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lunes, 19 de octubre de 2015

CALIFORNIA, Emma Goldman

Emma Goldman
California

Escrito: En o antes de 1910.
Publicada por vez primera: En inglés en los EE.UU., en Anarchism and Other Essays (1910).

¡California, el oeste dorado siempre joven y hermoso, hay fuerza en tus brazos y fuego en tu sangre! ¡Sin duda continuarás siendo la irresistible tentación de los hombres! Viril de miembros y abierta de espíritu, California se ha vuelto rápidamente el campo donde el Trabajo, ese moderno gladiador, se prepara para la contienda futura. San Francisco es el gran campo de batalla que crece más desafiante y rebelde. Pero que Los Ángeles se uniera a la carrera es algo más allá de lo que un optimista hubiera esperado. Hace dos años Los Ángeles era un asilo de parásitos y extravagantes, una ciudad cuya población era predominantemente flotante y sin personalidad propia. El eterno espíritu de la revolución y la solidaridad de los trabajadores han transformado a la enferma planta de invernadero en una planta salvaje con sus ramas expandiéndose en busca de más luz y libertad. El firme, desafiante trabajo, confronta al letal reptil, la conspiración de los mercaderes y la asociación de industriales, presidida por el Zar Otis y la agencia de detectives Burns como su instrumento. En verdad, el trabajo precisa ser desafiante para enfrentarse a esta monstruosa hidra.

¡Queridos camaradas del 1887, Parsons, Spies, Lingg, Engel y Fischer! Al fin, después de veinticuatro años, vuestra preciosa sangre está actuando como estímulo para vuestros hermanos norteamericanos. Nunca antes, ni siquiera durante la cobarde conspiración de 1903 ha hablado vuestro silencio con más fuerza que ahora en Los Ángeles y en San Francisco. Nunca antes vuestro mutismo encontró mayor eco, tan profundo aprecio.

Aún el enemigo advierte el poder de este silencio tu mismo enemigo que aplastó a nuestros hermanos se prepara ahora para repetir su orgía. ¡Los mismos enemigos, y sin embargo cuán diferentes! Los Gary, Grinnell, Bonfield y los Schaacks son los mismos, trasplantados de Chicago a Los Ángeles. Judas Iscariote es el mismo. También lo es la prensa mentirosa. El mismo apetito incontenible por la libra de carne, los mismos métodos infames, la misma bárbara cacería de hombres. Todo es lo mismo, salvo una cosa: los trabajadores han madurado, son más sabios, firmes y más solidarios. Y el Capital lo sabe, sabe que no será capaz de repetir el crimen nefando del 11 de noviembre de 1887. ¡Queridos camaradas, vuestra heroica muerte no ha sido en vano!


El eterno espíritu de la revolución que se manifiesta en la lucha de los trabajadores de la costa oeste ha sido robustecida por un espíritu aún más amplio de alcances más poderoso en expresión que viene del Sur a través de la frontera. La Revolución en México, el acontecimiento más preñado de nuestros días. Nadie se deje engañar por una prensa mentirosa que aspira a convertir a ese gran levantamiento en una algarada política. No, no, es el humillado, explotado y mancillado peón que se despierta a su hombría. Es la eterna víctima del dinero y el poder que ahora canta una canción que os levanta asombrados de vuestros soñolientos retiros.

¡Hasta que vuestro corazón, vuestro cobarde corazón, vuestro corazón traidor, palpite con terror!

¡Tierra y Libertad! es el grito de guerra de los rebeldes mexicanos. ¡Qué otra llamarada más grande o sublime puede servir de causa para encender el fuego de la rebelión! ¡Qué otra causa puede merecer el apoyo de todos los verdaderos revolucionarios!

Y sin embargo es tan ominoso el veneno de la prensa que la gente que debería estar mejor informada, está influenciada por ella y es indiferente al levantamiento más grandioso de nuestro tiempo.
Quisiera tener la elocuencia de un Camille Desmoulin, o la pluma de un Marat, para transmitir el espíritu y la devoción que inspira los heroicos esfuerzos de los rebeldes mexicanos. Entonces estaría segura de que nadie dejaría de advertir que, cualquiera que sea el comienzo o el final dela Revolución, ésta ha superado las limitaciones de las consideraciones políticas, hacía la meta de la emancipación económica ¡Tierra y Libertad!
Portada de Regeneración
con retratos de la Junta Organizadora del PLM 
y anarquistas europeos, 1910.
Es ésta la gran aspiración que impulsa a tan sublime abandono tal y como lo manifiestan los rebeldes mexicanos, y especialmente ese grupo de hombres que contemplan la verdadera alma de la lucha: Ricardo y Enrique Flores Magón y sus correligionarios en la Junta Liberal. Tanta energía, casi sobrehumana, en su esfuerzo, tal devoción gloriosa, tan hermosa perseverancia ¿serán ahogadas en sangre por la alianza Madero-Taft, o rechazarán los mexicanos tan sangrienta burla? La respuesta depende con mucho de los trabajadores, los elementos radicales y, especialmente, de los simpatizantes norteamericanos. En cada uno de nosotros, que representa las tradiciones revolucionarias del pasado, descansa la grave responsabilidad del fracaso o la victoria de la Revolución Mexicana.


Esto entonces será, y al pueblo incluso se unirán vuestros ejércitos,
Y sobre vuestras cervices, vuestras testas, vuestras coronas,
Plantaré mi fuerte, irresistible pie.

Con tan grandes fuerzas operando en California del Sur no sorprende del todo que la misma psicología de Los Ángeles haya experimentado tan maravilloso cambio. Basta ya de estúpida y superflua pérdida de tiempo en lo intrascendente. El eterno espíritu de la revolución, la huelga general dirigida contra la acción de la politiquería. Esas son las cuestiones más sensibles a la gente de California, nada más importa.

La gente de la Costa ha probado ser leal, pero esta vez se ha superado a sí misma. Once reuniones en Los Ángeles, ocho reuniones y un debate en San Francisco, atrajeron enormes multitudes que llenaron los locales con mucha seriedad y entusiasmo que hasta se aviene una con las penalidades y vicisitudes del recorrido. El debate fue de particular importancia pues es la primera vez que el Templo del Trabajo de San Francisco abrió sus puertas a la voz del Anarquismo, también porque mi oponente, el señor McDevitt, es el único antagonista socialista durante mi gira que sabe sus manuales y aún algo de Anarquismo.

Dos reuniones en San Diego y dos en Fresno, agregadas a las de Los Ángeles y San Francisco señalan las mejores jornadas de nuestro largo y azaroso viaje. Mejores por cuanto la asistencia y la distribución de literatura y, aún, por la bienvenida que se nos tributó, pero mejores sobre todo por la inspiración, el aliento y la esperanza imbuidas por el indestructible, sempiterno espíritu de la rebelión. Parece que ha emergido lo mejor de cada uno, según el celo maravilloso y la devoción con la que cada quien trabajó. Nuestros camaradas en Los Ángeles, Owen,Cravello, Riddle, Wirth, y otros, pusieron lo mejor de su parte para que se celebraran las reuniones. El querido y viejo correligionario de San Francisco, John Gassel, siempre en su puesto, Briesen, Belinsky y muchos más, no menos activos. Luego Ernest Besselman, incansable y honesto. Mi amable anfitrión E. E. Kirk, y... tantos otros que quisiera me alcanzara el espacio para mencionarlos.

¡California, el oeste dorado siempre joven! Hay fuerza en tus miembros y fuego en tu sangre. He probado ambos y estoy bien preparada para enfrentar mi camino hasta el final.


California
Autor/a: Emma Goldman
Fuente: Recuperado el 13 de junio de 2013 desde kclibertaria.comyr.com
Notas: Traducción del inglés por Gonzalo Lara.
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Texto extraído de: theanarchistlibrary

jueves, 19 de febrero de 2015

"MI MAYOR DECEPCIÓN CON LA REVOLUCIÓN RUSA"..POR EMMA GOLDMAN

En su escrito" Mi mayor decepción con la revolución rusa," Emma Goldman explica como las revoluciones difícilmente pueden ser hechas por el Estado

"El Estado es institucional y estático; la revolución es fluida y dinámica. Estas dos tendencias son incompatibles y mutuamente destructivas. La idea del estado asesinó a la Revolución Rusa y deberá tener el mismo resultado en todas las otras revoluciones, a menos de que prevalezca la idea libertaria"
(Escrito en 1924)


La idea del Estado, el principio autoritario, se encuentra en bancarrota tras la experiencia de la Revolución Rusa. Si tuviese que resumir mi argumento completo en una frase, diría: La tendencia inherente del Estado es a concentrar, reducir y monopolizar todas las actividades sociales; la naturaleza de la revolución es, por el contrario, crecer, ensancharse y diseminarse en círculos cada vez más amplios. En otras palabras, el Estado es institucional y estático; la revolución es fluida y dinámica. Estas dos tendencias son incompatibles y mutuamente destructivas. La idea del estado asesinó a la Revolución Rusa y deberá tener el mismo resultado en todas las otras revoluciones, a menos de que prevalezca la idea libertaria.
Sin embargo, yo voy aún más lejos. No son sólo el Bolcheviquismo, Marxismo y Gobernalismo los que son fatales para la revolución así como para todos los progresos humanos vitales. La principal causa de la derrota de la Revolución Rusa yace aún más profunda. Hemos de encontrarla en la misma concepción socialista de Revolución.


La idea dominante, casi generalizada, de revolución -en particular la idea Socialista- es que la revolución es un cambio violento de las condiciones sociales a través del cual una clase social, la clase trabajadora, se impone y domina a otra clase, la clase capitalista. Es la concepción de un cambio puramente físico y como tal involucra sólo un cambio en la escena política y el reordenamiento institucional. La dictadura burguesa es remplazada por la dictadura del proletariado o de su “vanguardia”: el Partido Comunista. Lenin toma el sitio de los Romanovs, el Gabinete Imperial es rebautizado como Soviet del Comisario del Pueblo, Trotsky es nombrado Ministro de Guerra y un trabajador se convierte en el Gobernador Militar General de Moscú. Esa es, en esencia, la concepción Bolchevique de la revolución tal y como se traduce en la práctica. Y con un par de alteraciones menores es también la idea sostenida por todos los demás Partidos Socialistas.

Esta concepción es inherente y fatalmente falsa. La revolución sí que es un proceso violento. Pero si ésta resulta sólo en un cambio de dictadura, en un intercambio de nombres y personalidades políticas, entonces difícilmente vale la pena. Definitivamente no vale toda la lucha y sacrificio, la enorme pérdida en vidas humanas y valor cultural que resultan de toda revolución. Si esa revolución fuese a traer alguna vez mayor bienestar social (que no ha sido el caso en Rusia), tampoco valdría el espantoso precio pagado: meras mejoras pueden ser aplicadas sin necesidad de una sangrienta revolución. No son paliativos ni reformas lo que se busca alcanzar con la revolución tal como la concibo yo.

En mi opinión -reafirmada mil veces por la experiencia rusa- la gran misión de la revolución, de la revolución social, es una transvaloración fundamental de los valores. Una transvaloración no sólo de los valores sociales, sino de los humanos. Éstos últimos son incluso primordiales, ya que son la base de todos los valores sociales. Nuestras condiciones e instituciones descansan en estas ideas profundamente asentadas. Cambiar esas condiciones y a la vez dejar esas ideas y valores de fondo intactos implica una transformación meramente superficial que no podrá ser permanente o traer mejoras reales. Es un cambio sólo de forma, no de substancia, como Rusia comprobó tan trágicamente.

Es a la vez el gran error y la gran tragedia de la Revolución Rusa el haber apuntado (liderando el partido político regente) a cambiar sólo las instituciones y condiciones mientras que ignoraba completamente los valores humanos y sociales involucrados en la Revolución. Peor aún, en su loca pasión por el poder, el Estado Comunista incluso buscó reforzar y profundizar las mismas ideas y concepciones que la Revolución había venido a destruir. Apoyó y alentó las peores cualidades antisociales y destruyó sistemáticamente la recién despierta conciencia acerca de los nuevos valores revolucionarios. El sentido de justicia e igualdad, de amor a la libertad y de fraternidad humana -esos fundamentos de la regeneración real de la sociedad- fueron suprimidos al punto de su exterminio por parte del Estado Comunista.
El sentido de igualdad, instintivo en el hombre, fue etiquetado como un débil sentimentalismo; la dignidad humana y la libertad se volvieron supersticiones burguesas; la santidad de la vida, la cual es la misma esencia de la reconstrucción social, fue condenada como no-revolucionaria, incluso como contra-revolucionaria. Esta perversión de los valores fundamentales traía consigo la semilla de la autodestrucción.

Lenin: poder, vanguardia y partido
Con la concepción de que la Revolución era sólo un medio para conseguir el poder político, era inevitable que todos los valores revolucionarios debieran estar subordinados a las necesidades del Estado Socialista; es más, serían aprovechados para promover la seguridad del poder gubernamental recientemente adquirido. Las Razones de Estado bajo la máscara de los intereses de la Revolución y del Pueblo, se convirtieron en el único criterio de acción, incluso de sentimiento. La violencia, trágica consecuencia inevitable de la agitación revolucionaria, se convirtió en una costumbre establecida, un hábito, y fue enseguida entronada como la institución más poderosa e ideal. ¿No fue el mismo Zinoviev quien canonizó a Dzerzhinsky, el cabeza de la sangrienta Tcheka, como Santo de la Revolución? ¿No se le dieron acaso los mayores honores públicos de parte del Estado a Uritsky, el fundador y sádico jefe de la Tcheka de Petrogrado?

*Esta perversión de los valores éticos pronto se cristalizó en el todopoderoso eslogan del Partido Comunista: el fin justifica los medios. De manera similar, en el pasado la Inquisición y los Jesuitas adoptaron este lema y subordinaron a él toda moral. Y este lema se vengó de los Jesuitas tanto como se vengó de la Revolución Rusa. Al despertar de este eslogan le siguió la mentira, el engaño, la hipocresía y la traición, el asesinato, abierto y secreto. Debiera ser de sumo interés para los estudiosos de la psicología social que dos movimientos tan ampliamente separados en el tiempo y en las ideas como los Jesuitas y el Bolcheviquismo alcanzaran resultados exactamente iguales en la evolución del principio de que el fin justifica los medios. El paralelo histórico, casi enteramente ignorado hasta ahora, contiene una lección de la mayor importancia para todas las revoluciones porvenir y para el futuro completo de la raza humana.

No hay mayor falacia que la creencia de que los objetivos y propósitos son una cosa, mientras que los métodos y tácticas son otra. Esta concepción es una potente amenaza para la regeneración social. Toda la experiencia humana nos enseña que los métodos y los medios no pueden separarse del objetivo final. Los medios empleados, a través de los hábitos personales y las prácticas sociales, pasan a formar parte del propósito final; lo influencian, lo modifican, y finalmente los medios y los objetivos se tornan idénticos. Lo sentí desde el día de mi llegada a Rusia, primero vagamente y luego cada vez más clara y conscientemente. Los maravillosos e inspiradores objetivos de la Revolución se fueron nublando y oscureciendo tanto por los medios utilizados por el poder político regente que era difícil distinguir los medios temporales del propósito final. Psicológica y socialmente, los medios necesariamente influencian y alteran a los objetivos. La historia completa del hombre es una prueba continua de la máxima de que despojar a los métodos de los conceptos éticos implica hundirse en las profundidades de un profundo proceso de desmoralización. Ahí yace la tragedia de la filosofía Bolchevique así como fue aplicada en la Revolución Rusa. Que la lección no sea en vano.

Ninguna revolución puede triunfar como factor de liberación a menos que los medios utilizados para llevarla a cabo sean idénticos, en tendencia y espíritu, a los propósitos que se desea alcanzar. La revolución es la negación de lo existente, una protesta violenta contra la inhumanidad del hombre hacia el hombre y todas las esclavitudes que eso conlleva. Es la destrucción de los valores de dominación sobre los cuales se ha construido un complejo sistema de injusticia, opresión y errores, sustentado en la brutalidad y la ignorancia. Es el heraldo de nuevos valores, es quien conduce la transformación de las relaciones más básicas del hombre con el hombre, y del hombre con la sociedad. No es una mera reformadora, que parcha algunos males sociales; no es un mero cambio de formas e instituciones; no es una redistribución del bienestar social. Es eso, pero es aún más, mucho más. Es, en primer lugar y más que nada, el transvalorados que porta nuevos valores. Es la maestra de la nueva ética, inspirando al hombre con un nuevo concepto acerca de la vida y sus manifestaciones en las relaciones sociales. Es la regeneradora mental y espiritual.


Su primer principio ético es que tanto los propósitos como los medios utilizados deben ser idénticos. El fin último de todos los cambios sociales revolucionarios es establecer la santidad de la vida humana, la dignidad del hombre, el derecho de cada ser humano a la libertad y el bienestar. Si no fuese ése el objetivo esencial de la revolución, entonces el cambio violento de la realidad social no tendría justificación alguna. Porque las alteraciones sociales externas pueden ser -y han sido- alcanzadas mediante el proceso normal de la evolución. La revolución, por el contrario, implica no sólo cambios externos, sino internos, básicos, fundamentales. Ese cambio interno de conceptos e ideas, permeando estratos sociales cada vez más amplios, finalmente termina en la agitación violenta que se conoce como revolución. ¿Debiera ese clímax invertir el proceso de transvaloración, ponerse en su contra, traicionarlo? Eso es lo que sucedió en Rusia. Por el contrario, la revolución misma debiera acelerar y llevar a cabo el proceso del cuál ella es la expresión culmine; su misión principal es inspirarlo, llevarlo a las mayores alturas, darle pleno espacio a su expresión. Sólo así la revolución puede ser fiel a sí misma. Llevado a la práctica, esto significa que el período de la revolución actual, la tan llamada etapa de transición debe ser la introducción, el preludio de las nuevas condiciones sociales. Es el umbral a la nueva vida, la nueva casa del hombre y la humanidad. Como tal, el espíritu de esta nueva vida debe ser armonioso con la construcción del nuevo edificio.

El hoy es el padre del mañana. El presente proyecta su sombra hacia el futuro. Esa es la ley de la vida, individual y social. La revolución que se despoja a sí misma de los valores éticos sienta de ese modo las bases de la injusticia, el engaño y la opresión de la sociedad futura. Los medios utilizados para preparar el futuro se convierten en su Piedra angular. Somos testigos de la trágica condición de Rusia. Los métodos de la centralización estatal han paralizado la iniciativa individual y el esfuerzo; la tiranía de la dictadura ha intimidado a la gente y la ha llevado a la sumisión servil, y más que nada, extinguió el fuego de la libertad; el terrorismo organizado ha depravado y embrutecido a las masas y ha sofocado todas las aspiraciones idealistas; el asesinato institucionalizado ha degradado la vida humana, y ha eliminado todo el sentido de la dignidad del hombre y del valor de la vida humana; la coacción en cada paso ha hecho del esfuerzo una amargura, del trabajo un castigo, ha transformado la existencia completa en un esquema de engaño mutuo, y ha reavivado los instintos más bajos y brutales del hombre. Una herencia lamentable para comenzar una nueva vida de libertad y hermandad.
No puede ser suficientemente enfatizado que la revolución será en vano a menos que esté inspirada en sus ideales primordiales. Los métodos revolucionarios deben estar en sintonía con los medios revolucionarios. Los medios utilizados para llevar a cabo la revolución deben estar en armonía con sus propósitos. En resumen, los valores éticos que la revolución quiere instalar en la nueva sociedad deben tener su inicio en las actividades revolucionarias del tan llamado período de transición. Esto último puede servir como un puente real y fiable hacia una vida mejor sólo si está construido del mismo material que la vida que queremos alcanzar. La revolución es el espejo del día por venir; es el niño que llegará a ser el Hombre de Mañana.


Escrito por Emma Goldman.


domingo, 30 de junio de 2013

SOY ANARCOFEMINISTA, PORQUE SOY MUJER Y ESTOY VIVA





Así, soy feminista

Soy feminista porque la opresión contra las mujeres es una lucha de ellas mismas y no contemplo, mientras esto no sea posible, la participación del enemigo.
Soy feminista porque estoy más allá del género pero mi enemigo no.
Soy feminista porque el patriarcado daña a los hombres pero mata a las mujeres.
Soy feminista porque desprecio al macho patriarcal,

Pero sobretodo....

- Soy anarco feminista porque desprecio al macho patriarcal disfrazado de libertario


- Soy anarco feminista porque rechazo de manera cruel, despiadada, activa y feroz el patriarcado y a tod@s aquellas que viven en su regazo.

- Soy anarco feminista porque me encuentro insertada en un mecanismo que me concede el falso derecho a elegir después de haberme privado de la facultad de hacerlo.

-Soy anarco feminista porque me niego de manera rotunda a vivir en un estado de permanente inseguridad mental y física.

-Soy anarco feminista porque muerdo rabiosamente la mano que me da de comer, que es la misma que me tortura.

-Soy anarco feminista porque repudio la condena divina al sufrimiento.

-Soy anarco feminista porque actúo contra aquellos que creen que el amor, el sexo, el placer están en venta.



-Soy anarco feminista porque me estremezco al observar aquellas publicaciones que me muestran servil, atada, herida, mutilada, golpeada, sumisa. Esas publicaciones que me cosifican, me fragmentan, me degradan y convierten estas situaciones en sexo para entretener a aquellos que no conocen ni conocerán el placer.

-Soy anarco feminista porque pretendo hacer de la libertad una experiencia real.

-Soy anarco feminista porque la ética del cuidado me pertenece. El cuidado y el afecto a mis iguales y no iguales me dignifican y me mueve a promoverlo.

-Soy anarco feminista porque no reconozco la autoridad.

-Soy anarco feminista porque no pretendo que ningún Estado me defienda, me comprenda y me discrimine positivamente, claro

-Soy anarco feminista porque vivo permanentemente en una prisión llamada género en la que se tortura y se golpea tan brutalmente como en cualquier otra y a la que solo le puedo desear su des construcción y demolición.

Pero sobretodo, soy anarco feminista porque soy puta.

Soy anarco feminista y puta porque practico sexo fuera del matrimonio, porque tengo iniciativa, conocimiento y destreza sexual.

-Soy anarco feminista y puta porque he sufrido la violencia  y no he permanecido apartada como una mercancía defectuosa, sino que he recuperado la fuerza y continuado resistiendo la opresión.

-Soy anarco feminista y puta porque soy obscena, indecorosa, impúdica, libertina. Porque enseño demasiado, digo demasiado, se demasiado, hago demasiado, lucho demasiado, río demasiado, como demasiado, llevo demasiado maquillaje o joyas o perfume, soy excesiva, indiscreta.




-Soy anarco feminista y puta porque soy desarrollada y no simple.

-Soy anarco feminista y puta porque soy autónoma, experta y no inocente, alocada.

-Soy anarco feminista y puta porque me adorno, me reafirmo, me visibilizo.

-Soy anarco feminista y puta porque soy sofisticada, inteligente

En definitiva, soy anarco feminista y puta porque soy una mujer y estoy viva.


         La doble opresión de las mujeres requiere una doble lucha y doble organización: por un lado en el movimiento feminista y por otro en las organizaciones anarquistas. Las anarcho-feminstas son la combinación de esta doble organización. Un anarquismo serio debe ser feminista, sino sería un semi-anarquismo patriarcal y no uno verdadero. Es la tarea de las anarco-feministas asegurar la impronta feminista en el anarquismo. No habrá anarquismo sin feminismo. La idea de que el cambio debe empezar hoy día y no en el futuro o después de la revolución es un punto central para el anarco-feminismo. Por ello la revolución es una tarea permanente.

        Debemos de comenzar hoy mismo proyectándonos mas allá de la opresión cotidiana y haciendo algo para romper el modelo aquí y ahora. Debemos actuar autónomamente, sin delegar a ningún líder el derecho para decidir lo que queremos y lo que haremos: debemos tomar decisiones por nosotras mismas en todos aquellos asuntos que nos competen personalmente y reunirnos con otras mujeres para abordar aquellos asuntos propiamente femeninos, y unirnos con los hombres en asuntos comunes.



Recopilación de textos extraídos de: nodo50.org/mujerescreativasComunicado leído en los actos del 1º de mayo de la CNT de Catalunya, 

jueves, 27 de junio de 2013

¿SE PUEDE SER ANARQUISTA SIN SER FEMINISTA? ..CARTA DE JOSEPH DÉJACQUE (1857) ANTE EL SEXISMO DE P.J. PROUDHON





                                
                                       JOSEPH DÉJACQUE
PROUDHON

"Sed pues abierta y enteramente anarquistas, y no un cuarto, un octavo o un dieciseisavo de anarquista, del mismo modo que se es un cuarto, un octavo o un dieciseisavo de agente de cambio"

J.Déjacque a P.J. Proudhon

¿Machista, pero anarquista? Hemos podido leer en un artículo titula "La cadena o las bragas" firmado por el Grupo Libertario de Ivry las siguientes palabras a propósito de Proudhon: "Se puede ser anarquista y defender el peor de los machismos". Es posible, pero lo que no dicen los autores del artículo es si tal declaración es legítima. Joseph Déjacque, hace más de un siglo, era más radical cuando interpelaba así a Proudhon (admirándolo, por otra parte): "No se considere anarquista o séalo hasta el final". Me parece interesante hacer un breve viaje al siglo XIX con el fin de ver cuáles eran por entonces los vínculos entre anarquismo y feminismo. En efecto, si la misoginia de Proudhon ha constituido durante mucho tiempo un referente para la clase obrera, se olvida muy a menudo que en época se elevaron otras voces que fueron comprendidas. Joseph Déjacque o André Léo, respondiendo a las tesis inadmisibles (y no anarquistas) de Proudhon, demostraron hasta qué punto los ámbitos políticos y privados estaban indisociablemente ligados y afirmaron que no se puede uno considerar anarquista si no es feminista. Me parece importante recordar estos viejos debates de hace más de un siglo, porque si con frecuencia nos lamentamos que los anarquistas hayan sido eliminados de la historia oficial, olvidamos también decir que los anarquistas feministas forman parte de la historia del anarquismo...

Los vínculos entre feminismo y anarquismo en el siglo XIX

Si sobre la cuestión del feminismo los anarquistas del siglo XIX han estado por detrás de sus ideas revolucionarias, y si, siguiendo a Proudhon, se oyeron numerosas declaraciones antifeministas en los medios revolucionarios, anarquistas o socialistas, existe no obstante una corriente feminista que se opone, en el seno mismo del anarquismo, a la ideología dominante. Se puede considerar que nace con Joseph Déjacqu, que se enfrenta a Proudhon en el tema de los derechos de las mujeres.


Joseph Déjacque (1821-1864) puede ser considerado discípulo de Proudhon y de Fourier. Pierre Leroux ve en él al principal representante del anarquismo en Francia. En un artículo sobre los orígenes de las teorías socialistas (1885) escribió: "Ya no es Proudhon, en efecto, el que puede representar hoy a esta secta, debido a la conclusión final (la mujer esclava de la autoridad marital) a que ha dado lugar. Hacía falta otro. El estandarte de la libertad está hoy en manos de uno de sus discípulos, de un anarquista mucho más en serio que él. Se trata de Déjacque". En una carta dirigida a Proudhon en mayo de 1857, Déjacque demuestra cómo Proudhon, al negar los derechos de las mujeres, se muestra "igual que sus amos". Déjacque plantea el reto esencial de la igualdad de lso sexos: una revolución que hace desaparecer una forma de alienación pero que deja subsistir otra forma de dominación no es tal. La familia que defiende Proudhon, basada en el orden patriarcal, "concede al patriarcado lo mismo que el gobierno representativo es para la mayoría absoluta". La esclavitud de la mujer tiene consecuencias a la vez directamente políticas (hablamos aquí del principio de autoridad absoluta) y morales: del mismo modo que ningún hombre puede ser libre sin que lo sean los demás, ningún ser masculino podrá considerarse independiente mientras mantenga a las mujeres en situación de inferioridad, porque "quien ha sido amamantado por una esclava tendrá sangre de esclavo en sus venas"- Negar los derechos y la inteligencia de la mujer es reproducir lo que hacen los burgueses y aristócratas cuando niegan los derecho y la inteligencia al proletariado. Joseph Déjacque es uno de los primeros, junto a Proudhon, en reivindicar el término anarquista (tras la revolución de 1848); de origen popular y autodidacta elaboró y publicó, él solo, Le libertaire en el exilio.


Pero no fue el único, a finales del siglo XIX, que insistió en la construcción de la igualdad entre hombres y mujeres como condición del anarquismo. En la "conquista del pan" (1892), Kropotkin insiste en la alienación producida por el trabajo doméstico, y se enfrenta explícitamente a los revolucionarios que quieren la liberación del género humano sin trabajar por los derechos de la mujer. Mencionaremos igualmente a André Léo, una de las escasas feministas [francesas] cercanas al anarquismo. Ella no sólo lucha en el terreno de las leyes, sino también en el de las mentalidades. Lejos de limitarse a exigir el sufragio universal, se opone sobre todo a los revolucionarios poco consecuentes: los revolucionarios de la calle son muchas veces reaccionario en sus hogares. Ataca, por tanto, al sistema patriarcal en "La mujer y las costumbres". En "Monarquía o libertad" escribe en respuesta a las tesis misóginas de Proudhon, donde denuncia a los llamados partidarios de la libertad que se convierten en déspotas cuando entran en sus casas, y afirma que un Estado en el que la mujer está oprimida no puede ser sino autoritario.


Este género de críticas ha sido largamente recogido en los periódicos de la época, especialmente en los de Jean Grave. La Revolté, por ejemplo, reproduce el 17 de febrero de 1889 una carta de un lector que se indigna porque "los peores revolucionarios [ciertos revolucionarios] son soberanos no sólo en el hogar y a la mesa, sino también en la cama, donde transforman a sus mujeres en prostitutas": En Le Trimard, en 1896, el escritor anarquista Mécislas Golberg denuncia el hecho de que la mujer haya sido situada en el rango de la propiedad, e invoca a los revolucionarios: "Nosotros, seres sociales y antifamiliares, debemos ante todo hacer a la mujer consciente de su fuerza social". Golberg va más allá al esbozar una visión radicalmente distinta de la sexualidad. A diferencia de otros colectivos poco inclinados a abordar los problemas de la vida sexual, los anarquistas consideran a menudo la liberación sexual como parte de la emancipación integral del individuo. En sus "Cartas a Alexis (historia sentimental de un pensamiento)" podemos leer, en el capítulo titulado "Del amor", lo siguiente: "El amor es el sentimiento que una voluntad extraña nos da de nuestra propia voluntad. A menudo se produce entre personas de sexo distinto, otras veces entre gentes del mismo sexo. Eso importa poco en el fondo [...] yo creo que hombre y hombre, o mujer y mujer pueden también formar una unidad. Es ridículo creer que toda división de la materia viva establece contradicciones".


Vemos, pues, que incluso en el siglo XIX, hay suficientes anarquistas conscientes del vínculo entre política y sexualidad, que han comprendido la necesidad de un feminismo anarquista, para poder dispensar de esta tema a Proudhon.


Caroline Granier
(Le monde libertaire) www.nodo50.


Del ser humano masculino y femenino

(Extractos de un carta a P. J. Proudhon)
Esta carta apareció en Les libertaires, firmada por Joseph Déjacque en mayo de 1857. Se inscribe en la polémica desencadenada por la publicación en la Revue philosophique de un artículo de Jenny d’Hericourt, "M. Proudhon et la question des femmes" (El señor Proudhon y la cuestión de las mujers) en diciembre de 1856. La carta de Proudhon a la que alude Dèjacque se publicó en esta misma revista en enero de 1857.




[...] ¿Es verdaderamente posible, célebre propagandista, que bajo su piel de león haya tanta burricie? [...]
Su nerviosa y poco flexible lógica en las cuestiones de producción y consumo industriales no es más que una endeble caña sin fuerza en las cuestiones morales de la producción y consumo. Su inteligencia, viril, plena para todo lo que ha traicionado al hombre, es como si estuviera castrada para lo que trata de la mujer. Cerebro hermafrodita, su pensamiento tiene la monstruosidad del doble sexo bajo el mismo cráneo, del sexo-luz y el sexo-oscuridad, y se desarrolla y se retuerce en vano sobre sí mismo sin poder llegr a parir la verdad social [...]

Cito sus palabras:


"No, señora, usted no sabe nada de su sexo; usted no conoce ni la primera palabra de la cuestión que usted y sus honorables coaligadas agitan con tanto ruido y tan poco éxito. Y si usted no la comprende; si en las ocho páginas de respuestas que da usted a mi carta hay cuarenta razonamientos falsos, eso se debe precisamente, como ya le he dicho, a su imperfección sexual. Por esta palabra, cuya exactitud no puede reprocharse, entiendo la calidad de su entendimiento, que no le permite captar la relación de las cosas si nosotros, los hombres, no se las hacemos tocar con el dedo. Hay en ustedes las mujeres, tanto en cerebro como en el vientre, cierto órgano incapaz por sí mismo de vencer su inercia innata, y que sólo el espíritu masculino puede hacer funcionar, cosa que no logra siempre. Ese es, señora, el resultado de mis observaciones directas y positivas: lo dejo a su sagacidad obstetricia y para que calcule, para su tesis, las consecuencias incalculables [...]"

La pasividad es el dragón que cada mujer debe matar en su búsqueda de la independencia
 La emancipación o la no emancipación de la mujer, la emancipación o la no emancipación del hombre ¿qué quiere decir? ¿Es que -naturalmente- puede haber derechos para uno que no lo sean para el otro? ¿Es que el ser humano no es el mismo ser humano en plural que en singular, en femenino que en masculino? [...]


Plantear la cuestión de la emancipación de la mujer a la vez que la cuestión de la emancipación del proletario, hombre-mujer o, por decir la misma cosa con otras palabras, hombre-esclavo -carne de harén o carne de taller- se comprende, y es revolucionario; pero poner esa cuestión en relación con el hombre-privilegio, ¡oh! entonces, desde el punto de vista del progreso social carece de sentido, es reaccionario. Para evitar cualquier equívoco, habría que hablar de emancipación del ser humano. En estos términos, la cuestión queda completa; plantearla de este modo es resolverla: el ser humano, en sus rotaciones de cada día, gravita de revolución en revolución hacia su ideal de perfectibilidad, la libertad [...]


Su entendimiento, atormentado por las pequeñas vanidades, le hace ver la posteridad del hombre-estatua, erigido sobre el pedestal-mujer como hombre-patriarca, de pie ante la mujer-sirviente.


Escritor fustigador de las mujeres, siervo del hombre absoluto, Proudhon-Heynau, que tiene por látigo la palabra, como el verdugo croata, y parece disfrutar de todas las lubricidades de la codicia al desvestir a sus bellas víctimas sobre el papel del suplicio y flagelarlas con sus invectivas. Anarquista a medias, liberal y no libertario, exige usted el libre cambio para el algodón y otras naderías y preconiza sistemas de protección del hombre contra la mujer en la circulación de las pasiones humanas; clama contra las altos barones del capital y quiere reedificar la alta baronía del hombre sobre el vasallo mujer; filósofo con anteojos, ve al hombre por el cristal de aumento y a la mujer por el reductor; pensador afectado de miopía, no sabe distinguir más que lo que deja tuerto en el presente o en el pasado, y no puede descubrir nada de lo que está arriba o a distancia, la persepctiva del devenir: ¡es usted un inválido! [...]

¡Ah! Si en este mundo hay tantas criaturas hembras abyectas y tan pocos hombres y mujeres ¿a qué recurrir? Dandin-Proudhon, ¿de qué os quejáis? Vosotros lo habéis querido...

Y no obstante, está usted provisto, lo reconozco, de formidables ataques al servicio de la Revolución. Ha llegado hasta la médula del tronco secular de la propiedad, y ha hecho volar lejos los resplandores, ha despojado de su corteza el objeto y lo ha expuesto en su desnudez a la mirada de los proletarios; ha hecho resquebrajarse y caer a su paso, del mismo modo que las ramas secas o las hojas, los impotentes rebrotes autoritarios, las teorías renovadas de los griegos del socialismo constitucional, incluida la vuestra; ha arrastrado con usted, en la carrera de fondo a través de las sinuosidades del futuro, toda la jauría de los apetitos físicos y morales. Ha hecho camino. Se lo ha hecho hacer a otros. Está cansado y querría descansar; pero las voces de la lógica están ahí y le obligan a seguir con sus deducciones revolucionarias, a seguir hacia adelante, bajo el riesgo de, si desdeña el anuncio fatal, sentir las zancadillas de los que pueden destrozarle [...] En el terreno de la verdadera anarquía, de la libertad absoluta, existiría sin contradicción la diversidad entre los seres, habría personas en la sociedad de distinta edad, sexo o aptitudes: la igualdad no es la uniformidad. Y esta diversidad de todos los seres y de todos los instantes es justamente lo que hace imposible cualquier gobierno, cualquier constitución o contracción. ¿Cómo comprometerse por un año, por un día, o por una hora, cuando en una hora, un día o un año se puede pensar de forma totalmente diferente al momento en que uno se ha comprometido? Con la anarquía radical habría mujeres, como habría hombres, de mayor o menor valor relativo; habría niños como habría ancianos; pero todos indistintamente serían seres humanos y serían igual y absolutamente libres de moverse en el círculo natural de sus atracciones, libres de consumir y producir como les conviniera sin que ninguna autoridad paternal, marital o gubernamental, sin que ninguna reglamentación legal o restrictiva pudiera alcanzarles.

En una sociedad así comprendida -y debe usted comprenderla de este modo si alardea de ser anarquista- ¿qué tiene que decir sobre la inferioridad sexual de la mujer o del hombre entre los seres humanos?

Escuche, maestro Proudhon, no hable de la mujer o, antes de hablar, estúdiela; vaya a la escuela. No se considere anarquista, o séalo hasta el final. Háblenos, si quiere, de lo conocido y lo desconocido, de Dios que es el mal, de la Propiedad que es el robo. Pero cuando hable del hombre, no haga de él una divinidad autocrática, porque yo le responderé: ¡el hombre es el mal! No le atribuya un capital de inteligencia que no le pertenece por derecho de conquista, por el comercio del amor, riqueza usurera que le viene por entero de la mujer, que es el producto de su dueño; no lo engalane con los despojos de otro, porque entonces yo le responderé: ¡La propiedad es un robo! [...]

Sea más fuerte que sus debilidades, más generoso que sus mezquindades; proclame la libertad, la igualdad, la fraternidad, la indivisibildad del ser humano. Diga eso: es por salud pública. Declare a la humanidad en peligro; convoque en masa al hombre y a la mujer para que rechacen fuera de las fronteras sociales los prejuicios invasores, proponga un dos y tres de septiembre contra esa alta nobleza masculina, esa aristocracia del sexo que querría llevarnos al Antiguo Régimen. Diga eso: ¡Es necesario! Dígalo con pasión, con genio, fúndalo en bronce, hágalo retumbar... y habrá logrado mérito para los demás y para usted.

Joseph Déjacque

(copiado y extraído de la edición impresa de Tierra y Libertad -marzo 2004-)



viernes, 21 de junio de 2013

SOBRE LA AUTONOMÍA COMO EXCUSA ANARCOMACHO



           La "autonomía" es un concepto presssioso presssioso. Ha sido analizado un montón desde los feminismos, además, para arrojar luz e imaginar otras formas de concebir a las mujeres como seres libres de sujeciones y dependencias. 



También es un concepto básico para pensar muchos movimientos sociales, sobre todo a partir de los 70, y analizar su relación con la horizontalidad, la participación, la independencia de las instituciones, etc. En la historia del anarquismo es fundamental. 




            Pero nos da miedito cuando se hacen lecturas perversas del concepto que se acercan un poco mucho al individualismo neoliberal o al sujeto emprendedor y sin vínculos que promueve el capitalismo. Se trata de una lectura facilona y aprovechada que a menudo realizan nuestros amiguitos anarcomachos para no reconocer sus privilegios ni responsabilidades y eximirse, como buen macho, de cuidar a otrxs y pensar en otra cosa que no sea ÉL. 



Así, conciben el ser autónomo como un ser del todo independiente (aunque todxs necesitemos cuidados), hecho a sí mismo (ja! como si no fuéramos fruto del contexto y las relaciones), todopoderoso, superman y, por supuesto, superior. Campeón, rey de la pista, chulo de mierda.




          Volvemos pues, al sujeto hegemónico: un tipo aparentemente fuerte, que no expresa sentimientos ni fragilidad, cuyo mundo gira en torno a su persona, que invisibiliza las tareas de otrxs -otras- para que él pueda ser quien es (algo así como el "trabajador champiñón" de Amaia P. Orozco: un trabajador que, según el modelo neoliberal, nace de la nada, plup! sin nadie detrás que cocine, limpie, cuide... para que él pueda ser un sujeto productivo óptimo para la generación-acumulación de capital).

       Contemplamos estupefactas cómo los anarcomachitos que nos rodean se aprovechan también de propuestas feministas como el poliamor o las relaciones abiertas sin cuestionar las jerarquías ni el carácter patriarcal del amor romántico para seguir así el mandato "donjuanero" y promiscuo de la masculinidad hegemónica sin modificar un ápice su manera heterosexista de establecer relaciones.



O cómo, cuando establecen relaciones más estables con chicas, hacen uso del concepto "autonomía" para eludir la demanda de cuidados por parte de ellas. "Tía, éste es mi espacio, me agobias, yo soy yo y tú eres tú, vale?" O sea. En fin. Gracia nos hacen, por cierto, las rabietas que se pillan cuando la situación ocurre a la inversa, donde evidencian todas sus inseguridades y complejos.

           Estamos hasta el coñamen de que estos especímenes pululen tanto por nuestros espacios "liberados". Anarcomachos, al paredón!!! Apestáis.



Texto extraído de:  Alasbarricadas.org

viernes, 26 de abril de 2013

FEMINISMO Y ANARQUISMO



La Historia nos demuestra que los acontecimientos nunca suceden de manera casual; son consecuencia de una larga serie de circunstancias, de muy diversos tipos y orígenes, encadenadas entre sí

Tanto el feminismo como el anarquismo tuvieron como antecedentes numerosas historias de desigualdades, injusticias y atropellos y su enclave histórico se sitúa en una sociedad decimonónica donde la burguesía, gestante de la revolución industrial y política, veía como la clase obrera se revelaba cansada de soportar todas las cargas sin poder disfrutar de los privilegios. Pero hay ciertos aspectos que diferencian fundamentalmente la lucha de los trabajadores de la específicamente femenina. En la primera se da una conciencia de clase que no existe entre las mujeres, ya que ellas se sienten mas unidas a los varones de su propio status que a sus compañeras de género pertenecientes a status diferentes. Así mismo, habría que añadir la escasa conciencia social femenina, consecuencia de muchos siglos de sumisión y tutelaje. Es cierto que hubo pensadores como Stuart Mill que se implicaron en la defensa de los derechos femeninos, pero ninguna revolución puede hacerse sin sus protagonistas. La mujer tenía que suprimir una mentalidad que la alienaba al varón y aprender a valorarse y sentirse autosuficiente..

El sentido de confusión en que se han movido históricamente los vocablos feminismo y anarquismo, contribuye a que, tanto las personas defensoras como las detractoras de estos términos, descarguen sobre ellos golpes ciegos sin saber muchas veces que defienden o que combaten.


El feminismo primitivo, propulsor del derecho de la mujer a una participación política, ha dado paso a numerosas formas de feminismo que sería demasiado largo analizar. Algunas de ellas ven al hombre como un oponente a quien combatir a cualquier precio, pero no son esas las que interesan a las mujeres anarquistas, ya que estas consideran al varón como un compañero que necesita ser concienciado, ya que se encuentra tan castrado por la sociedad patriarcal como la propia mujer.


Feminismo y anarquismo no son dos ideas contrapuestas, sino complementarias. Ambas aspiran a una sociedad formada por seres iguales, libres y responsables. El anarquismo lucha por la emancipación del individuo y, como tal, también por la mujer, pero ella sabe que solo puede llevarse a cabo una revolución igualitaria si todos los individuos que participan en ella lo hacen en las mismas condiciones.

El problema de la emancipación femenina no surge de la diferenciación genética entre hombre y mujer, ya que las desigualdades biológicas que separan a ambos son muy escasas. La falta de entendimiento entre los dos géneros que forman la Humanidad se genera en un ejercicio de poder.

La subordinación de la mujer al hombre no se ha debido nunca a cuestiones de tipo biológico, sino ideológico y económico.


Salvo en casos excepcionales, debido a situaciones de privilegio, la mujer no tuvo conciencia de su opresión como género hasta finales del s. XVIII. En 1791, la Revolución Francesa asumió en parte las inquietudes femeninas con la publicación de "Los derechos de la mujer y la ciudadana", que redactó Olimpia de Gouges basándose en la Declaración de los Derechos del Hombre. Casi simultáneamente, Mary Wollstonecraft, seguidora ideológica de Saint Simón y Fouriere, publicaba en Gran Bretaña "Vindicación de los derechos de la mujer" y provocaba una catarsis en una sociedad donde los derechos femeninos eran inexistentes y las normas legales sometían a la mujer a una total obediencia y dependencia del varón. Este debía ser ciegamente obedecido por las mujeres de su familia, era quien fijaba el domicilio conyugal, quien debía autorizar a la compra o venta de cualquier bien y quien se quedaba con todo el patrimonio en caso de separación o abandono.

No obstante, debido a la indiferencia social, las corrientes de opinión favorables a la emancipación femenina no tomaron cuerpo hasta mediados del s.XIX . Mujeres como Flora Tristán, E. Cady Stone o Lucrecia Mott sembraron las primeras semillas de rebeldía. Numerosos grupos femeninos se organizaron en Francia, EE.UU. y Gran bretaña, y salieron a la calle solicitando su derecho al voto como elemento de presión política para conseguir ciertas mejoras. Incluso hubo inmolaciones a favor de la causa, como el suicidio de Emily Davison que se arrojó a los pies de los caballos que corrían el Derby de Epsom..

Así comenzó un imparable movimiento sufragista que sería el germen del feminismo. Millicent G. Fawcett fundó en Gran bretaña una asociación que, tras cincuenta años de lucha consiguió en 1918, una ley aceptando el voto de las mujeres mayores de 30 años. Así mismo, Emmeline G. Pankhurst fundó en Londres, en 1903, la Unión Femenina Social y Política y Brunschwing, en 1909, fue la creadora de la "Unión Francesa para el Voto de las Mujeres".

En Alemania hasta 1908, se consideraba a la mujer solo apta para "el hogar, los niños y la iglesia" y en Gran Bretaña, universidades tan prestigiosas como Oxford Harvard o Candbridge, seguieron manteniendo cerradas sus puertas a la mujer. Ni la burguesía ni el proletariado facilitaban la incorporación social del mundo femenino. Pese a todo, una nación tras otra fue reconociendo el derecho de las mujeres al voto, con excepción, entre otras, de Francia y Suiza.. Pero como pudo comprobarse muy pronto, el voto no había dado a la mujer su libertad y, tras un corto letargo, el feminismo surgió de nuevo con otras reivindicaciones y metas diferentes.

Paralelo al despertar de la conciencia femenina en el S. XIX, estaba tomando cuerpo el anarquismo. William Godwin (1756-1936) atacaba la propiedad privada y acusaba al estado de basar su existencia en la fuerza y en la opresión del individuo y posteriormente Proudhon (1809-1865), que también condenaba la propiedad privada, rechazaba la actividad política y defendía un sistema social en el cual la libertad no surgiría de un orden, sino que sería el origen del mismo..

El Anarquismo nunca hizo diferenciación de géneros, pero sus ideólogos, resultado de la época que les tocó vivir, ignoraron por completo a la mujer.

Fue la Revolución Industrial, con la incorporación de millones de mujeres al trabajo asalariado, quien sirvió como revulsivo a una situación en exceso injusta; aunque bien es verdad que el cambio se inició muy lenta y paulatinamente. La sociedad burguesa admitió a la mujer en el mundo laboral, pero considerándola un individuo de segunda clase. Trabajadora poco cualificada y por tanto mano de obra barata, era fácilmente manipulable debido a unos rígidos principios religiosos y morales y estaba llena de miedos y prejuicios.



Durante la Revolución Industrial los sectores más débiles (mujeres y niños) fueron los más explotados.

La inhumana situación que empezaron a soportar las mujeres en las fábricas situó la reivindicación de la emancipación femenina en el centro de una lucha social y política. Se produjo así una alianza histórica, la del feminismo con los movimientos obreros.

A pesar todo lo dicho anteriormente, la mujer obrera, sin acceso a la cultura, sin derechos legales y con muy bajada autoestima debido a su secular sometimiento al varón, no se encontraba capacitada para iniciar su propia revolución.

Debemos observar como las primeras mujeres sufragistas no solo surgieron de la burguesía, lo que les permitía tener una saneada economía , sino que estuvieron unidas a hombres con inquietudes sociales.


Podemos mencionar, entre otros muchos ejemplos, a Mary Wollstonecraft que estaba casada con el ya mencionado William Godwin, considerado por muchas personas como el primer teórico anarquista y a Millicent Fawcett , esposa de Henry Faucett, discípulo de los economistas Smith y Stuart Mill , profesor de economía política en Cambridge y Ministro de Correos británico en 1880.

Como podemos deducir del anterior análisis, los movimientos feministas tienen una raíz burguesa y sufragista. Pretendían conseguir la igualdad de los géneros tomando como base la posición del varón en la sociedad; es decir, no buscaban una transformación social, sino la participación de la mujer en los privilegios, el poder y los estamentos jerárquicos que hasta entonces eran exclusivamente masculinos.


Por esto, las mujeres anarquistas nunca se consideraron feministas e incluso llegaron a ridiculizar a quienes eran consideradas como tales. Se automarginaron y a la vez fueron marginadas por el feminismo. Sin embargo, todas ellas desencadenaron una lucha férrea contra la sociedad patriarcal y dejaron patente su voluntad de enfrentarse tanto al estado que las alienaba en cuanto personas, como al patriarcado que les impedía su liberación como mujeres. Sin ellas mismas saberlo estaban actuando como verdaderas feministas puesto que se desvinculaban de la lucha masculina en cuanto género.


Mientras en el resto de Europa, los movimientos feministas surgieron de la concienciación de las mujeres, en España fueron los intelectuales varones quienes se preocuparon del feminismo. La falta de un desarrollo industrial, de una clase media fuerte y numerosa y la inestabilidad política que dominó España hasta 1975, frenaron los avances educativos de la mujer y la imposibilitaron para tomar conciencia de su situación. El siglo XX comenzó con una población analfabeta del 63,7 por 100, solo algo inferior a la de Portugal que estaba en 709,1 por 100 y Bulgaria que se encontraba en el 80 por 100. Y la mayoría de ese analfabetismo estaba entre las mujeres

Solo dos mujeres, María Egipcíaca Demaner y Gongoreda y Josefa Amar y Borbón, se interesaron por el tema de la instrucción femeninaen el s. XVIII y lo hicieron de una manera elitista, en la que se identificaban dinero e inteligencia se identificaban y la mujer del pueblo era volorada exclusivamente como elemento productivo.

No podemos hablar de movimientos feministas hasta el s. XX, aunque sí de feminismo, ya que aparecieron corrientes, aunque no organizadas, que lucharon por la emancipación de la mujer; como las surgidas en torno a Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal o Cecilia Böll de Faber (Fernan Caballero), traductoras de numerosas obras de feministas francesas y británicas

Como precursora de los movimientos feministas aparece en Cataluña en 1871 la Asociación para la enseñanza de la mujer.

En ese mismo año, Teresa Claramún organizó un sindicato para trabajadoras del textil y en 1903 Belén Segarra fundó la Federación de mujeres malagueñas.








Teresa Mañé, conocida en los medios libertarios como Soledad Gustavo, fue una de las grandes feministas de principios de siglo pese a no haber utilizado nunca ese apelativo. Junto con su compañero, Juan Montseny ( escritor anarquista conocido con el pseudónimo de Federico Urales) fue editora de la Revista Blanca, publicación que llegó a dirigir mientras Urales se veía obligado a un exilio interior por orden gubernamental.
En 1996, la Ley de Asociaciones dio paso a la formación de la Ley de Asociaciones dió paso a la formación del Sindicato U.G.T. que agrupó a los trabajadores, casi de manera exclusiva, hasta la aparición del anarcosindicalismo con la C.N.T., que alcanzaría su máximo esplendor en 1931.

En Junio-julio de 1908 , se celebró un congreso anarquista, del que saldría la "Federación Regional de Trabajadores", embrión de la futura C.N.T., en el cual se trató la organización de la mujer en la lucha obrera y los medios a seguir para conseguirlo. El Congreso declaró "obligación ineludible procurar por todos los medios lícitos la organización de los sindicatos de mujeres (compañera, hijas etc..) que empleando su actividad en alguna industria u oficio convivan con los cenetistas. En los sindicatos mixtos, deberán las Juntas Administrativas ser mixtas también, a fín de que la mujer se interese por sus luchas y defienda directamente su emancipación económica".

La C.N.T. se preocupó de atraer a la mujer española a su militancia, de resolver sus problemas laborales y de lograr su plena integración social.

En 1910 se fundó en Barcelona la "Biblioteca popular per la Dona" y ese mismo año tuvo lugar el Congreso fundacional de la Confederación nacional del Trabajo. En el se reconoció oficialmente la necesidad del empleo femenino como base para la consecución de la independencia de la mujer mediante un salario que, en todo momento, debía ser equiparable al del hombre. No obstante, acostumbrado el varón a tutelar a la mujer como si de una menor de edad se tratase, debemos señalar que le costaba le costaba mucho poner en práctica lo que defendía de manera teórica.

Al tratarse de un sindicato con planteamientos anarquistas, la CNT no apoyó ni participó en ningún momento de las aspiraciones de los denominados movimientos feministas. Partidaria de la acción directa, su lucha no se encaminó a la obtención del voto femenino, sino a la consecución de igualdades laborales y salariales para los dos géneros.

A pesar de todo, el número de trabajadoras continuaba siendo minoritario. En 1921, con el desastre de "Annual", muchos combatientes prefirieron morir en inmundos barracones acondionados como hospitales sin ninguna ayuda médica, antes que ser curados por manos femeninas. A esa descalificación de la mujer en los comienzos del s. XX, se debe en parte el subdesarrollo de España en años posteriores.

En 1920 se creó en Valencia la Sociedad Concepción Arenal y en 1922, Margarita Nelken publicó "La condición social de la Mujer" que contribuyó a la concienciación de buena parte da la sociedad femenina.

En 1928 se fundó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, de tendencia izquierdista. Dos años después, Hildegart Rodríguez publicó "Al servicio de la Nueva Generación y un año más tarde, otra obra que despertó una encendida polémica en todo el país, "Educación sexual".



Pero no fue hasta 1936, cuando anarquismo y feminismo unidos tomaron cuerpo en una organización que sirvió de revulsivo social. En ese mismo año se fundó la Agrupación Mujeres Libres, formada por mujeres militantes de la C.N.T., conscientes de que una revolución de mujeres solo podría ser realizada por mujeres.

Mujeres Libres, propiciada por Lucia Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada y Amparo Poch, llegó a contar con 119 agrupaciones, de las cuales 22 estaban en Madrid y 6 en Barcelona. El resto se dispersaban por Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Holanda, Inglaterra, Polonia, Suecia, Argentina, EE.UU. etc.



Lucía Sánchez Saornil

Por mucho que se escriba sobre Mujeres Libres y por muchos homenajes que se le tributen, nunca se le podrá hacer justicia..


Quisieron ser una rama más del Movimiento Libertario, lo mismo que la C.N.T., la F.A.I. o JJ.LL, lucharon por su emancipación de la triple esclavitud, de género, cultural y laboral. Deseaban estar en la vanguardia de la Revolución Social que preconizaba el Anarquismo, y crear una conciencia solidaria entre hombres y mujeres para convivir sin ningún tipo de exclusiones y asumiendo una obra común.

Aquellas mujeres tenían muy claro algo que actualmente defendemos otras muchas que nos consideramos anarquistas. El cambio social no supondrá la terminación feliz de todas las marginaciones femeninas. El Estado extiende los tentáculos de su poder sobre tres pilares sociales fundamentales, el laboral, el familiar y el educativo. Para esto necesita ejercer su fuerza sobre la mujer pero, como hay muchas facetas de la cotidianidad que se le escapan, ha buscado el apoyo del hombre convirtiéndolo en su cómplice. Este es manipulado para que ejerza por delegación su fuerzo sobre la mujer.

¿Por qué el hombre se presta a este juego?. Sencillamente, porque el rol en que ha sido educado (y aquí las mujeres, como primeras educadoras tendrían que iniciar su "mea culpa"), le permite identificarse con el poder. Cualquier varón, aúnel más oprimido y ansioso de libertad, ve en el poder una tentación y un objetivo a alcanzar. Sin embargo, la mujer (y aquí no caben las excepciones que todos/as conocemos/) a costumbrada a padecer el poder sobre su cabeza, lo analiza desde la realidad de su vivencia cotidiana y puede verlo con la cotidianidad que da la lejanía. Ella sabe por experiencia que el poder en sí mismo supone la castraciuón, la negación de la libertad..

El tipo de relación que la mujer se ve obligada a mantener con su entorno, es decir los roles de esposa y madre que la sociedad patriarcal ha establecido para ellas, hace que asuma los valores ideológicos dominantes a través de la educación , entendida como tal no solo la escolarización, sino la socialización global.

Es verdad que la mujer estás accediendo cada vez más al mundo de la cultura que ha entrado masivamente, no solo en la enseñanza media, sino también n la universitaria, pero también es verdad que, empeñada en que siga conservando sus roles tradicionales, la sociedad patriarcal la ha encaminado mayoritariamente hacia disciplinas consideradas humanísticas, en tanto que a los varones les ha incitado a las técnicas.. Esto ha ocasionado que las humanidades estén devaluadas y que se de prioridad a una enseñanza cada vez mas técnica y práctica..

La preparación intelectual que el poder concede a la mujer, intenta situarla en un segundo plano y sirve como pretexto para impedir su avance social. Su incorporación tiene así un carácter subsidiario, es decir, cuando el hombre no puede trabajar, los ingresos masculinos son escasos o la mujer no tiene pareja que la apoye económicamente.

Sin embargo, la actual esclavitud de la mujer tiene unas connotaciones muy particulares. En cualquier caso de opresión, la lucha termina con al liberación el individuo subyugado, . Sin embargo, en el caso de la liberación femenina, no ocurre así. Ella no desea romper los lazos que la unen a su opresor. Por este motivo, la mujer que debe liberarse de esta sociedad pensada para los varones, ha de enseñar a estos a liberarse de sí mismos. La liberación de la mujer no se agotará,. por tanto en si misma, sino que tendrá que extrapolarse al varón si quiere ser eficaz. Y este es uno de los más importantes retos que tendrá que asumir..




Es posible que, sin ella misma percibirlo, la mujer actual esté poniendo los cimientos de una sociedad nueva, pero el verdadero cambio tiene que realizarse en su interior para continuar después en el interior del hombre..

Solo cuando él aprenda a resistir la tentación del poder, cuando aprenda a contemplarlo con una mirada más objetiva y libre de la que le permite su actual implicación, lograremos los dos géneros unidos nuestros objetivos, que no son contrapuestos, sino convergentes..

Ningún género puede ser realmente libre si no lo es el otro y esa sociedad en anarquía justa e igualitaria con que tantos y tantas soñamos, no podrá conseguirse jamás si la mitad de la humanidad permanece en silencio subyugada por la otra mitad.



Texto extraído de:Nodo50.org/mujerescreativas