“Reflexión y análisis
del texto: Todos deberíamos ser feministas de Chimamanda Ngozi Adichie”
“Todos deberíamos ser
feministas” es la transcripción de una conferencia impartida por Chimamanda
Ngozi Adichie en 2012 en TEDxEuston, durante
un simposio anual centrado en África. El texto, que nos acerca a las
experiencias vividas por la propia autora, nos coloca frente a hechos reales
que evidencian la desigualdad a la que nos enfrentamos las mujeres sólo por la
condición de serlo. Y aunque su discurso tenga como base de referencia su
Nigeria natal, salvo alguna excepción comparativa de la situación de la mujer
norteamericana, esos estereotipos y
roles de género que denuncia y hace visibles son comunes en todas las partes
del planeta. Porque con su narración Ngozi Adichie nos muestra la permanencia de la
configuración machista en la sociedad. Por muy desarrolladas que se crean
algunas,
“El machismo no es sólo el pasado histórico. Es también el pasado vital,
es decir, nuestra infancia, nuestro día a día... también nuestro presente”.
Como
bien señala, ¿acaso no son demasiados
los obstáculos que están ahí (en cualquier sociedad) y que, por llevar toda una
vida instaurados, parecen intrínsecos a nuestra condición humana,
incuestionables y no osamos a rechazar ni a abolir? Obstáculos que por otra
parte fueron implantados en otro tiempo distinto y muy distante del actual por
otra sociedad, pero que a día de hoy siguen vigentes por muchos siglos que
pasen y por muchos Louis que nos digan “No
entiendo a qué te refieres cuando dices que las cosas son distintas y más
difíciles para las mujeres. Tal vez lo fueran en el pasado, pero ahora no. Ahora
las mujeres ya lo tienen bien”. Porque todas tenemos algunos Louis que nos
dicen ese tipo de cosas para evidenciar nuestra histeria colectiva
antipatriarcal, otro de esos estereotipos que nos achacan a las feministas.
La
normalización de los mal llamados Micromachismos está establecida en demasiadas
culturas que a día de hoy se creen libres de machismo solo por “permitir” que
la mujer pueda estudiar, votar, trabajar…y en definitiva ser explotada
doblemente por el sistema capitalista y patriarcal. Pero del tema
Micromachismos ya hablaremos, porque no debemos caer en engaño, el patriarcado
no solo está instaurado en los sectores conservadores, de derechas, de
determinada franja de edad, no. El patriarcado“es la institucionalización del dominio masculino en TODOS los ámbitos de la sociedad “y
lo de las Masculinidades conscientes o Nuevas masculinidades como que nos pilla
aún muy lejos.
Como ella misma explicó decidió hablar “acerca
de cómo los estereotipos limitan nuestro pensamiento y le dan forma…me da la
impresión de que la palabra «feminista», y la idea en sí del feminismo, también
se ven constreñidas por los estereotipos….. Decidí hablar de feminismo porque
es algo muy importante para mí.…” Y
si, la palabra “Feminismo” está sobrecargada de connotaciones negativas,
conceptos distorsionados como el fraudulento argumento de “El
feminismo es como el machismo pero al revés” o el famoso “¿Por qué Feminismo y no Humanismo?”, intereses socio-económicos fruto de años
de patriarcado (¿Quién quiere renunciar a sus privilegios?), manipulación con
términos inventados por el patriarcado tales como Hembrismo y no sé cuantas falacias más que nos hacen ser vistas a
todas como lesbianas mal folladas que no se depilan, feas, gordas, amargadas y
potencialmente exterminadoras de hombres, cuando no unas putas díscolas que
vamos enseñando los pechos más allá de los mares sin dejar de ser unas mantis
religiosas de nuevo potencialmente exterminadoras de hombres…. Vamos, que el
Manifiesto SCUM se nos queda corto a día de hoy!.
Ngozi esto lo suaviza más al hablar de esos estereotipos, “Odias a los hombre, odias los sujetadores,
odias la cultura africana, crees que las mujeres deberían mandar siempre, no
llevas maquillaje, no te depilas, siempre estas enfadada, no tienes sentido del
humor y no usas desodorante” , que van de la mano del concepto que se tiene
de las feministas con el cual, ni ella, ni yo, ni muchas, nos sentimos
identificadas y que le llevaron a autodenominarse irónicamente como “feminista feliz africana que no odia a los
hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos para sí misma y
no para los hombres”.
Por todas esas connotaciones
negativas del significado de la palabra “Feminista”, Chimamanda Ngozi Adichie defiende que “mucha más gente tendría que reivindicar esa palabra” y aboga “por un feminismo sin complejos que incluye
la naturalidad incuestionable de que hombre y mujeres deberían tener los mismos
derechos y las particularidades que cada uno quiera añadir a su forma de
entender los géneros. El problema del género es que prescribe cómo tenemos
que ser, en vez de reconocer cómo somos realmente”.
¿Por qué algunos de
los muchos roles que recaen sobre las mujeres es la dulzura, “ese toque
femenino” que reclamaba uno de los subordinados de una jefa, la falta de rabia y agresividad entendida
como ambición o los cuidados del hogar? ¿Por qué nos inculcan a competir entre
nosotras en vez de enseñarnos la magnitud y belleza del concepto Sororidad?, ¿Por qué si a una mujer la
violan parte de culpa se le achaca a ella?: Demasiado
corta, demasiado escote, ¿qué hace caminando de madrugada sola por la calle?,
¿Qué hace sola en una habitación con 4 chicos?.... ¿Acaso la calle no es
tan mía como de un hombre y mi cuerpo no me pertenece? ¿Por qué el estigma de
la prostitución es de la prostituta y no del cliente que paga por sexo?
Rabia, yo también tengo mucha rabia y me esfuerzo en mi día a día
porque no se me note demasiado… ¿Otro rol en el que también caigo? Si, tal vez
por la culpabilidad y miedo que nos es inculcado desde la cuna por nacer mujer.
Miedo a nuestra libre sexualidad, a nuestra potencialidad, a nuestra
inteligencia que debemos “esconder” para “conseguir” marido y no intimidar a
los hombres.... Culpa y miedo, a los hombres y a nosotras mismas… ¡Qué bien se
lo tiene montado el sistema!
Siguiendo
con el tema del feminismo otra cosa que me llama muchísimo la atención al respecto, es la “percepción”, está más amable
pero igual de errónea, por parte de numerosos sectores de la sociedad de
considerar que ser feminista consiste exclusivamente en el reparto de tareas
del hogar, o lo que es peor, en que los hombres “ayuden”, sí, “AYUDEN!!!” , en
dichas tareas, porque parece ser que la suciedad, el cuidado del hogar, los
cuidados en general y demás temas de ámbito doméstico y familiar vienen con
nombre de mujer.
Volviendo al tema de
los mal llamados Micromachismos, la autora desde su experiencia nos muestra
ciertos hechos cotidianos, que nos evidencian la normalización de los roles y
estereotipos de género, que nos llevan
una concepción descafeinada y muy sutil del machismo, tanto que los podemos
llegar a considerar pequeños gestos de machismo: los aparcacoches que esperan
que paguen los hombres, las/os camareras/os que se dirigen a los hombres
invisibilizando a la mujer, las mujeres que se ocupan de labores del hogar, dan
las gracias si el hombre las “ayuda” en dichas tareas y ceden en su carrera
profesional o en sus sueños para mantener “la paz en el matrimonio”, la niña
que saca la mejor nota de clase porque aspira a ser delegada, pero a la
profesora se le olvida matizar que sólo los niños varones pueden serlo, el
llevar anillo para parecer casada y ser tomada en consideración de una manera
seria en el ámbito profesional-laboral.
La autora señala que “Si hacemos algo una y otra vez, acaba
siendo normal. Si vemos la misma cosa una y otra vez, acaba siendo normal. Si
sólo los chicos llegan a monitores de clase, al final llegará el momento en que
pensemos, aunque sea de forma inconsciente, que el monitor de clase tiene que
ser un chico. Si solo vemos hombres presidiendo empresas, empezará a parecernos
natural que solo haya hombres presidentes de empresas”.
Y aquí es precisamente donde radica mi crítica a la palabra Micromachismo.
La palabra “micro”, es un elemento compositivo que proviene del idioma
griego (‘pequeño’) por lo que es un diminutivo para asignar
algo muy pequeño. Así que para que me
aclare con lo de los Micromachismos: que
“los hombres gobiernen el mundo”, como dice la escritora, sería machismo o
fruto de una sociedad y mentalidad machista, ¿no?. Que nos violen y maten por
ser mujeres a parte de delito sería fruto del androcentrismo imperante que se
visibiliza a través del machismo y un ejercicio de poder por parte de los
hombres y sometimiento de las mujeres. Pero lo de la amiga que se sacrificó por
salvaguardar su matrimonio, lo de las/os camareros y aparcacoches que piensan que el dinero proviene del
hombre, o la vez en la que fue interrogada en un hotel de lujo “porque es impensable que una mujer
nigeriana pueda ser una clienta que paga su habitación”, vamos, negra
nigeriana igual a prostituta , eso ¿sería solo un “pequeño”
machismo?...
¿Perdón?, me he perdido algo?.
En palabras de Diana López Varela, autora del libro “No es país para coños”,
‘micro’ parece que lo hace más
endeble, más pequeñito. Y al final todo es machismo puro y duro. El acoso
callejero es machismo; el laboral, también. Hablamos de ‘micromachismos’ para
referirnos a cosas que no son tan graves como una violación, por ejemplo, pero
las mujeres vivimos empachadas de esos ‘micromachismos’. O como bien
explica Alicia Murillo, “No existen
los micromachismos, porque no hay violencias invisibilizadas en lo
cotidiano, lo que hay son personas invisibilizadas: las mujeres. No somos
tontas, somos perfectamente conscientes y capaces de evidenciar esas
violencias, nuestras abuelas las denunciaban a diario, el problema es que
sus quejas nunca fueron escuchadas con respeto. Y así, en lugar de decir:
“las abuelas fueron conscientes de ser las esclavas de la casa y muchísimas de
ellas se quejaban por esta injusticia” decimos “se llama micromachismo,
porque son violencias machistas pequeñas de las que nadie se da cuenta”. De
esta forma la academia mata dos pájaros de un tiro, hace ver que son violencias
de “poca importancia” y además deja a las mujeres en un lugar infantilizado,
incapaces de evidenciar y describir su situación de abuso por sí solas.”
Respecto
a la base que propone la autora para conseguir la igualdad y cerrar la brecha
de géneros cierto es que cambiar la sociedad es tarea tanto de hombres como de
mujeres, pero que el patriarcado renuncie a esos privilegios robados a golpe de
machismo requiere una ardua tarea de educación y concienciación en la que ambos
deben implicarse, y eso supone que una de las partes renuncie a dichos
privilegios. Lo que si me gustaría añadir es que aunque la autora entienda que
el feminismo no es cosa únicamente de mujeres, matizaría que los hombres
feministas deben hacerse con sus espacios no reclamando grupos mixtos
feministas sino reclamando su propio hueco dentro de los espacios masculinos.
La masculinidad es una jaula muy pequeña sí, pero a los hombres compete esta
tarea de abrirla…
Sinceramente
el título el texto “Todos deberíamos ser
feministas” es bastante gráfico como para no tener claro que concibe una
sociedad igualitaria y dado que es el Feminismo es el movimiento que aboga y
lucha por esta igualdad real, resulta más que evidente que Todas y todos
deberíamos ser feministas. Aunque he de reconocer que un
“Dame un motivo por el cual no ser feminista” hubiera estado muy bien
también….
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