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domingo, 15 de noviembre de 2015

DEJA DE LLORAR POR ESTAR EN LA FRIEND ZONE, ELLA NO LLORÓ CUANDO LA METISTE EN LA FUCK ZONE

LA TRAMPOSA BONDAD DE LOS PAGAFANTAS



“Mira, cuando una chica decide que eres su amigo de repente ya no hay opción de cita. Te conviertes a sus ojos en una especie de ente no sexual. Como un hermano. O una lámpara”.

'Sólo Amigos' (Roger Kumble, 2005)

Beatriz Serrano

Si algo define a Jaimito dentro de sus amigos es sin duda que es un “buen tío”. Un Buen Tío con todas sus letras. Un Buen Tío en mayúsculas. Es el tipo que no bebe un sábado noche para dejar, uno por uno, a todos sus etílicos colegas sanos y salvos en casa. Es el tipo que siempre se ofrece a pagar la primera ronda. El tipo de amigo al que el resto de sus amigos llaman cuando tienen un problema de índole romántica. Jaimito además recicla, ama a los animales –no tiene ninguno, pero comparte muchos vídeos de gatitos -, visita a su abuela cada domingo, dona a una ONG y paga sus impuestos.

Foto: 'Pagafantas' (Borja Cobeaga, 2009)

¿Estás seguro de que eres un buen tío?

No obstante, Jaimito tiene un problema: le gusta una chica. Y no debería ser un problema como tal pero para Jaimito lo es. Porque Jaimito ya ha vivido esta historia un millón de veces y es un tema habitual en su grupo de canallas: “Todas dicen que quieren a un buen tío, pero luego se van con el primer macarra que pasa”, musita mientras observa la espalda de su amada perdiéndose en la distancia encima de una motocicleta. Y ahora le gusta esta chica en concreto. Le gusta muchísimo. La ama con el latir de su corazón y el palpitar de su órgano sexual. Así que queda con ella y se van a pasear. Se van al cine y a cenar. Escucha todas sus historietas de chica y le da consejos de sabueso. Ríen. Comen helado en verano y sopas en invierno. Se dan las buenas noches por whatsapp. Jaimito además le hace regalos. Pequeñas tonterías, pero ¿qué puede hacer él si cada vez que pasa por Tiger encuentra una funda para iPhone de calabazas que le recuerda a ella?

Jaimito ahora tiene dos frentes abiertos. Por un lado su amor le está transformando en una dama dieciochesca que necesita el frío viento del norte para poder respirar. Por otro, su grupo de canallas no deja de decirle que es un Pagafantas y que se dé prisa o la tía le meterá en la Friend Zone. “Y cuando estás en la Friend Zone – dice el más cuñado de sus colegas – ya no hay forma de volver atrás porque se piensan de repente que eres SU AMIGO y van y te cuentan cosas y te hacen partícipe de toda su vida”. Una cosa que es, a todas luces, peor que un castigo en la Edad Media.

De pronto llega el Día D: Jaimito sale de su casa ready to kill. Ha quedado con la chica y se dice que esta noche es la noche. Y quedan y beben y él se lanza y ella le hace una pequeña cobra –porque le tiene mucho cariño – y le dice que no, que no siente lo mismo y que le ve como un amigo. Las alertas se disparan. FRIEND ZONE aparece con luces de neón en sus ojos, sobre el rostro de ella y por todo el bar. Y juraría que a 20 metros fuera de allí hay una manifestación donde todo el mundo lleva carteles y banderas donde pone FRIEND ZONE. Jaimito descubre que sus amigos tenían razón. Y como va un poco pedo, argumenta eso de que las tías no quieren a los buenos tíos, que qué injusta es la vida, por el amor de Dios, que entonces por qué todas esas cenas y películas y por qué lleva la funda de iPhone de calabazas. Y para ella la respuesta es sencilla: porque somos amigos.

Vamos a sostenerlo aquí por un nanosegundo: si la única razón por la que estabas siendo adorable y amable con la chica en cuestión era porque querías conseguir algo a cambio…¿estás completamente seguro de que sigues siendo Un Buen Tío, Jaimito?


No hay más preguntas, señoría.

El concepto Friend Zone es peligroso y unilateral: ¿no podría cabrearse ella porque la has metido en la Love Zone? ¿O en la Fuck Zone? La Friend Zone sostiene que si eres majo y amable con una chica, esa chica eventualmente se convertirá en tu follamiga o en tu amigovia o en tu novia formal. La Friend Zone juega en una dinámica de poder por la que una persona tiene que recompensarte por un acto –la amistad- que creía altruista. Como si tu amiga fuese una máquina tragaperras en un casino que conforme metas más monedas más posibilidades tienes de ganar. La Friend Zone otorga al interesado el papel de víctima por el mero hecho de que la otra persona no esté interesada en él del mismo modo. Cuando lo cierto es que nadie elige de quién se enamora. Y eso juega en una doble dirección. Porque en el concepto de la Friend Zone se esconde el hecho de que el poder lo tiene el interesado, mientras que la otra persona debería responder como el interesado espera –o desea- que responda. Y qué aburrida sería la vida sin sobresaltos.


Pero quizás lo más insultante de la Friend Zone es la manera en la que devalúa la amistad. Como si el llamar a alguien “amigo” tuviese poca o menos calidad que el ponerle otra etiqueta. Se valora a la otra persona por lo que puede ofrecerte y no por lo que es. Y la amistad no debería infravalorarse. Porque el amigo es el que te recoge borracho a las cinco de la mañana. El que te llevará una petaca el día de tu boda y el que te dejará su hombro en los funerales. Tu camarada, tu ángel de la guarda, tu confidente y tu centinela. Ynadie estipula que ese papel deba desempeñarlo, sí o sí, otro hombre.
Quizás te identifiques con Jaimito. Es posible que un enorme sentimiento de empatía te haga aliarte con él. Puede ser que en algún momento te hayan roto el corazón. Que alguien te haya rechazado. Y también es posible que tú hayas rechazado a alguien porque no veías a esa persona con la lente con la que te veía a ti. El rechazo es algo horrible y duele, pero va a suceder. Y eso no convierte a la otra persona en una mala persona. Es simplemente una persona a la que no le interesas. La única mala persona aquí, amigos, es el idiota de Jaimito.


Texto extraído de: revistagq.com

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