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sábado, 27 de febrero de 2016

VIOLENCIA OBSTÉTRICA: MUJERES MALTRATADAS EN LA SOLEDAD DE LA SALA DE PARTOS

Aunque se presentan pocas denuncias, las agresiones y abusos de medicamentos al dar a luz son comunes; a muchas les impiden estar acompañadas; alarma por las estadísticas de cesáreas; cuánto cuesta un parto humanizado.


Tenía 21 años y estaba desnuda en el pasillo del hospital. De pie, llevaba en brazos a su hija recién nacida, recién arropada. Tenía las piernas ensangrentadas. Le extrañó ver tanta gente a medianoche. Después de unos minutos, una de las enfermeras del parto le entregó un paño de gasa. "Ponételo entre las piernas y andá para allá", le indicó. La mujer caminó. El pasillo le pareció interminable. "Caminá con las piernas cerradas que vas a sangrar y te vas a resbalar", escuchó. Se apoyó en la pared. Le costaba respirar. Entonces recibió una nueva indicación: "Respirá bien, porque te vas a desmayar y yo no te voy a levantar".


Finalmente Patricia Córdoba, primeriza, llegó sin ayuda al cuarto que le habían indicado. Su marido estaba en el edificio, pero el personal de salud del Hospital Evita Pueblo de Berazategui le había prohibido acompañarla en el parto. Cuando se encontró con él, horas después, no le contó lo que había pasado. Ni del maltrato antes de parir -por ejemplo, las cargadas- ni durante -las inyecciones de fármacos sin consultarla-, ni después. En ese momento, todo le pareció normal. Nunca había escuchado hablar de violencia obstétrica. En las paredes del hospital, repletas de carteles con recomendaciones, no había rastro de esas dos palabras.

Violencia obstétrica


Patricia conoció la expresión meses después, entre páginas web. La violencia obstétrica es una forma de violencia de género. Se ejerce contra las mujeres en las salas de los hospitales públicos y las clínicas privadas. No discrimina por clases sociales, ni edades, ni áreas geográficas. La sufren las adolescentes sin cobertura médica que dan a luz en hospitales públicos y mujeres de treinta que se atienden por la prepaga en sanatorios en la Capital.

Violencia obstétrica es negar información, practicar cesáreas innecesarias, inyectar fármacos cuando no corresponde, maltratar verbal y físicamente a las embarazadas antes, durante y después del parto. Está tipificada en la ley de Protección Integral a las mujeres (26.485), que a su vez cita la de parto humanizado (25.929), promulgada en 2004 pero reglamentada recién este año.

Según un relevamiento de este medio en hospitales y clínicas de la Capital y el conurbano, no hay carteles en los centros de salud que adviertan al respecto.

Una obstétrica con experiencia en el sector público y privado (eligió preservar su identidad) se mostró de acuerdo con la ley, pero advirtió que es imposible cumplirla. "No tienen en cuenta que no tenemos suficientes camas ni personal ni tiempo para esperar a que cada una tenga a su bebé cuando le salga", dijo a LA NACION.

Aunque existe la opción de contratar "aparte" a una obstétrica o médico obstetra "de confianza" para asegurarse un parto humanizado, cuesta entre 30 y 50 mil pesos.



Cesáreas


Delfina Bosco tenía 38 años cuando quedó embarazada. El profesional de su cobertura médica privada le había dado fecha para el 22 de diciembre. Tres semanas antes, una obstetra del Sanatorio Anchorena le practicó una maniobra para desencadenar el parto. "Como el bebé no bajó, me volvió a citar y me tomó la presión. Me dijo que tenía 14.9, el mínimo indicador de preeclamsia en el embarazo, que necesitaba una cesárea y me dio una orden de internación. Yo sentía que algo no estaba bien. En lugar de internarme, me fui a una farmacia y me tomé la presión. Tenía 10,6. Fui a tres farmacias. Fui a otro sanatorio para que lo certificaran. Todo con una panza enorme. Me iba dando cuenta de que no había ningún motivo para finalizar el embarazo, excepto que se acercaban las fiestas", contó.


Hoy, Delfina prepara una denuncia judicial. Desde el Sanatorio Anchorena, la directora médica de Neonatología dijo a LA NACION no tener registros de este tipo de situaciones: "Nuestra filosofía de trabajo es respetar los derechos de las madres y sus familia", expresó.

La discusión sobre la cantidad de cesáreas que se practican innecesariamente está vigente en el mundo. Aunque en la Argentina no hay cifras actuales sobre este tema, los expertos ubican el porcentaje en el sector privado por encima del 60% y en el público alrededor del 30%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la tasa ideal de cesáreas oscile entre el 10% y el 15%. En 2005, ese organismo ubicó en el 35% la tasa en la Argentina.

"Se ha naturalizado la cesárea, es como si fuera 'la otra forma de parir' cuando en realidad es un recurso médico, que tiene una indicación precisa. A nadie le operan el apéndice por las dudas", ejemplifica María Pichot, fundadora de la asociación civil Dando a luz.

Denuncias


Gabriela Satriano vive en San Martín. Tenía 24 años cuando quedó embarazada y no contaba con una obra social cuando se le fisuró la bolsa amniótica. Fue a atenderse al Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, en Capital. "Me hicieron muchos tactos dolorosos e innecesarios. Una enfermera incluso se sentó sobre mi panza para ver si el bebé bajaba [maniobra Kristeller]. Al final tuve una cesárea espantosa, me hicieron cualquier cosa. Yo no existía", cuenta en diálogo con LA NACION desde la casa de sus suegros en Villa Urquiza. Hoy, dos años y medio después, con su hijo a upa, está convencida de que tuvo un parto violento.

No se sabe cuántas mujeres son víctimas de violencia obstétrica en el país porque no hay estadísticas oficiales. En la página web del Ministerio de Justicia está disponible un formulario de denuncia específico, pero se reciben escasos reportes. Así lo reveló Perla Prigoshin, titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig), que forma parte de esa cartera. "Si esto no se dice, no existe", reflexiona desde la oficina con un grupo formado por psicólogas, médicas y representantes de las Defensoría del Pueblo de la Nación y de la Ciudad, del Inadi y de la Superintendencia de Servicios de Salud.


En cambio, en redes sociales las denuncias abundan. Basta con buscar "violencia obstétrica" en Facebook,TumblrBlogger y YouTube para encontrar cientos de grupos de diferentes provincias y ciudades de la Argentina y del mundo. LA NACION accedió a dos de ellos. Todos los días aparecen nuevos "posts" seguidos por decenas de comentarios. Allí, las mujeres vierten relatos de partos que consideran violentos. De médicos obstetras que les introdujeron vías para administrarles fármacos sin su consentimiento. De cesáreas que, aseguran, no eran necesarias. De maltratos físicos y verbales. De que las "transformaron en pacientes". De que las ataron y obligaron a estar quietas. De que no las dejaron ir al baño.

El año pasado, Agustina Petrella, recién embarazada de su segundo hijo, decidió que no quería volver a atenderse con el prestigioso obstetra de su primer embarazo. Había tenido una complicada cesárea y sospechaba que su médico se la había inducido con una cápsula de prostaglandina. Entonces buscó y encontró un obstetra que le prometió que esperaría el tiempo que ella necesitara para dilatar y tener un parto fisiológico (natural, vaginal). Iba a parir en la Clínica Bazterrica y para asegurarse le envió una carta a la institución en la que pidió un parto humanizado. Citó la ley 25.929 y especificó que después del nacimiento colocaran a la beba sobre su pecho, que no le dieran leche de fórmula y que no la vacunaran. Poco después recibió un llamado de la coordinadora de Neonatología. "Acá no hacemos parto humanizado, así que te recomiendo que te vayas a parir a otro lado", le informó. Petrella no tenía tiempo de buscar otro instituto y cuando empezaron las contracciones ingresó en la Bazterrica. "Me trataron muy mal, me gritaron y me amenazaron con que iban a judicializar a mi beba. 'Acá no estamos para cumplir los caprichitos de los padres', me dijo una médica a los gritos. Fue porque pedí un parto humanizado. Estaba aterrorizada", cuenta desde un café cerca de su casa en Recoleta.
Desde la Clínica Bazterrica prefirieron no hacer comentarios ante la consulta de este medio.


Obstétricas y obstetras

La carrera de Obstetricia dura cinco años en la Universidad de Buenos Aires. La residencia, cuatro. Las egresadas -en su gran mayoría mujeres, aunque se admiten estudiantes hombres desde 2000- son obstétricas, no obstetras, que son médicos especializados. Las obstétricas atienden embarazos, partos y puerperios normales. Cuando hay una anomalía, se ocupa el médico especialista.

"Nosotros nos formamos para evitar la violencia obstétrica. Tenemos un plus con respecto a los médicos, la parte psicológica y antropológica de nuestra formación, que supera la biológica. No tomamos a la mujer como una panza que viene caminando", dijo a LA NACION Catalina Gerace, del comité científico de la Asociación Obstétrica Argentina.

Hoy Patricia Solano tiene 27 años y una panza enorme. Falta poco para que llegue su tercer hijo y aún no decidió dónde parirlo. Lo que sabe es que no volverá al Hospital Evita Pueblo. "Una busca ayuda, no porque esté enferma, sino porque está por traer a alguien al mundo y no puede sola, necesita un médico al lado. Con este bebé espero que me toque algo mejor".

@brenstrum

bstruminger@lanacion.com.ar

Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres: "Violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la ley 25.929.

Ley 25.929 de parto humanizado. Promulgada en 2004 pero reglamentada recién este año, protege los derechos de madres, padres y recién nacidos en el proceso de parto y nacimiento.

Encuesta


La agrupación Las Casildas -autora del video Voces contra la Violencia Obstétrica- lanzó días atrás el primer Observatorio de Violencia Obstétrica del país. Y divulgó una encuesta para recolectar y sistematizar datos que se transformen en estadísticas.


Texto extraído de: lanacion.com

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