Este mercado perpetúa la desigualdad entre la personas, invisibiliza la diversidad sexual, no atiende de necesidades sociales, como tampoco respeta la salud.
La oferta de servicios y productos eróticos limita y estigmatiza la sexualidad de las mujeres. Orientado, en gran parte, al placer masculino. Se trata de un mercado que no atiende ni respeta el deseo femenino: los embalajes sexistas, el uso de materiales tóxicos y la fijación por juguetes coitocentrados, son meros ejemplos de las políticas de este mercado.
El trabajo sexual, la venta de juguetes o la pornografía están bajo premisas sexistas y misóginas, y hacen del mercado un espacio privilegiado, sucio y oscuro, donde además se vulneran derechos fundamentales a través del turismo sexual o la trata de personas con fines sexuales.
El mercado sexual es una industria controlada por hombres que son, además, el 95% de los consumidores. Una industria erótico económica equiparable a la industria automovilística, que se mueve en los mercados negros y las economías sumergidas, donde se vulneran derechos básicos como son los laborales o la integridad de las personas. En concreto el papel de las mujeres es el de mercancía, objetos de placer y de deseo al gusto del consumidor.
El mercado sexual es una industria controlada por hombres que son, además, el 95% de los consumidores. Una industria erótico económica equiparable a la industria automovilística, que se mueve en los mercados negros y las economías sumergidas, donde se vulneran derechos básicos como son los laborales o la integridad de las personas. En concreto el papel de las mujeres es el de mercancía, objetos de placer y de deseo al gusto del consumidor.
Un mercado que nos usa, nos estigmatiza, nos victimiza y nos criminaliza sin tener en cuenta nuestros deseos ni nuestros derechos. Un negocio que nos sitúa como buenas o malas mujeres en función de unos patrones sexistas, siendo las malas todas las que viven, disfrutan y/o trabajan del sexo.
El mercado de la erótica, la venta de sexo, es un recurso que miles de personas utilizan para conocer y tener sexo y, como tal, se ha de gestionar de un modo donde no se atente contra la dignidad ni integridad de las personas y que simultáneamente garantice el libre acceso de los mismos.
Por todo lo anterior, es imperativo articular estrategias de desarrollo de la sexualidad que:
- Vayan más allá de la mera prevención (embarazos no deseados e ITS).
- Reconozcan que la sexualidad es un constructo social que forma parte del desarrollo personal. Por lo que todas y cada una de las políticas han de tener en cuenta la subjetividad e individualidad de las personas a través del respeto a la diversidad.
- Abarquen la sexualidad desde un plano integral y transversal.
- Incidan en el respeto y autoconocimiento como instrumento para la mejora de oportunidades y el fomento de la calidad de vida.
- Consideren a las personas sujetos propósitos y fomenten instrumentos que garanticen en las personas la resolución de sus demandas, sin control ni paternalismos sino desde la libertad y la autonomía.
- Garanticen el acceso a los distintos mecanismos económicos, políticos, educativos y culturales para el pleno desarrollo personal, social y físico.
Textos extraídos de: Desmontandoalapili
¿Si no atiende a las necesidades reales de las personas cómo puede resultar tan lucrativo? ¿Nos obliga a la fuerza, como hace la administración pública?
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