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En Buenos Aires, San Pablo, Rosario, ahora grandes urbes industriales, se estrena la lucha anarquista llegada con la inmigración europea. Criollos y gringos se adhieren a la “Idea” de la libertad y emprenden su militancia con la apertura de sindicatos, diarios, bibliotecas, centros culturales, escuelas libres y hacen estallar la huelga contra las patronales. Al igual que en Europa y Estados Unidos, surge también aquí el rol combativo de la mujer durante esas luchas sociales.
Siguiendo el modelo de la comunera anarquista Louise Michel y la prédica feminista de la estadounidense Emma Goldman, un puñado de valientes muchachas trabajadoras dan nacimiento en la década de 1890 al anarcofeminismo alrededor de la región del Plata. Sobresalen entre ellas los nombres de Virginia Bolten, Teresa Marchisio, María Collazo, en el corredor anarquista compuesto por Rosario, Buenos Aires, La Plata y Montevideo. Pronto se repetirá esa realidad entre Río, San Pablo y el puerto de Santos, entre Santiago de Chile y el puerto de Valparaíso, en los saladeros de Iquique, entre Lima y El Callao, en el mercado de La Paz. Las organizaciones anarcofeministas se expanden como anillos en el agua tocándose en sus bordes, entran en contacto unas y otras por la escritura, los viajes, los congresos. Se descubre entonces la labor apasionante de estas mujeres a lo largo de un siglo que hemos tratado de recuperar.
El desafío para un Diccionario anarcofeminista de la región ha sido la escasez de documentos sobre esas militantes ya fallecidas, lo cual determina muchas veces la ausencia de fechas. Mucho ha aportado el relato oral de descendientes y compañeros que con entusiasmo y desinterés han ofrecido todo el material de sus recuerdos. La prensa de la época, en especial la femenina, aporta las pistas para el seguimiento de sus vidas, y utilizándose además los trabajos de investigación ya realizados sobre el rastreo de la labor femenina dentro del anarquismo se ha tratado de completar esta memoria. Se agradece entonces especialmente el apoyo recibido del autor boliviano Huáscar Rodríguez García, recuperador de la choledad libertaria, así también como la colaboración incansable que desde Montevideo ofreció Pascual Muñoz.
Un agradecimiento caluroso a la gente de la FLA, que bajo la orientación de Marina Barsuk ofreció su archivo, datos, direcciones, haciendo posible la concreción del diccionario. Y un agradecimiento inmenso y substancial a las históricas militantes de la Biblioteca Popular José Ingenieros, que promediando ya los ochenta años dieron su testimonio desinteresado y entusiasta para la realización de esta memoria.
Cristina Guzzo.
Buenos Aires, enero 2013
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