a ninguna mujer del mundo el conviene enamorarse de un psicópata, aunque son maestros en enamorar.



¿Quénos venden?, La esclavitud del follar

¡Somos sexys, somos calientes, somos libres! ¿En serio? ¿En qué momento las mujeres tomamos esa consigna de feminismo peuco y nos convencimos de estar disponibles al follón sin pedir nada a cambio?. Los hombres históricamente han estado dispuestos a pagar un costo por acceder a una mujer, con una cita, con palabras de amor, en el extremo con dinero; sin embargo, hoy somos nosotras las que no pedimos ni un mensaje de texto post coitum.

No pretendo caer en nostalgias reaccionarias, pero hay que reconocer que la situación actual de nuestra transacción sexual, es como haberle pedido al mismo empleador que nos tenía con contrato fijo, una boleta de honorarios.
Después de tanta lucha que hemos dado para salir de la opresión de la norma macho, nos tropezamos con algo curioso y sintomático: nos hemos transformado en una fantasía masculina, es decir, en un pedazo de culete gratis. Claro, las mujeres no le decimos así… sino que usamos eufemismos como mujer libre, multiorgásmicas, lovefree, autogestoras del orgasmo.




Así, muchas veces nos convertimos en esa amiga-amigo, que declara ser distinta a sus congéneres. Y que se empeña en buscar cuestiones fálicas, como el poder, la competencia, follar. Lo que no sería problemático si no fuera porque en la exaltación de esa vía, renegamos de cosas como la palabra, la cercanía y el cuidado. Todo bajo el nombre de liberación.

¿Pero de qué se habla cuando se alude a liberación sexual?

No más que a la flexibilización de contratos. Más allá de los viejos convenios – que como toda norma siempre fueron transgredidos- se trata sobre todo de estar libre del otro. El sexo así, tiene rostro libre, pero cuerpo mezquino.

Por otra parte, me pregunto si es posible jugar realmente el mismo juego de los hombres, cuando aún no tenemos las mismas condiciones en la cultura. Porque todavía las mujeres valemos menos en el mercado laboral. Aún no somos dueñas del destino de nuestro cuerpo, la natalidad es un asunto de Estado y la maternidad, un asunto privado con escaso apoyo social. Aún debemos modelar nuestros cuerpos de acuerdo al fetichismo masculino ( quién no se ha sacado fotos de pedacitos de sus presas para exhibirlas en las redes sociales). Aún los femicidios. Aún los juicios clásicos hacia las mujeres: tontas, locas, maracas. Entonces ¿por qué tendríamos que estar en las mismas condiciones en la erótica?

Para que esto no parezca – que seguro ya lo parece- un lamento conservador o un gemido de mina histérica, hay que entender que a veces la libertad prometida no es más que una nueva domesticación.


Nos enseñaron a pensar que el único mecanismo de control social era la represión y que, por lo tanto, librarse de las ataduras significaba libertad. Y es cierto que las mujeres hemos tenido que pelear frontalmente con el poder para lograr cierta justicia y dignidad. Sin embargo, olvidamos que la ideología también se instala a través de discursos y prácticas que parecen neutrales. Y es por esta vía que nos hemos construido una autoimagen, que tiene mucho de impostura masculina. Calientes, independientes, cabronas.

Estos discursos, que parecen inofensivos, provienen al menos de dos fuentes. Una de ellas es la erótica modelada por la ciencia. Casi cada semana nos encontramos con algún técnico del sexo enseñándonos como amar e imponiéndonos distintos scores de la práctica sexual. La ciencia ha transformado el sexo en tema sanitario. Ahora se dice que sería bueno para la salud, como hacer deporte o comer fruta. Por el contrario, alguien que no tiene sexo -por que no puede, o no quiere- estaría enfermo.

Desde otro frente, la revista femenina propone a la mujer de vanguardia. Invitando a la sexualidad tántrica, holística, cuántica… promocionando juguetes sexuales de diseño para llevar en la cartera por si a una le baja la calentura por ahí. Angustiando a cuanta fémina, que con su libido por el suelo, se siente culpable y frígida.

Lo que no hemos entendimos – como decía Foucault – es que decirle que sí al sexo, no significa decirle que no al poder. Sin darnos cuenta, nos hemos ido construyendo como mujeres hiperdefensoras de lo masculino, dejando a un lado nuestro gran capital transformador: el campo de las relaciones. Ese tejido social que apunta al cuidado y la cooperación.



No se trata de defender las viejas instituciones de lo amoroso, que también nos aplastaban; pero el simulacro del touch and go crónico deshumaniza. Se trivializa el cuerpo, se mecaniza el sexo y se atenta contra las posibilidades de un encuentro: la amistad, la ternura, la solidaridad, al menos una fraternidad política con el otro.

Por mi parte, aún prefiero la resaca de un encuentro; que un acuerdo de sexo controlado, avaro de la locura de a dos, sobrante de hule.

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NOTA...

Si eres hombre y no te ha gustado este post es que ocultas la realidad del mismo para no herirte.
Tened en cuenta que el psicópata seductor capitalista y acumulador de "muescas" es el prototipo de hombre que hace que el resto sean discriminados cuando se generaliza sobre los hombres.

Este tipo de hombres es la lacra más brutal de la sociedad, seguramente sois muchos: hombres y mujeres, que conocéis más de 1, 2 y 3 hombres con esta psicología y realmente es patético.