Lo que nuestrxs madres y padres hablan o callan y sus actitudes en pareja ayudan a constituir el ser sexual que somos y la relación con nuestro cuerpo. Responde estas preguntas para identificar tu huella erótica.
Por: Luisa Torres Tobar, sexóloga
Ellxs, además de proporcionarnos modelos de relación sexual, tienen diversas actitudes respecto al modo de su actuar sensual y sexual con su pareja.
Es importante preguntarse sobre el contacto físico en el núcleo de la familia, ¿entre familiares había abrazos espontáneos o más bien poco contacto físico? ¿Experimentaste el contacto como algo positivo de afecto o es algo incómodo? Además de nuestra familia, las actitudes culturales también tienen una profunda influencia en la sexualidad, tanto si las aceptamos como si nos rebelamos contra ellas.
A continuación encontrarás una serie de preguntas que te ayudarán a comprender tu historia sexual y huella erótica. Responde a cada una y reflexiona de qué forma han marcado tu desarrollo sexual. Luego podrás comprender la forma como te relacionas con los demás y cómo vives tu propia sexualidad.
De adultx:
-¿Qué momentos de tu vida recuerdas que sentiste más deseo o más placer?
-¿Qué lugares, momentos del día o compañerxs te han excitado más?
-¿En qué se parecen y en qué se diferencian específicamente esos momentos de tu vida actual?
De niñx:
-¿Qué actitudes hacia la sexualidad y hacia el cuerpo prevalecían en tu familia durante tu infancia y adolescencia?
-¿Tuviste la oportunidad de hablar con tu madre y/o padre sobre temas de sexualidad? ¿Ellxs se mostraban abiertos a hablar sobre el tema?
-¿Cómo fue tu primera experiencia sexual?
-¿Cómo han influido esas experiencias en tu visión actual de tu cuerpo y tu vida sexual?
Y ahora…
En tu vida actual, ¿qué cosas aumentan o disminuyen tu deseo?
Si pudieras diseñar la situación erótica perfecta, ¿cómo seria?
Una educación sexual represiva durante la pubertad puede generar disfunciones sexuales y otro tipo de problemas en la edad adulta
Si queremos saber por qué tenemos relaciones personales de buena o mala calidad tanto con mujeres como con hombres, con frecuencia necesitamos analizar cómo se construyeron los moldes de nuestra identidad sexual y cómo tomaron forma los patrones por los cuales nos desenvolvemos cuando interactuamos con el resto de personas.Esas experiencias son las que determinan cómo escogemos pareja y nos relacionamos con el resto de personas hoy, que eres una persona adulta o joven. Usualmente, lxs terapeutas proponen estas cuestiones a sus pacientes y les piden determinar si son verdaderas o falsas en sus propias vidas; haz el ejercicio tú también:
-lo que sé y recuerdo de mi infancia temprana, las demostraciones físicas de afecto fueron siempre fuente de comodidad y amor (por ejemplo, ¿recuerdas a tu madre o padre dándote las buenas noches con un beso mientras te acostaban? ¿tienes recuerdos tempranos de ser cargado y abrazado por uno de tu padre/madre?)
-Mi padre/madre tienen diferentes modos de mostrar su afecto hacia mis hermanxs y hacia mí (por ejemplo, en varios casos, los papás se sienten más cómodos jugando “fuerte” con los niños que con las niñas)
-Al crecer, mis padres se prodigaron siempre afecto unx al otrx (¿recuerdas a tu padre/madre abrazándose o besándose? ¿parecían estar físicamente cómodos y conectados? ¿o estaban fríos y distantes?)
-Mi padre/madre emplearon medios físicos de disciplina (¿alguno de tus padres te castigó alguna vez con un cinturón o con la mano? ¿cuál era el método usual? ¿lo solía hacer sólo unx de ellxs?
¿el contacto físico ha sido algo que has asociado más con el castigo que con el afecto en tu niñez?)
-Cuando fui creciendo, mi padre/madre se sentían menos cómodos mostrándome afecto (¿tu padre/madre se mostraron más lejanos mientras transitabas en la adolescencia? ¿notaste alguna diferencia en cómo tu madre o padre interactuaba físicamente contigo?)
Sea que tus respuestas sean “verdadero” o “falso”, esta información puede ofrecer información valiosa sobre tus actuales puntos de vista sobre la sexualidad. La escritora Aline Zoldbrod, en su libro Sex Smart, analiza cómo la niñez forma la vida sexual adulta y divide los ambientes caseros en que crecimos en siete tipos, basándose en cómo se trataban los temas sexuales en ellos. ¿Puedes identificar tu propio hogar en alguno de estos tipos?
El ambiente ideal
En este hogar, la curiosidad sexual es alentada, las respuestas sobre el sexo son respondidas con información apropiada de acuerdo a la edad del niño o la niña y la privacidad e independencia son respetadas y cultivadas activamente.
El ambiente predominantemente cuidado
Es similar al ambiente ideal, aunque con algunos grandes baches. Por ejemplo, si un padre/madre o hermanx sufre de períodos intermitentes de depresión o enfermedad, o un divorcio o nuevo matrimonio causa un quiebre en el funcionamiento perfecto del ambiente ideal.
El ambiente evasivo
En este escenario, los padres generalmente evitan el tema del sexo y crean un ambiente en el cual preguntar sobre asuntos sexuales es incómodo. Esto está relacionado frecuentemente con las familias en las que los padres/madres no son abiertamente afectuosxs unx con otrx, incluso si sí lo son con sus hijxs.
El ambiente negativo
En un hogar así, el sexo no matrimonial no sólo es evitado sino tratado como inmoral. Este ambiente puede convertirse en terreno fértil para la homofobia, misoginia y problemas sexuales posteriores, incluyendo miedo a la masturbación, incapacidad para las mujeres de lograr un orgasmo o eyaculación precoz en los hombres.
El ambiente de abuso
Este hogar se caracteriza por el contacto sexual inapropiado entre un padre/madre e hijx, este contacto inapropiado sí constituye abuso sexual, incluso si el/la niñx no lo reconoce como tal o lo bloquea. Sea que este abuso ocurra sólo una vez o varias veces a lo largo de período de tiempo, o es realizado por un miembro de la familia inmediata, de la familia extendida o amigxs o conocidxs, el crecer en un ambiente abiertamente sexual puede provocar un gran daño a largo plazo que impida mantener relaciones sexuales adultas y equilibradas posteriormente. Desde el miedo a la intimidad hasta la ira, falta de deseo o promiscuidad, el superar los daños causados por crecer en este ambiente requiere tiempo, trabajo y terapia profesional.
No podemos cambiar de dónde hemos venido, pero sí podemos cambiar el ambiente que creamos para nuestrxs hijxs.
Texto extraído de: fucsia.co, cuidatusalud
No hay comentarios :
Publicar un comentario