Todo esto se podría haber quedado en una primera vez cualquiera si no hubiese vuelto a la reflexión que hizo la Irene de quince años sobre la virginidad.
¿Cómo iba a denominarme virgen si no lo era?
Si la virginidad habla de penetración y de ruptura de himen yo no entendía nada. Puede que me rompiera el himen bailando a los 7 años, o puede que naciese sin el (como un altísimo porcentaje de mujeres en el mundo). Antes de aquella noche ya me había penetrado con los mangos de varios destornilladores, cepillos de pelo, un roll-on, las piernas de la barbie con su increíble textura, subrayadores gordotes y un montón de utensilios domésticos. ¿Cómo un polvo de cinco minutos podría superar eso y además concediéndole cierto prestigio? Mis mejores orgasmos me los debo a mi misma.
Si la virginidad habla de relaciones íntimas con otras personas, tampoco era virgen en ese campo. Ya me tocaba el coño con mi vecina a los 10 años y había explorado nuestros cuerpos con un montón de amigas hasta ese momento. Si alguien me pregunta ahora por mi primera, seguramente contara una tarde con una amiga dos años antes, donde al final no tuve que fingir nada.
Es una forma de control sobre la sexualidad de la mujeres en todas las culturas populares; desde la prueba del pañuelo gitana hasta que las estrellas Disney luzcan con orgullo su anillo de castidad. La virginidad es la institución que asegura encerrado el deseo y el placer de las mujeres. Existen miles de interpretaciones bíblicas que hablan de que las mujeres violadas pueden seguir manteniendo su virginidad, pues la virginidad no supone control en el hombre, sino control del deseo de la mujer: “La Fe Católica nos enseña que Dios milagrosamente conservó esta integridad física en la Santísima Virgen María, incluso durante y después de haber dado a luz (ver Pablo IV, “Cum quorundam,”). Ya, claro.
Después de todo esto, cuando una mujer reconstruye su himen o vende su virginidad por internet, sobran los argumentos pseudo feministas para tacharlo de aberración. ¿En serio? Son mujeres que están retomando el control y el valor de lo que a todas nos han quitado. Al final, todo el mundo puede comerciar y manipular nuestros cuerpos menos nosotras. Si la virginidad es valiosa para ellos, que la paguen.
No señorxs, no somos vírgenes y dudo que alguna vez lo hayamos sido.
Texto extraído de: www.feministasacidas.com/2013/10/mi-primera-vez/
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