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jueves, 12 de mayo de 2016

EL DOCUMENTAL ‘INDEFINIDA PLURAL’ CUESTIONA A TRAVÉS DE LA FIBROMIALGIA LOS ROLES DE GÉNERO

La fibromialgia es una enfermedad de duros síntomas y difícil diagnóstico que afecta, en su mayor parte, a las mujeres. Quienes padecen esta patología tienen que luchar para afrontar con dolor el día a día además de lidiar con la incomprensión de los demás. Bárbara Boyero pone como ejemplo esta problemática en un documental que buscar romper con los límites de la normalidad asumida.


Ana R. Crespo. Amecopress


Fatiga extrema, dolor persistente, rigidez de los músculos, tendones y tejido blando, dificultades para dormir, rigidez matutina, dolores de cabeza o problemas con el pensamiento y la memoria son algunas de las realidades con las que conviven cada día un 4,2% de las mujeres españolas, según datos de la Sociedad Española de Reumatología (SER). Muchos autores insisten todavía en no considerar la fibromialgia una enfermedad.


El documental ‘Indefinida Plural’ plantea diversas preguntas: ¿Es obligatorio cuidar de los demás si eres mujer? ¿Sólo le ocurre esto a las mujeres que tienen fibromialgia? ¿Significa ser mujer hacer todas esas cosas? Si no las haces o ya no puedes hacerlas, ¿no eres mujer? ¿Ya no? ¿Qué eres? En el trabajo de Bárbara Boyero, tres mujeres cuestionan y superan a través de la fibromialgia roles de género y aquello que se esperaba de ellas.
Se trata de una reflexión sobre la relación social, histórica y cultural de las mujeres con la salud, el dolor, la culpa, las renuncias, los cuidados, etc.



“No quería hacer un documental sobre la fibromialgia sino descubrir cómo la definen quienes la padecen”, explica Boyero. Lo que empezó con un fin de denuncia en que las mujeres eran vistas cómo víctimas acabó siendo un “aprendizaje brutal a través de todas estas mujeres tan fuertes”. En esta obra se contemplan diversos aspectos como el paso de cuidadora a cuidada y la reacción del entorno, la culpabilidad, el maltrato médico, familiar y social o el constante cuestionamiento que sufren. Esto último era primordial para las creadoras: “No queríamos generar un cuestionamiento todavía mayor. Lo que buscábamos era la aceptación social”.

En el desarrollo del documental, las diferencias entre las mujeres que padecen fibromialgia y las que no se fueron difuminando: “Todas viviríamos mejor en una sociedad que nos escuchara y que nos educara en la igualdad”, asegura Boyero. ‘Indefinida Plural’ busca que muchas mujeres se vean reflejadas, se sientan representadas, “algo muy importante para quienes viven cuestionadas”. También pretende que quienes padecen fibromialgia reflexionen, que pasen por lo que pasó Barbara Boyero: “Este documental me removió mucho a nivel personal”. 



Además de en Youtube (en tres partes)







 el documental se puede ver también en Vimeo.

¡Ayuda a difundir este documental! 


Nota de la autora sobre las condiciones de difusión:

Después de 2 años, hemos subido el documental a internet para que pueda tener toda la difusión posible, en ese sentido, agradecemos cualquier reenvio de este mensaje, que colguéis el link del video en páginas web, blogs, redes sociales… para que toda la gente que pueda estar interesada, lo vea.

Por otro lado, es un trabajo autoproducido y por eso también buscámos fórmulas que puedan ayudarnos a ingresar algo del dinero que nos permita financiarnos otros proyectos audiovisuales. En ese sentido, intentamos llegar a acuerdos con administraciones, centros de atención, ayuntamientos, casas de la mujer, fundaciones… para organizar proyecciones remuneradas o la inclusión del documental en jornadas, debates…

También hemos hecho una tirada de dvds del documental, pero si son pedidos de 1 ó 2 sale bastante caro con los gastos de envío.

Por eso hemos decidido las 2 opciones, la visualización en internet libre y gratuita para todo el mundo y las proyecciones públicas para recuperar parte del dinero que gastamos en la realización.

De todos modos, si sabes de algún sitio que quiere ponerlo y no tiene fondos, diles que se pongan en contacto con nosotras en indefinida.plural@yahoo.es y buscamos una solución juntas.

Y por supuesto, te agradeceríamos enormemente que reenviaras el enlace a toda aquella persona o asociación que creas que puede estar interesada en verlo.

Si quieres hacer una proyección del documental, escribenos un mensaje a indefinida.plural@yahoo.es para saber dónde y para quién se proyecta, conocer el enfoque, tener una idea de la difusión y, dependiendo de las circunstancias, por tema de derechos de autora… Para su uso por parte de las administraciones y organismos públicos, televisiones, bancos, cajas, empresas o fundaciones no está permitido su uso sin permiso expreso de las autoras, póngase en contacto con ellas.

Texto extraído de: www.pikaramagazine.com

sábado, 27 de febrero de 2016

VIOLENCIA OBSTÉTRICA: MUJERES MALTRATADAS EN LA SOLEDAD DE LA SALA DE PARTOS

Aunque se presentan pocas denuncias, las agresiones y abusos de medicamentos al dar a luz son comunes; a muchas les impiden estar acompañadas; alarma por las estadísticas de cesáreas; cuánto cuesta un parto humanizado.


Tenía 21 años y estaba desnuda en el pasillo del hospital. De pie, llevaba en brazos a su hija recién nacida, recién arropada. Tenía las piernas ensangrentadas. Le extrañó ver tanta gente a medianoche. Después de unos minutos, una de las enfermeras del parto le entregó un paño de gasa. "Ponételo entre las piernas y andá para allá", le indicó. La mujer caminó. El pasillo le pareció interminable. "Caminá con las piernas cerradas que vas a sangrar y te vas a resbalar", escuchó. Se apoyó en la pared. Le costaba respirar. Entonces recibió una nueva indicación: "Respirá bien, porque te vas a desmayar y yo no te voy a levantar".


Finalmente Patricia Córdoba, primeriza, llegó sin ayuda al cuarto que le habían indicado. Su marido estaba en el edificio, pero el personal de salud del Hospital Evita Pueblo de Berazategui le había prohibido acompañarla en el parto. Cuando se encontró con él, horas después, no le contó lo que había pasado. Ni del maltrato antes de parir -por ejemplo, las cargadas- ni durante -las inyecciones de fármacos sin consultarla-, ni después. En ese momento, todo le pareció normal. Nunca había escuchado hablar de violencia obstétrica. En las paredes del hospital, repletas de carteles con recomendaciones, no había rastro de esas dos palabras.

Violencia obstétrica


Patricia conoció la expresión meses después, entre páginas web. La violencia obstétrica es una forma de violencia de género. Se ejerce contra las mujeres en las salas de los hospitales públicos y las clínicas privadas. No discrimina por clases sociales, ni edades, ni áreas geográficas. La sufren las adolescentes sin cobertura médica que dan a luz en hospitales públicos y mujeres de treinta que se atienden por la prepaga en sanatorios en la Capital.

Violencia obstétrica es negar información, practicar cesáreas innecesarias, inyectar fármacos cuando no corresponde, maltratar verbal y físicamente a las embarazadas antes, durante y después del parto. Está tipificada en la ley de Protección Integral a las mujeres (26.485), que a su vez cita la de parto humanizado (25.929), promulgada en 2004 pero reglamentada recién este año.

Según un relevamiento de este medio en hospitales y clínicas de la Capital y el conurbano, no hay carteles en los centros de salud que adviertan al respecto.

Una obstétrica con experiencia en el sector público y privado (eligió preservar su identidad) se mostró de acuerdo con la ley, pero advirtió que es imposible cumplirla. "No tienen en cuenta que no tenemos suficientes camas ni personal ni tiempo para esperar a que cada una tenga a su bebé cuando le salga", dijo a LA NACION.

Aunque existe la opción de contratar "aparte" a una obstétrica o médico obstetra "de confianza" para asegurarse un parto humanizado, cuesta entre 30 y 50 mil pesos.



Cesáreas


Delfina Bosco tenía 38 años cuando quedó embarazada. El profesional de su cobertura médica privada le había dado fecha para el 22 de diciembre. Tres semanas antes, una obstetra del Sanatorio Anchorena le practicó una maniobra para desencadenar el parto. "Como el bebé no bajó, me volvió a citar y me tomó la presión. Me dijo que tenía 14.9, el mínimo indicador de preeclamsia en el embarazo, que necesitaba una cesárea y me dio una orden de internación. Yo sentía que algo no estaba bien. En lugar de internarme, me fui a una farmacia y me tomé la presión. Tenía 10,6. Fui a tres farmacias. Fui a otro sanatorio para que lo certificaran. Todo con una panza enorme. Me iba dando cuenta de que no había ningún motivo para finalizar el embarazo, excepto que se acercaban las fiestas", contó.


Hoy, Delfina prepara una denuncia judicial. Desde el Sanatorio Anchorena, la directora médica de Neonatología dijo a LA NACION no tener registros de este tipo de situaciones: "Nuestra filosofía de trabajo es respetar los derechos de las madres y sus familia", expresó.

La discusión sobre la cantidad de cesáreas que se practican innecesariamente está vigente en el mundo. Aunque en la Argentina no hay cifras actuales sobre este tema, los expertos ubican el porcentaje en el sector privado por encima del 60% y en el público alrededor del 30%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la tasa ideal de cesáreas oscile entre el 10% y el 15%. En 2005, ese organismo ubicó en el 35% la tasa en la Argentina.

"Se ha naturalizado la cesárea, es como si fuera 'la otra forma de parir' cuando en realidad es un recurso médico, que tiene una indicación precisa. A nadie le operan el apéndice por las dudas", ejemplifica María Pichot, fundadora de la asociación civil Dando a luz.

Denuncias


Gabriela Satriano vive en San Martín. Tenía 24 años cuando quedó embarazada y no contaba con una obra social cuando se le fisuró la bolsa amniótica. Fue a atenderse al Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, en Capital. "Me hicieron muchos tactos dolorosos e innecesarios. Una enfermera incluso se sentó sobre mi panza para ver si el bebé bajaba [maniobra Kristeller]. Al final tuve una cesárea espantosa, me hicieron cualquier cosa. Yo no existía", cuenta en diálogo con LA NACION desde la casa de sus suegros en Villa Urquiza. Hoy, dos años y medio después, con su hijo a upa, está convencida de que tuvo un parto violento.

No se sabe cuántas mujeres son víctimas de violencia obstétrica en el país porque no hay estadísticas oficiales. En la página web del Ministerio de Justicia está disponible un formulario de denuncia específico, pero se reciben escasos reportes. Así lo reveló Perla Prigoshin, titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig), que forma parte de esa cartera. "Si esto no se dice, no existe", reflexiona desde la oficina con un grupo formado por psicólogas, médicas y representantes de las Defensoría del Pueblo de la Nación y de la Ciudad, del Inadi y de la Superintendencia de Servicios de Salud.


En cambio, en redes sociales las denuncias abundan. Basta con buscar "violencia obstétrica" en Facebook,TumblrBlogger y YouTube para encontrar cientos de grupos de diferentes provincias y ciudades de la Argentina y del mundo. LA NACION accedió a dos de ellos. Todos los días aparecen nuevos "posts" seguidos por decenas de comentarios. Allí, las mujeres vierten relatos de partos que consideran violentos. De médicos obstetras que les introdujeron vías para administrarles fármacos sin su consentimiento. De cesáreas que, aseguran, no eran necesarias. De maltratos físicos y verbales. De que las "transformaron en pacientes". De que las ataron y obligaron a estar quietas. De que no las dejaron ir al baño.

El año pasado, Agustina Petrella, recién embarazada de su segundo hijo, decidió que no quería volver a atenderse con el prestigioso obstetra de su primer embarazo. Había tenido una complicada cesárea y sospechaba que su médico se la había inducido con una cápsula de prostaglandina. Entonces buscó y encontró un obstetra que le prometió que esperaría el tiempo que ella necesitara para dilatar y tener un parto fisiológico (natural, vaginal). Iba a parir en la Clínica Bazterrica y para asegurarse le envió una carta a la institución en la que pidió un parto humanizado. Citó la ley 25.929 y especificó que después del nacimiento colocaran a la beba sobre su pecho, que no le dieran leche de fórmula y que no la vacunaran. Poco después recibió un llamado de la coordinadora de Neonatología. "Acá no hacemos parto humanizado, así que te recomiendo que te vayas a parir a otro lado", le informó. Petrella no tenía tiempo de buscar otro instituto y cuando empezaron las contracciones ingresó en la Bazterrica. "Me trataron muy mal, me gritaron y me amenazaron con que iban a judicializar a mi beba. 'Acá no estamos para cumplir los caprichitos de los padres', me dijo una médica a los gritos. Fue porque pedí un parto humanizado. Estaba aterrorizada", cuenta desde un café cerca de su casa en Recoleta.
Desde la Clínica Bazterrica prefirieron no hacer comentarios ante la consulta de este medio.


Obstétricas y obstetras

La carrera de Obstetricia dura cinco años en la Universidad de Buenos Aires. La residencia, cuatro. Las egresadas -en su gran mayoría mujeres, aunque se admiten estudiantes hombres desde 2000- son obstétricas, no obstetras, que son médicos especializados. Las obstétricas atienden embarazos, partos y puerperios normales. Cuando hay una anomalía, se ocupa el médico especialista.

"Nosotros nos formamos para evitar la violencia obstétrica. Tenemos un plus con respecto a los médicos, la parte psicológica y antropológica de nuestra formación, que supera la biológica. No tomamos a la mujer como una panza que viene caminando", dijo a LA NACION Catalina Gerace, del comité científico de la Asociación Obstétrica Argentina.

Hoy Patricia Solano tiene 27 años y una panza enorme. Falta poco para que llegue su tercer hijo y aún no decidió dónde parirlo. Lo que sabe es que no volverá al Hospital Evita Pueblo. "Una busca ayuda, no porque esté enferma, sino porque está por traer a alguien al mundo y no puede sola, necesita un médico al lado. Con este bebé espero que me toque algo mejor".

@brenstrum

bstruminger@lanacion.com.ar

Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres: "Violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la ley 25.929.

Ley 25.929 de parto humanizado. Promulgada en 2004 pero reglamentada recién este año, protege los derechos de madres, padres y recién nacidos en el proceso de parto y nacimiento.

Encuesta


La agrupación Las Casildas -autora del video Voces contra la Violencia Obstétrica- lanzó días atrás el primer Observatorio de Violencia Obstétrica del país. Y divulgó una encuesta para recolectar y sistematizar datos que se transformen en estadísticas.


Texto extraído de: lanacion.com

viernes, 20 de noviembre de 2015

ANTICONCEPCIÓN HORMONAL: La historia machista de los métodos anticonceptivos



La historia machista de los métodos anticonceptivos

La píldora anticonceptiva oral combinada, ese fármaco hormonal destinado a inhibir la fertilidad femenina tras una relación sexual con riesgo de embarazo, es en realidad otra muestra más de cómo el machismo está presente en todos los ámbitos, incluida la medicina.


La invención de esta diminuta pastilla es atribuida al químico mexicano Luis Ernesto Miramontes, quien, en octubre de 1951, sintetizó el compuesto activo básico de los primeros anticonceptivos orales: la noretisterona. El uso frecuente de este derivado del esterano conlleva una larga lista de riesgos para la salud: aumento de la hipertensión y del tromboembolismo, la formación de cálculos biliares, hemorragias uterinas/vaginales, mareos y náuseas e incluso estados depresivos. Todos estos “efectos adversos” están recogidos en los prospectos incluidos en la empaquetación de dichos fármacos.

Al fin y al cabo son hormonas que ingerimos cada 24 horas durante períodos de 28 días aproximadamente, tal y como aconsejan quienes las recetan. Actualmente,más de 100 millones de mujeres, de las cuales 12 millones son estadounidenses, toman este método anticonceptivo tan nefasto para la salud. El uso de los anticonceptivos varía según el país, la educación y la edad, pero el público siempre es el mismo. ¿Por qué?

¿No existen píldoras para hombres? Al parecer, sí. El año pasado llegó hasta nuestros oídos la noticia de que un grupo de científicos australianos había desarrollado supuestamente una píldora anticonceptiva que bloquea el transporte de espermatozoides durante el coito sin afectar a su fertilidad. Uno de sus creadores, Sab Ventura, afirmó que este método podría comercializarse dentro de diez años. Pero, ¿sería exitoso el uso de esta píldora entre los hombres?

Personalmente, creo que es improbable (o mejor dicho, imposible) en esta sociedad ultra-machista y patriarcal, que ha elevado la eyaculación masculina a la categoría “eso es lo que te hace un verdadero hombre”. Por eso se investigó desde un principio los métodos anticonceptivos para mujeres, algo que también ha servido como excusa para quienes prefieren penetrar sin preservativo.


Muchos dirán “la vasectomía es para hombres”, y así es, aunque la práctica de esta operación quirúrgica no es muy habitual, por no decir casi nula. Por cada 12 mujeres, un hombre se practica una cirugía de anticoncepción. Sin embargo, la ligadura de trompas es el método anticonceptivo que más se usa en el mundo: sorprendentemente, más de 150 millones de mujeres ya se han esterilizado.

Curiosamente, cada día vemos por los medios de comunicación anuncios destinados a hombres de más de cuarenta años preocupados por la disfunción erectil, por no hablar de la estimulante “pastillita azul” que consigue levantarte el ánimo y consolidar la reputada virilidad.

Con todo esto no estoy defendiendo aquella idea que nos inculcaron nuestros padres y abuelos de que cada relación conllevaba sí o sí ser madre. El embarazo ha de ser siempre una opción, no una obligación. Tampoco, y mucho menos, defiendo la enfermiza abstinencia sexual. Lo que sí pretendo es sensibilizar a toda persona que lea este artículo en el que he detallado y argumentado lo que, desde mi punto de vista, es algo a tener muy en cuenta: métodos anticonceptivos para ellas, afrodisíacos para ellos.
 Daniel Curbelo
Orbita Diversa.com

Anticoncepción hormonal: lo que nos venden y no nos cuentan

Las farmacéuticas destinan millonarias indemnizaciones extrajudiciales para ocultar los graves efectos de algunos fármacos anticonceptivos. Yaz, Yasmin, Dianne 35 (de la farmacéutica Bayer) o el anillo hormonal Nuva Ring (de Merck, Sharp & Dohme) han sido denunciados por estar directamente relacionados en la generación de coágulos sanguíneos y otras afectaciones que en algunos casos han resultado letales.

Irene Cuesta / SINC (www.plataformasinc.es)

La farmacéutica alemana Bayer anunció en su último informe financiero (junio de 2014) que ha destinado 1,8 mil millones de dólares para cubrir las 8.900 demandas que tiene en Estados Unidos por las reacciones adversas que causan los anticonceptivos con drospirenona de las marcas Yaz, Yasmin, Ocella y Gianvi. Bayer también ha comunicado que aún quedarán más de 4.000 demandas para cubrir por otras lesiones y fármacos que incorporan drospirenona y que aportará por resolver los pleitos individualmente. En 2012 la farmacéutica alemana ya tenía más de 12.300 demandas interpuestas en los tribunales de Estados Unidos (EEUU) en relación a las marcas de Yaz y Yasmin.

De hecho, el mismo año, Bayer alcanzó un acuerdo extrajudicial, sin admisión de responsabilidad legal, con 1.877 demandantes en EEUU por un total de 402,6 millones de dólares, según publicó en un artículo el periodista especializado en temas de salud y ecología Miguel Jara. Según datos del 2012 de la Food and Drug Administration de Estados Unidos, al menos 50 muertes están vinculadas a fármacos de anticoncepción hormonal con drospirenona entre 2004 y 2008 en todo el territorio federal. También en Canadá se abrió una investigación en la que se relacionaban los productos Yaz y Yasmin con la muerte de 23 mujeres entre 2007 y 2013.

La marca Nuva Ring también acumula más de mil demandas sólo en EEUU por graves daños y su probable vinculación con varias muertes. Uno de estos casos fue difundido en 2013 por la revista Vanity Fair, dónde se exponía la vinculación del anillo hormonal con la muerte por embolia pulmonar de Erika Langhart. En febrero de 2014, el laboratorio Merck anunció un acuerdo de 100 millones de dólares para resolver extrajudicialmente los litigios pendientes en relación a Nuva Ring.

Respecto a Diane 35, la Agencia Francesa del Medicamento anunció a principios del año 2013 que retiraba su comercialización por motivos de seguridad, ya que éste fármaco estaba relacionado con 125 casos de “efectos no deseados” y con la muerte de cuatro mujeres por tromboembolismo, según detallaron diversos medios de comunicación. A pesar de los datos y después de la decisión del Estado francés de retirar Diane 35 del mercado, la Comisión Europea (CE) emitió un comunicado, a principios del mismo año, confirmando el perfil positivo de seguridad, manteniendo vigente su comercialización.

En el Estado español existen también casos de denuncias contra farmacéuticas e incidencias sanitarias por los efectos ocasionados por el consumo de contraceptivos hormonales, pero lamentablemente no hemos podido obtener datos concretos puesto que desde las instituciones pertinentes nos remiten al argumento de “información confidencial”.

Los anticonceptivos hormonales



La anticoncepción hormonal combinada comprende todos los métodos contraceptivos que utilizan más de un tipo de hormonas (un estrógeno y un progestágeno). Este tipo de fármaco, que se presenta en comprimidos, parches sobre la piel o anillos vaginales, tiene un efecto de retroalimentación entre la hipófisis y los ovarios, evitando la liberación de óvulos. Con las fórmulas combinadas y secuenciales, el ovario se vuelve inactivo por falta del estímulo de las gonadotropinas. También existen los anticonceptivos hormonales sólo con progestágeno que se toman de manera continuada sin dejar días de descanso en su consumo y producen, en muchos casos, amenorrea o ausencia de la regla. En otras palabras, los anticonceptivos hormonales “engañan” a nuestro cerebro para que este rompa y vuelva a adecuar el ciclo menstrual. Se calcula que a nivel mundial el 13,5% de mujeres en edad reproductiva toman anticonceptivos hormonales, siendo la píldora el tercer método anticonceptivo más utilizado en el mundo, según datos de la World Contraceptive Patterns 2013 de Naciones Unidas.

Los efectos positivos de estos anticonceptivos, más allá de prevenir el embarazo, están relacionados con la menor incidencia de infecciones de trompas (enfermedad inflamatoria pélvica), más protección contra la endometriosis, gran disminución de los quistes funcionales de ovario, la disminución del riesgo de cáncer de ovario, de colon y de endometrio, el aumento del colesterol bueno y disminución del malo o un aumento de protección sobre la arteriosclerosis. Al tener menor o ausencia de sangrado (según los prospectos de los anticonceptivos),los efectos positivos se asocian con la disminución del riesgo de anemia, dismenorrea (disminución del dolor de la regla) o mejoras en la tensión premenstrual, entre otras.

Pero estos fármacos también tienen efectos adversos que son causantes de otras dolencias. En la parte más emocional, son numerosos los casos que narran la desaparición de libido sexual, la depresión o el desequilibrio emocional con la ingesta de anticonceptivos hormonales1. Según describe la endocrinóloga Carme Valls, en un artículo sobre los anticonceptivos hormonales de la revista Mujeres y Salud, los síntomas en el plano fisiológico y a corto plazo son la ganancia de peso, nauseas, dolor y tensión mamaria, disminución de la frecuencia de los ciclos menstruales, dismenorrea, metrorragias o edemas.

Otros síntomas a largo plazo vinculados a estos anticonceptivos son las posibles afectaciones al sistema endocrino, riesgo de infertilidad, incidencia en enfermedades auto inmunes o la formación de trombos, entre otras. En concreto, los efectos más graves se asocian al riesgo de tromboembolismo venoso (TEV) o tromboembolismo arterial (TEA), que consiste en la formación de coágulos de sangre causando en algunos casos embolia pulmonar, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular. Este riesgo aumenta en los anticonceptivos hormonales de tercera y cuarta generación, los cuales presentan dosis altas de progestágenos de síntesis como el levonorgestrel. Según la nota de prensa hecha pública en octubre de 2013 por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) el riesgo de usar hormonas y tener TEV está entre 5 y 12 casos por cada 10.000 mujeres que las utilizan.

Hay diversos estudios que apuntan que los anticonceptivos hormonales también se han considerado factor de riesgo para el cáncer de mama especialmente en la etapa de la premenopausia y utilizando estos fármacos durante muchos años. En junio de 2005, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS, clasificó la anticoncepción hormonal y la terapia hormonal sustitutiva en la menopausia como cancerígeno en seres humanos.

También cabe señalar que muchas mujeres que toman estos fármacos, y en edades muy adolescentes, no lo usan como contraceptivo sino como tratamiento del acné, el hirsutismo o, en menor medida, la alopecia. En estos casos, y sobre todo en el tratamiento por acné, algunos colectivos médicos han criticado el hecho de que no se mire otro tipo de remedios (corrección dietética, hábitos u otras fórmulas farmacológicas menos peligrosas) antes de recetar anticonceptivos hormonales. Un ejemplo de esto es el fármaco Diane 35 de los laboratorios Bayer, ya que es uno de los más utilizados para el tratamiento del acné y uno de los más denunciados por reacciones adversas graves, como se ha comentado anteriormente. También desde otros colectivos afectados, piden la retirada de este tipo de tratamientos y que se avalúen alternativas con menos riesgos. En este sentido, la Asociación de Afectadas por la Endometriosis lleva 5 años denunciando este tipo de fármacos, ya que la terapia hormonal es muy frecuente para la endometriosis. En mayo de 2014 la misma asociación denunciaba al Ministerio de Sanidad y al Observatorio de la Salud de la Mujer por “pasar por encima de la salud de las mujeres, los intereses farmacéuticos” al no valorar posibles alternativas a los productos hormonales de Bayer como Yaz o Yasmin.

A pesar de estos datos, la mayoría de organizaciones e instituciones recomiendan este tipo de anticonceptivo por ser uno de los métodos más eficaces en la prevención de embarazos no deseados, “cuyos beneficios superan sus posibles riesgos”, como detalla la AEMPS. Pero por un lado se da una información tranquilizadora a la opinión pública y a las mujeres para que no frenen su consumo de anticonceptivos hormonales, y por el otro se da instrucciones al personal sanitario para que revisen escrupulosamente la receta de este tipo de fármacos, ya que a finales de enero de 2014 la AEMPS difundía un comunicado dirigido a profesionales insistiendo en la “importancia de la evaluación de los factores de riesgo individuales y de vigilancia de signos y síntomas” a la hora de prescribir algunos anticonceptivos2 por su asociación al TEV y al TEA. Un doble juego tal y como expresa el periodista Miguel Jara: “Están escondiendo la información y la sueltan como les da la gana para vender más. Tienen miedo a informar por si pierden clientela”.

A finales de 2013, la AEMPS anunció la actualización de los prospectos de estos medicamentos, ya que la mayoría no informaba con concreción los efectos secundarios que podrían tener estos anticonceptivos según las últimas investigaciones farmacológicas.Un pequeño paso hacia las demandas de diversos colectivos que pedían información real sobre los pros y contras de estos fármacos. Aun así, diversos colectivos profesionales aconsejan incrementar la investigación a medio y largo plazo sobre los efectos de los anticonceptivos hormonales.

Métodos anticonceptivos alternativos a las hormonas


El sistema sanitario español recomienda y receta prioritariamente los anticonceptivos hormonales como método primordial en “relaciones estables”, desaconsejando otros métodos naturales y autogestionables como los métodos basados en el control de la fertilidad o métodos barrera como el diafragma. Este rechazo de la institución médica hacia estos métodos viene argumentada por la “baja eficacia” de estos, a pesar de que la OMS tasa una eficacia del 95 y 97% cuando se usan de manera correcta.

El método sintotérmico (combinación del método Billing y de la revisión de la temperatura basal), en sintonía con el método del calendario, son los sistemas de control de la fertilidad más utilizados y los que representan una alternativa real y natural a los anticonceptivos hormonales.


Otro método que queda en la opacidad de la recomendación médica es el diafragma, a pesar de que la medición y revisión ginecológica sí estén cubiertos por la seguridad social. Este es el anticonceptivo barrera descrito como el método por excelencia de la autogestión femenina, pero requiere conocimiento y reconocer la anatomía. “Usar un diafragma implica independizarse del control médico y es la mujer, y en algún caso la pareja, la que debe manejarlo”, como expresa la doctora homeopática Mónica Puga en un artículo3 sobre el uso del diafragma.

Todas estas alternativas requieren un conocimiento pleno de la anatomía femenina y del ciclo menstrual, motivo por el cual autoras y profesionales de la salud, críticas con la medicalización anticonceptiva, argumentan el poco interés de la institución médica para promoverlos. “Aconsejar métodos cómo el diafragma o métodos de planificación naturales implica formar a las mujeres (y a sus parejas en caso de que tengan), implica tiempo… En definitiva, darles el poder de la autogestión y el creer o confiar en sus capacidades”, señala la comadrona Ana Moreno.

En el mismo sentido se expresó la ginecóloga Enriqueta Barranco en el artículo ‘Control de la fertilidad y autoconocimiento: La revolución pendiente’, sobre el control médico-farmacéutico y la delegación de la contracepción: “No olvidemos que, en muchas ocasiones, lo que la ciencia patriarcal hace mediante el control de la natalidad es el muy bien disimulado control de las mujeres fértiles. La industria, desprestigiando los eficaces métodos de autogestión de la fertilidad en beneficio propio, no hace otra cosa sino socavar la autoconfianza de las mujeres que se niegan a someterse a sus agresivas propuestas”. Y

No hay que obviar que la medicalización contraceptiva supone un movimiento económico importante para la industria farmacéutica. Los anticonceptivos orales, tanto los de marca como los genéricos, son un gran negocio, puesto que se tienen que comprar periódicamente al no ser un método anticonceptivo de larga duración como podría ser el DIU. Yaz, Yasmin y productos que contienen drospirenone significaron para Bayer 1,6 billones dólares en ventas globales en el año 2010, según publicó la Associated Press.

Según datos de la encuesta Dahpne 2011 (vinculada a la multinacional Bayer) en España más del 21% de las mujeres que utilizan métodos anticonceptivos lo hacen con un método hormonal. En el Estado español, el precio de las pastillas puede oscilar entre 3€ y 20€ mensuales, según la marca y tipo de fármaco.

Posiciones feministas


La píldora anticonceptiva fue considerada por algunos colectivos de mujeres como un elemento de liberación que daba poder a las mujeres para decidir sobre su reproducción. Paralelamente a la popularización de la píldora, el movimiento feminista de los años setenta impulsaba grupos de autoayuda que hacían hincapié en la auto-exploración y el auto-conocimiento para una mayor capacidad de autogestión del cuerpo. Estos grupos criticaban que la institución médica contribuía a conformar los roles de género y pretendía hacerse con el control reproductivo, “colonizando el cuerpo de la mujeres”. De esta manera, la planificación familiar y el control sobre la fecundidad se convertían en materia exclusiva del sistema médico, al delegar en él y en su tecnología el sistema de anticoncepción de la mujer.

En el Estado español la píldora se introdujo tarde a causa del régimen franquista. Si bien se recetaba en casos puntuales o se consumía clandestinamente en los 60’ y 70’, su legalización para uso público no sé dio hasta el 1978. Eso explica, en parte, que la actual tasa de consumo de anticonceptivos hormonales de España se sitúe en la cola de la Unión Europea, muy por debajo de Alemania, Francia o Portugal. Pero también intervino en el proceso de propagación de estos métodos el fuerte impacto del movimiento feminista, con la creación de centros autogestionados de planificación familiar, cuyas teorías y prácticas iban encaminadas hacía la aceptación y el respeto a las dinámicas naturales del cuerpo. Estos centros comienzan en un momento en el que los métodos anticonceptivos son aún ilegales y el aborto está penalizado en todo el Estado español. Así pues, parte de este movimiento no dejaba de ver la aceptación de la píldora como un acto de rebelación contra las prohibiciones moralistas autoritarias de tantos años.

En la actualidad, diversas autoras vinculan las prácticas normalizadas de anticoncepción hormonal con el biopoder o, en términos de Beatriz Preciado, “el farmacopoder”. Para Preciado, los anticonceptivos hormonales son “microprótesis hormonales que permiten, además de regular la ovulación, producir el alma del sujeto heterosexual mujer moderno”. Así, alguna autoras ponen de relieve que, más allá de un uso contraceptivo, las hormonas suponen una domesticación del cuerpo de las mujeres y una nueva forma de control social del género, ligando sus efectos secundarios (como la citada bajada de la libido o el crecimiento de los pechos) a un proceso de feminización.

Otro aspecto relacionado con el uso de los anticonceptivos hormonales es que propicia la falta de implicación de los hombres en el control de la fecundidad. “Podría decirse que la píldora significó la revolución sexual de los hombres y la panacea económica de los laboratorios farmacéuticos”, tal y como expresó Leonor Taboada en el Cuaderno Feminista de introducción al Self Help del año 1978. De esta manera se perpetúa el rol de género atribuido a las mujeres, las cuales supuestamente, tienen que ser las únicas responsables de las relaciones sexuales seguras.


Los hombres han sido excluidos de muchos programas de planificación familiar bien sea deliberadamente o por omisión. Tal es así que, de todos los métodos anticonceptivos posibles, sólo hay dos masculinos y actualmente ninguno está cubierto por la sanidad pública: los preservativos masculinos y la vasectomía. Sobre el primer método, la institución médica sólo lo recomienda en relaciones “no estables” o en usuarias jóvenes, criterio que contiene una carga simbólica dentro de la normalidad patriarcal. “Esto supone que los preservativos estén asociados a una sexualidad ‘no normativa’ y preferiblemente sustituible, a no ser que haya situaciones especiales que constituyan atenuantes”, afirman dos autoras de la organización Creación Positiva4.

Por otro lado, son muy pocos los ensayos e investigaciones clínicas para encontrar un método de anticoncepción química para hombres, puesto que la tecnología médica siempre se ha centrado en el cuerpo de la mujer para experimentar sobre el control de la fertilidad. Es más, tal y como apunta Beatriz Preciado el estudio de las hormonas masculinas siempre ha estado dirigido a virilizar y sexualizar a los hombres, mientras que las hormonas femeninas buscan controlar la sexualidad y la capacidad de reproducción de la mujeres. Margarita López, documentalista de salud de la Red-CAPS, alerta de que “fenómenos vitales como la menopausia, la menstruación, el embarazo, el parto o la propia vejez dejan de contemplarse como procesos naturales, para ser vistos como problemas médicos”. Muchas autoras inciden en la idea de que es posible tener una buena sexualidad sin pasar por la medicalización, casi perpetua, de la vida de las mujeres.

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1Algunos casos relatados en el blog: http://www.feministasacidas.com/2013/04/anticonceptivos-hormonales/


2 Sobre todo los anticonceptivos hormonales combinados que contengan etinistradiol o estradiol (Qlaria) con clormadinoma (Balianca, Belara, Elynor, Etinilestradiol/drospirenona EFG), desogestrel (Bemasive, Gracial, Microdiol, Regulon, Suavaret, Desogestrel/Gestodeno EFG), dienogest (Ailyn,Danielle, Donabel), drospirenona (antón, Antinelle, Aranka, Arankelle, Cleodette, Cleosensa, Daylette, Drelle, Dretine, Dretinelle, Drosiane, Drosianelle, Drospil, Drosure, Drosurelle, Eloine, Liofora, Yasmin, Yasminelle, Yaz, Yira, Etinistradiol/drospirenona EFG)),etonogestrel (NuvaRing), gestodeno (Gestinyl, Gynovin, Harmonet, Meliane, Melodene, Melteva, Minesse, Minulet, Tevalet, Trigynovin, Tri-minulet, Etinistradiol/Gestodeno EFG), nomesgestrol, norelgestromina (Evra parche) o norgestimato (Edelsin).
3 “Antiguo método, que no anticuado”. Mujer y Salud, 25.
4 “El preservativo masculino. Cuando los derechos sexuales se envuelven en látex”. Mujer y salud, 25- See more at: http://www.pikaramagazine.com/2014/10/anticoncepcion-hormonal-lo-que-nos-venden-y-no-nos-cuentan/#sthash.9lmNN0o0.dpuf




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