La distinción entre erotismo y pornografía se construye teóricamente diciendo que el primero "sugiere" y la segunda "muestra".
Se acepta como una verdad de perogrullo que el Erotismo y la Pornografía son muy diferentes, pero hoy por hoy vamos a unirnos a quienes lo ponen en duda.
HAZ EL AMOR Y NO EL PORNO...?
Se acepta como una verdad de perogrullo que el Erotismo y la Pornografía son muy diferentes, pero hoy por hoy vamos a unirnos a quienes lo ponen en duda.
Diferencia entre Erotismo y Pornografìa
Cuando Sir Roger Penrose (nacido el 8 de agosto de 1931 es un físico matemático nacido en Inglaterra y Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford.) le preguntó a Picasso qué pensaba de la distinción entre erotismo y pornografía, éste se limitó a decir: "Ah, por qué ¿hay alguna diferencia?"Y yo les devuelvo a ustedes la pregunta ¿Cuál es la Diferencia? La distinción entre erotismo y pornografía se construye teóricamente diciendo que el primero “sugiere” y la segunda “muestra”.
El erotismo se inserta en el arte y la pornografía roza la obscenidad. El erotismo es propio del amor y la pornografía del comercio del sexo. El erotismo es elegante y sublime, mientras la pornografía posee una naturaleza sórdida e injustificable.
Que le da caracter de pornogràfico a algo
Hipotéticamente eso funciona. Pero...
¿Cómo planeamos esas definiciones para hacer una clasificación efectiva en la vida real? ¿Cuál es el criterio para determinar el carácter pornográfico de las imágenes o de los objetos?Podría pensarse, en primer lugar, que lo pornográfico alude la exhibición del cuerpo sin pudor, en cuyo caso habría que hacer siempre la salvedad de que la vergüenza depende del contexto, pues en ciertos países es pornográfico que una mujer enseñe un pie desnudo, por ejemplo. En nuestro caso concreto, un pie desnudo no tiene ningún problema, lo que entendemos como pornografía se restringe a la presencia de genitales y actividad sexual explícita.
Sin embargo, estamos de acuerdo en que las relaciones íntimas de una pareja, en las que, por supuesto, hay penetraciones y caricias explícitas, no son pornográficas sino simplemente sexuales.
La diferencia entre “relaciones eróticas” y “relaciones pornográficas” carece de sentido
Conceptualmente aplicado a una película
En el cine varios directores han cambiado ese prejuicio demostrando que es posible hacer verdaderas obras de arte aunque el sexo sea evidente, como es el caso de Nagisa Oshima y su pieza “El Imperio de los Sentidos”.
Por lo tanto se evidencia aunque fuese a regañadientes, la certeza de que un producto de valor artístico, o de cierto interés narrativo, puede tener a veces temáticas «obscenas»”. Podríamos decir que el sello de “pornográfico” no está tanto en las características propias del objeto, sino en los ojos de quien los mira. Cuando nuestros ojos están cargados de los preceptos moralistas (“las grandes virtudes del hombre casto”) vemos pornografía en todas partes, pero cuando nuestra mirada está un poco más relajada, el límite se vuelve difuso y podríamos concluir diciendo que “el erotismo es la pornografía del otro”.
¿Cuál entonces es la frontera entre "erotismo" y "pornografía"?
Hace más de 2500 años ya había en la India templos hinduistas con decorados en relieve o esculturas que muestran parejas en el momento de la cópula. En China se han descubierto dibujos y grabados de la época de la dinastía Chin con representaciones en pleno acto sexual. Allá por el año 206 a d C., aparecieron en China, algunos manuales sexuales explícitos y detallados. Al menos mas de uno ha escuchado nombrar el Kamasutra, en el que, entre otras cosas, se incluyen descripciones de técnicas y posturas para la interacción sexual.
Para corroborar lo que se acaba de enunciar, citamos la advertencia de Luce López Baralt (investigadora y ensayista puertorriqueña) en su introducción a Un "Kama Sutra" español: ". . .el lector no tiene en sus manos un libro pornográfico. Tiene algo mucho más extraño: un libro reverencial sobre el arte de hacer el amor".
Estos manuales, utilizados como serios libros educativos en las culturas orientales, cuando pasaron al occidente, fueron considerados como material pornográfico. No obstante, ya en el siglo diecinueve habían alcanzado niveles de promoción tales que, si se levantaran nuestros abuelos creyentes de sus tumbas, volverían a caer en ellas de muerte súbita.
Hablando sobre el amor y la sexualidad, el conocido escritor Gabriel García Márquez escribió en una oportunidad:
"El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno".
HAZ EL AMOR Y NO EL PORNO...?Dicen que el amor hace girar el mundo pero el porno hace volar a la Red. Aparentemente, con funestas consecuencias para los hombres.
Marta Peirano
Thurston Moore dijo una vez que la diferencia entre una obsesión y una adicción es que la obsesión te obliga a hacer cosas, mientras que la adicción te impide hacerlas.
Hay quien piensa que este es el motivo principal por el que las mujeres superarán a los hombres en méritos académicos, personales y profesionales; que el ejemplar masculino típico de entre diez y cuarenta años invierte de dos a doce horas a la semana en mirar pornografía en la Red. El 20% en horas de trabajo.
Es difícil echárselo en cara cuando el típico anuncio de desodorante que vemos en las marquesinas de cada plaza parece un descarte de Ginger en las Rocas, pero en este valle de lágrimas no hay placer sin consecuencias.
Al creciente grupo de detractores que consideran la pornografía grosera, chovinista o inmoral se ha sumado uno nuevo; los científicos.
La cuestión no es moral sino práctica.
A pesar de su dinámica influencia en el desarrollo de las telecomunicaciones, parece ser que el exceso de pornografía nos baja la líbido en lugar de al revés. Nuestra respuesta sexual está condicionada por la presencia de un neurotransmisor llamado dopamina (el mismo que nos recompensa cuando comemos chocolate y que se dispara con el uso de opiáceos) y, gracias al famoso efecto Coolidg, la dopamina se aburre con facilidad. El exceso de estímulos sexuales genera un proceso de “insensibilización” en el que el circuito de recompensa de nuestro cerebro responde cada vez menos a los encantos del mundo real, donde es menos probable que dos modelos de 22 años sacrifiquen su virginidad para agradecer un cambio de neumático. Sentarse a mirar porno todos los días hace que cada vez nos haga falta mirar más porno para conseguir el mismo grado de excitación. En otras palabras: cuanto más porno, menos sexo.
Todos estamos de acuerdo en que menos sexo es malo. Cindy Gallop, la espontánea de 53 años que se metió en el bolsillo la TED conference de 2009 en sólo cuatro minutos, asegura que hay algo peor. Hay al menos una generación de hombres que crece pensando que las interacciones circenses que caracterizan el porno duro son la manera en que dos adultos se relacionan íntimamente. Sabiendo que el colectivo que más pornografía consume en la Red tiene entre 12 y 17 años, ¿qué pasa cuando el perseverante onanista entra en contacto con una persona real?
Porno de verdad para gente de carne y hueso
Los científicos no están 100% seguros.Como explica el psicólogo especialista Gary Wilson, encontrar 20 hombres heterosexuales menores de cuarenta años que no consuman porno para montar grupos de control ha resultado más difícil que plantar palmeras en el Polo Norte. Lo que sí saben es que los agresores sexuales no necesitan la pornografía para motivarse.
“Si la pornografía tuviera el impacto que muchos dicen que tiene -observa Simon Louis Lajeunesse de la Universidad de Montreal-, bastaría con mostrarle películas hetero a un homosexual para cambiar su orientación sexual”.
También saben que la pornografía es más adictiva que el sexo, entre otras cosas porque no es sexo y está en su naturaleza irritar el deseo en lugar de satisfacerlo. Como un cigarrillo, se convierte rápidamente en la única cura para la enfermedad que produce. Todas las adicciones tienen el mismo resultado, incluyendo aislamiento, depresión, irritabilidad y disfunción eréctil. Según Carlo Foresta, jefe de la Sociedad de Andrología y medicina sexual, demasiadas visitas a Youporn conduce al pasillo azul de los viagra-dependientes.
Cindy Gallop sabe exáctamente cómo es un adicto al porno cuando practica el sexo con una persona real: un mal amante. Y su propuesta para salvar al mundo de los malos amantes (y de la depilación brasileña, las acrobacias para el primer plano de cámara y otras convenciones del porno que salpican nuestra vida íntima) se llama Make Love not Porn (Haz el amor y no el porno).
La web propone una reeducación, rehabilitación y reorientación de la vida sexual, a través de la desacreditación de ciertos mitos sexuales, como que el sexo anal es plato de todos los gustos o que el orgasmo múltiple femenino es siempre inmediato, múltiple y ruidoso. El proyecto, aún en beta, recoge comentarios, sugerencias y vídeos de parejas reales practicando sexo con naturalidad y vello púbico. Que en verdad también es porno, pero por una buena causa.
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