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domingo, 6 de septiembre de 2015

LOS DIBUJOS ERÓTICOS DE MIHÁLY ZICHY.

Comentados por Marco Aurelio Denegri (Parte I/IV)

Mihály Zichy nació en el pequeño poblado de Zala, al suroeste de Hungría, en 1827, en el seno de una familia terrateniente; murió en 1906, en San Petersburgo.

Estudio bajo el tutelaje del artista Jacopo Marastoni, y en 1844 fue alumno del vienés Ferdinand Georg Waldmüller. Entre 1847 y 1849 fue contratado por la Gran Duquesa Helena Pavlovna como instructor de dibujo de su hija Katharina Mikhailovna, trabajo que le proporcionó el sustento económico hasta entonces esquivo. Luego de una década de independencia artística -periodo muy fructífero, por cierto-, fue nombrado pintor de la corte por el zar Alejandro II (1859). Abandonó la corte en 1874, para asentarse en París hasta su retorno a la corte rusa, en 1882, que no abandonaría hasta su muerte, en febrero de 1906.

Entre sus cuadros más famosos están El héroe muriente, El bote salvavidas, La tristeza de la madre, El descendimiento de la cruz, en su periodo vienés; El ciclo de las sirenas, La hora de la muerte, Las estrellas que caen, Auto de fe y El dominio del vino, durante su periodo como artista independiente.

La presente serie de dibujos eróticos (que no fueron los únicos) se publicó -como Michael von Zichy- en Leipzig, en 1911, bajo el título de Liebe (Amor). Solo se imprimieron 300 ejemplares antes de la destrucción de las láminas de cobre.


I. "Digitisha" (I)
Digitisha llaman a este modo copulatorio los swahilinos o shirazinos, habitantes arabizados de Zanzíbar y de ciertas regiones de la tierra firme adyacente.



II. "Digitisha" (II)

Los swahilinos consideran inaudito que una mujer no sepa ejecutar debidamente la digitisha. Y por forma debida entienden el que ella se mueva como si estuviera moliendo maíz.


III. "Digitisha" (III)
La digitisha es, pues, una molienda, y no de fácil aprendizaje, pues a las futuras molineras se les adiestra -las mujeres mayores lo hacen- durante cuarenta días.


IV. Postura dorsal
La mujer, además de estar encima del hombre, le da la espalda; es una variante. La postura coital normal -supuestamente normal- consiste en estar cara a cara el hombre y la mujer, supina ella, es decir, echada de espaldas, y él encima. Los hawaianos, que rara vez copulan así, llamaron "misionera" a esta posición, por ver que era casi la exclusiva de los misioneros protestantes que trataban de convertirlos.


V. "More ferarum quadrupedumque" (A la manera de los cuadrúpedos)
Esta posición, censurada por Santo Tomás de Aquino, era en cambio la que recomendaba Tito Lucrecio Caro, el célebre poeta romano.
"Debe cumplirse la coyunda a la manera de los cuadrúpedos -dice Lucrecio-,porque así la posición horizontal del pecho y la elevación de los riñones facilitan la dirección de la simiente."


VI. Piernas al hombro
Más mentada que hecha, el carácter de esta pose es... ¿cómo diríamos?... entre acrobático y estético. Y, aunque buena, basta prolongarla más de un minuto -y a veces ni eso- para que resulte cansadora, por más que la pareja sea, como en este caso, una púber livianita. Y cuanto mayor razón si la compañera tiene, no digamos gordura, porque entonces sería dificilísimo el intento, sino simples atisbos de robustez.


VII. Corva y sangría
Otra de las posturas aéreas que ha forjado la imaginación erótica. La actitud, muy plástica pero, como la anterior, de difícil realización. Se llama Corva y sangría porque las corvas femeninas descansan sobre las sangrías masculinas. El dibujo lo muestra claramente. La corva de la mujer, es decir, la parte de la pierna, opuesta a la rodilla, por donde se dobla y encorva, está sobre la sangría del hombre, es decir, sobre la parte de la articulación del brazo opuesta al codo.


VIII. Posición lateral cara a cara
La ventaja principal de esta posición consiste, como ya lo señalaba Theodoor Hendrik van Velde, en su comodidad; es, en efecto, generalmente hablando, cómoda, y lo sería tal vez más si no fuera por la presión que debe sufrir quien coloca la pierna debajo; en este caso, la mujer; pero las más de las veces, el hombre. Por otra parte, la libertad de movimientos es reducida.


IX. Coito en el sofá
Una parejita adolescente copulando en el sofá. La pose es la llamada "misionera", que el gran húngaro apenas representa; una prueba más de su inconvencionalidad; lo que ahora llamaríamos actitud contracultural, un negación del statuo quo sexual, o más precisamente, de los usos pertúndicos, esto es, concernientes a la diosa Pertunda, que en la antigua Roma era la diosa del coito.


X. Coito en el sillón
Otra parejita en el ardor de la batalla, en la justa del amor, en el torneo erótico de siempre, y posiblemente en la tarde, sí, en la tarde, a eso de las cinco, a las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde, según dijo, y repetidamente, aunque por cierto a diferente propósito, Federico García Lorca.


Los comentarios que acompañan a los dibujos y los nombres de los otros cuadros citados fueron tomados del libro de Marco Aurelio Denegri (Lima, 1938), El Arte Erótico de Mihály Zichy (Kavia Cobaya Editores, 1999. Edición limitada y numerada de 250 ejemplares).

Las imágenes fueron escaneadas de la edición de Leipzig por Scanzen, excelente tumblr donde podrán ver el orden original en el que fueron publicadas.

Texto extraído de: ihaveabadday

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