“Todos los condicionamientos a los que somos sometidas nos hacen una encerrona: debes ser madre. La maternidad es constitutiva de nuestra identidad, las mujeres nos definimos y realizamos a través de ella. Es el espacio elegido por el sistema patriarcal para restringir la creatividad y el poder de las mujeres
(Rich, 1983: 307).
Más allá de la biología, “…la maternidad es el conjunto de hechos de la reproducción social y cultural, por medio del cual las mujeres crean y cuidan, generan y revitalizan, de manera personal, directa y permanente durante toda la vida, a los otros, en su sobrevivencia cotidiana y en la muerte”ç
(Lagarde, 2006: 248).
La otra cara de la moneda la viven las mujeres todos los días. Mientras Chile se empapa de patriotismo en el mes de septiembre, una niña de 17 años vive una situación desesperada en Quilpué: tuvo gemelos, está sola, débil y desnutrida.El embarazo adolescente y de niñas ilustra el cinismo del discurso que ensalza la maternidad. La prensa informa indolente que una niña de 11 años fue mamá, que otra de 14 acaba de tener trillizos… las cifras oficiales reconocen que la fecundidad entre las adolescentes y niñas está creciendo más que en otros rangos de edad 24 y estudios nos recuerdan que es un problema asociado a la pobreza, ya que una joven de Cerrillos tiene 35 veces más posibilidades de ser madre antes de los 14 que una que resida en Vitacura (Molina, Molina y González, 2007). El actor más ausente de esta historia es el padre. Aquí se concreta lo que las mujeres saben con certeza: “la mujer debe apechugar mientras el hombre lo piensa”.
En el estrecho margen de la maternidad y heterosexualidad incompatibles con la vida o que ponen en riesgo la salud de las mujeres, vemos cómo son forzadas a continuar a costa de su integridad y cómo también las mujeres aceptan inmolarse por no transgredir su esencia social.
Una sociedad esquizofrénica, que se deshace en alabanzas a la madre –que en realidad remite al imaginario de la virgen-madre– y que, en un mismo movimiento, las margina, castiga y abandona. Las tendencias del mercado laboral son prueba de ello: ¿Por qué se aplauden los programas sociales de apoyo al empleo o la creación de empleos flexibles que ofrecen más trabajo a las mujeres? ¿Por qué se propone ampliar el postnatal sin ni siquiera considerar incorporar a los hombres en el cuidado de la prole? Todas estas reformas perpetúan la ideología de la maternidad y usufructúan de ella para generar mano de obra barata. Recogiendo la idea de Sonia Montecino, si bien las mujeres están viviendo procesos de transformación de la identidad basada en la maternidad, al traspasar el espacio asignado de lo privado, no sucede lo mismo con la paternidad. Y las mujeres, al ocupar espacios que no le son propios, lo hacen en plena orfandad, pues no tienen modelos y no son bienvenidas.
Resistencias y transgresiones de las mujeres
La mujer que desafía los imperativos de la feminidad se enfrenta a condenas, ostracismos, desprecios, ataques. Puede verse enfrentada a la muerte biológica o social. A pesar de ello, las mujeres se resisten, se rebelan y transgreden el espacio de la maternidad.
Lo que oculta el 10 de mayo
Proceso
Ahora que cientos de oficinas públicas y privadas festejan el Día de la Madre, vale la pena recordar cómo surgió la celebración del 10 de mayo, y así tener una pista sobre qué significa hoy su desmedido festejo. En 1982 la SEP publicó, en su colección Memoria y Olvido, la investigación de Marta Acevedo que muestra que en nuestro país la instauración del Día de la Madre estuvo vinculada a una intervención conservadora.
El proceso social yucateco, generado por la Revolución Mexicana, alienta un movimiento feminista que realiza su primer congreso en Yucatán en 1916. Entre otras cosas, se discute la maternidad, planteándose la necesidad de libre elección y aconsejando a las mujeres cómo evitar embarazos no deseados mediante el método anticonceptivo de Margaret Sanger.
A principios de 1922, cuando comienza a gobernar Felipe Carrillo Puerto, se realizan varios actos públicos de la Liga Central de Resistencia del Partido Socialista del Sureste. Grupos de feministas hablan por todo el estado sobre la emancipación de la mujer y sus derechos. Las conferencias son traducidas al maya y se establecen comités feministas en varios lugares. No tardan las críticas al pueblo yucateco, en especial a sus mujeres: Entre marzo y abril de 1922 varios periódicos locales emprenden una campaña contra las feministas y sus propuestas “inmorales” para regular la procreación.
En este contexto, Excélsior retoma la celebración estadunidense del Día de la Madre y convoca a un festejo similar, con el apoyo decidido de Vasconcelos –entonces secretario de Educación Pública–, el arzobispo primado de México, la Cruz Roja y las Cámaras de Comercio. Las propuestas feministas de que la maternidad sea elegida quedan enterradas bajo la avalancha propagandística. De 1922 a 1968, todos los 10 de mayo Excélsior organiza festivales donde premia a las madres más prolíficas, a las más heroicas, a las más sacrificadas.
También surge de Excélsior la iniciativa, en 1927, de construir un Monumento a la Madre, que el presidente Miguel Alemán inaugura en 1949 y que hoy es sitio de arranque de las manifestaciones feministas.
¿Qué encubre hoy el torrente discursivo y comercial del 10 de mayo? Por lo pronto, promueve la idea tradicional de la maternidad como un amor incondicional, que implica gran abnegación. Este mito recoge cuestiones reales –las madres sí suelen ser amorosas, generosas y abnegadas–, pero también encubre aspectos negativos o contradictorios del ejercicio maternal.
Atrás de la imagen de la “madrecita santa” encontramos a madres agotadas, hartas, golpeadoras, ambivalentes, culposas, inseguras y deprimidas. El mito encubre los descuidos, aberraciones y crueldades que muchas madres –sin duda víctimas a su vez– ejercen contra sus hijos.
Pero, sobre todo, la hipervaloració n social de las mujeres como madres y el nivel de gratificación narcisista que alienta dificultan que ellas mismas vean ese “trabajo de amor” como una labor que requiere ser compartida y contar con apoyos sociales.
La capacidad femenina de gestar y parir es considerada socialmente como la “esencia” de las mujeres. Por lo tanto, las labores de cuidado de los seres humanos se ven como una cuestión que les corresponde “naturalmente” a ellas. La maternidad es un trabajo entretejido con la afectividad que recibe la mujer a cambio de dosis más o menos elevadas de gratificación psíquica y de poder en el campo interpersonal de la familia y la pareja. Sin embargo, su desempeño es desgastante y puede llegar a ser enajenante. La familia es el lugar del trabajo no reconocido de las mujeres, en su mayoría madres.
La responsabilidad de las mujeres por este espacio privado limita su participación pública, sea laboral o política. Aunque se declara que la familia tiene superioridad moral sobre cualquier otro ámbito público, es evidente que no se prioriza políticamente a las familias con medidas que verdaderamente concilien el ámbito laboral con el doméstico: los horarios escolares no son compatibles con los laborales, escasean las guarderías, no hay servicios de cuidado para ancianos, ni lavanderías y comedores colectivos.
Cuando se habla de la maternidad sólo en términos de “destino sublime” se olvidan las horas/trabajo que implica; cuando se elogia la abnegación, se dejan de lado las privaciones que suelen acompañar el trabajo de crianza. Por otra parte, las embarazadas no consiguen empleo, las parturientas son maltratadas en los hospitales y las madres no cuentan con opciones de cuidado para sus hijos y familiares dependientes (discapacitados, enfermos o ancianos), lo que las limita laboral y cívicamente, además de cargarlas con el desgaste físico y emocional que supone atender solas a esos dependientes. Este trabajo de cuidado de los demás subordina socialmente a las mujeres y tiene consecuencias restrictivas en el ejercicio de su ciudadanía y su participación política.
El despliegue retórico del 10 de mayo echa una cortina de humo sobre la poca importancia real que se otorga a este laborioso, complejo y determinante trabajo. Y mientras la mayoría de las mujeres se conforma con la rosa roja o el regalito, las feministas seguimos insistiendo en leyes y medidas que descarguen a las mujeres de la atención de sus dependientes.
Por un mundo donde quepan muchos mundos y amores.
¡NO HAY LIBERTAD POLÍTICA SINO HAY LIBERTAD AMOROSA Y SEXUAL!
Fuentes: DIANA MARINA NERI ARRIAGA.
http://libertariayf eminista. blogspot. com
http://lunapenelope .hi5.com
http://www.radiomen teabierta. com/lacasa/
X Martha Lamas
Día de la Madre en Méjico: la festividad que Excélsior inventó para luchar contra el feminismo
El día de la madre es en México la fiesta no oficial más importante luego de la Navidad. Nada se compara a este ritual social que provoca aumentos salvajes del consumo y grandes celebraciones familiares. Pero la inciativa del fundador de Excélsior, Rafael Alducin, de conmemorar a la madre mexicana en 1922 fue un reaccionario invento contra el socialismo y la planificación familiar. Una triste historia fundacional contada por Ismael Flores en Vivir México.
La historia negra detrás del Día de la Madre / Ismael Flores.
Ayer se celebró entre la alharaca acostumbrada el Día de la Madre, tradicionalmente mercantilizado como “la celebración para lareina del hogar”. Por un día al año, se reconoció el esfuerzo en una reunión donde se les colmó de regalos y, si tuvieron suerte, se les cocinó o se les llevó a comer. Hoy todo regresó a la normalidad, y muchas de ellas despertaron para lavar los trastes de la comida “en su honor”.
¿Qué se oculta detrás de esta celebración? Por desgracia, una historia negra de represión.
El Día de la Madre fue introducido en nuestro país durante el siglo pasado por iniciativa del entonces Secretario de Educación Pública José Vasconcelos y el periodista Rafael Alducin, fundador del diario Excélsior. Celebrado por primera vez el 10 de mayo de 1922, su introducción e institucionalización en el calendario oficial respondió a los esfuerzos por contrarrestar la campaña de planificación familiar que el profesor José de la Luz Mena, miembro del Consejo de Educación Pública, había iniciado en Yucatán.
La celebración, originalmente concebida en 1870 en Estados Unidos por la sufragista y pacifista Julia Ward Howe, era una respuesta pacífica contra la Guerra Civil norteamericana, creada a partir la famosa Mother’s day proclamation, un himno que llama a las madres a levantar la voz contra las atrocidades de la vida cotidiana y la guerra:
Arise, then, women of this day!
Arise, all women who have hearts,
Whether our baptism be of water or of tears!
Say firmly:
“We will not have great questions decided by irrelevant agencies,
Our husbands will not come to us, reeking with carnage, for caresses and applause.
Our sons shall not be taken from us to unlearn
La historia y los órganos (fálicos) de poder le retiraron el apellido a la conmemoración que rabiosamente instauró Julia Ward, pues de ser un llamado a las madres por la paz (a través de la adquisición de su derecho al voto, a la equidad y participación ciudadana), se convirtió en una celebración a la madre, a secas, del status quo de la mujer; tal y como nos llegó a México a través de una campaña publicitaria en el diario Excélsior.
El 10 de mayo de 1922 en las primeras planas de dicho periódico, Rafael Alducin “alertó” a los mexicanos de lo peligrosas que resultaban las ideas “ajenas a nuestra moral social”, refiriéndose específicamente a la campaña de planificación familiar iniciada en Yucatán por el profesor José de la Luz Mena que buscaba difundir entre la población un folleto llamado La Brújula del Hogar escrito por Margaret Sanger, pionera del movimiento feminista del control de la natalidad, y en cuyo texto orientaba a las mujeres sobre las decisiones que las mujeres podían tomar sobre su cuerpo y vida evitando embarazos no deseados.
Yucatán, ante la mirada atónita del gobierno central, vivía tiempos de renovación que no pudieron ser entendidos más que como un peligro para la nación. Con el ascenso al poder de Felipe Carrillo Puerto —fundador de la agrupación que más tarde sería el Partido Socialista del Sureste— en dicha entidad comenzaron a existir reformas incómodas para el gobierno central, tales como lapromulgación de la ley del divorcio, la educación sexual, el apoyo a los grupos feministas y la oposición a espacios por tradición exclusivamente masculinos, como las cantinas y los burdeles.
El folleto de Margaret Sanger fue la gota que derramó el vaso y desde el centro del país comenzó la campaña de defensa de los auténticos valores mexicanos. (Cualquier parecido con la historia del “Día —blanquiazul— de la familia” no es mera coincidencia).
En el libro de Marta Acevedo, Memoria y olvido: imágenes de México, se rescatan algunos fragmentos del texto de Rafael Alducin, donde se da banderazo a la conmemoración de este día:
Hoy, que en el extremo meridional del país se ha venido emprendiendo una campaña suicida y criminal en contra de la maternidad, cuando en Yucatán elementos oficiales no han vacilado en lanzarse a una propaganda grotesca, denigrando la más alta función de la mujer que no sólo consiste en dar a luz sino en educar a los hijos que forma su carne, es preciso que la sociedad entera manifieste, con una fórmula banal si se quiere, pero profundamente significativa, que no hemos llegado de ninguna manera a esa aberración que predican los racionalistas exaltados, sino que lejos de ello, sabemos honrar a la mujer que nos dio vida.
Y con esta mentada de madre dio inicio la festividad que 10 de mayo se conmemora: la visión tradicional de la madre abnegada, parturienta y dolorosa.
¿Madre o vaca? |
A la celebración de 1922 se sumaron la Iglesia Católica, las damas de la Cruz Roja y los medio de comunicación de la época, como los cines y teatros, abriéndole terreno a los comerciantes capitalinos que conscientes de la situación comenzaron a promocionar “un regalito para celebrar a mamá”. Poco importó que en Mérida, se llevaran acabo acciones sorprendentes que incluso hoy causarían resquemor en varios sectores de la población mexicana, tales como las Conferencias Culturales de la Liga Central de Resistencia del Partido Socialista del Sureste donde se tocaban temas como:
- Profilaxis
- Prevención de enfermedades venéreas
- Relaciones familiares y jurídicas
- La disciplina sindicalista
- Los cuestionamientos sobre la implantación en los pueblos de la escuela Racionalista.
- Análisis de los beneficios de los “matrimonios naturales” y del “amor libre”, insistiendo en que su práctica no destruía el hogar.
- La emancipación de la mujer
- Los derechos de la mujer
De ahí para acá, la celebración de este día como esclerotización del movimiento feminista ha rendido frutos y se ha materializado en el Monumento a la madre, construido en la ciudad de México en 1932 —también por iniciativa del diario Excélsior—, entre otras disposiciones legales que perpetúan el rol tradicional donde ser madre es obligación para que una mujer se pueda describir como tal, perpetuando sistemas económicos como la doble jornada (madre que después de trabajar, tiene que atender a sus hijos sin apoyo de la pareja) o la violencia económica (donde a la mujer se le oprime a través de darle o no dinero y prohibiéndole trabajar).
Celebrar y reconocer a la madre es fundamental y necesario. Pero celebrar su posición de reina-esclava de la casa, el modelo deMarga López en Cuando los hijos se van, y la opresión que sufre como mujer al volverse un idolillo etereo, un santa, una diosa sin necesidades y que se desboca por la familia… eso creo, no es digno de se celebrado.
¿Y ustedes ya lavaron los platos, o dejaron que su mamá los lavara después de la comida en su “honor”? ¿Los lavarán el resto del año, o volverán a sentir el ardor del jabón hasta el 2012?
Texto extraído de: Feministautonoma, Grupo Feminista La Ruptura. y Oriol Malló Vilaplana,
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