No soy nada poliamorosa por mucho que algunas se empeñen. Además, no me gusta la etiqueta, no se para qué hacer más y más etiquetas para conceptos que ya existen. Si yo fuera algo sería polisexual, que también es muy antiguo y que siempre ha tenido otro nombre. Pero yo promiscua tampoco soy, no sé qué soy, yo soy de no salir de casa, y soy muy mía. Lo que sí que creo es que seríamos más felices si fuéramos capaces de no pasarnos la vida tratando de encajarnos y de encajar a la gente, como sea, en el mito del amor romántico, apasionado y exclusivo.
El poliamor no es lo mío, lo que me faltaba. Si todas mis parejas, todas, se han quejado de que no les presto suficiente atención, si todas mis parejas me han acabado dejando porque no me entrego lo bastante (o no les parece), si todas se han quejado de que mi amor no les llegaba con la suficiente intensidad…entonces lo que me faltaba es tener que multiplicarme por dos o más. Los requerimientos románticos del amor me han producido siempre sufrimiento. Creo que vivo escindida entre lo que soy, lo que debería ser y lo que quieren que sea.
Así que ya he comprendido lo que necesito. Necesito que mi pareja sea poliamorosa; ella, no yo. Yo no quiero ser el amor exclusivo de nadie, no quiero que nadie centre su vida en mí, no quiero que nadie espere de mí que mi vida se centre en ella; quiero ser la segunda o la tercera o la cuarta.
El poliamor no es lo mío, lo que me faltaba. Si todas mis parejas, todas, se han quejado de que no les presto suficiente atención, si todas mis parejas me han acabado dejando porque no me entrego lo bastante (o no les parece), si todas se han quejado de que mi amor no les llegaba con la suficiente intensidad…entonces lo que me faltaba es tener que multiplicarme por dos o más. Los requerimientos románticos del amor me han producido siempre sufrimiento. Creo que vivo escindida entre lo que soy, lo que debería ser y lo que quieren que sea.
Así que ya he comprendido lo que necesito. Necesito que mi pareja sea poliamorosa; ella, no yo. Yo no quiero ser el amor exclusivo de nadie, no quiero que nadie centre su vida en mí, no quiero que nadie espere de mí que mi vida se centre en ella; quiero ser la segunda o la tercera o la cuarta.
Quiero mi espacio y dar lo que puedo dar, y a cambio espero lo mismo, no más. No quiero vivir la relación como una permanente tensión entre lo que se supone que es el amor y la manera en que yo lo vivo. Y no quiero justificarme, ni pedir perdón, ni pasarme la vida tratande de tapar los agujeros que se supone que dejo abiertos en la relación. Para mí no son agujeros, es que el mito del amor romántico es asfixiante, como un engrudo, no se puede respirar.
Cuando me enamoro es como que ya está, instalo mi casa en ese amor y me dedico a lo mío. Busco un amor tranquilo y libre, leal y permanente, alguien que no dude ni exija, alguien que tenga una intensa vida propia, alguien que no me considere su centro. No puedo ser el centro de la vida de nadie porque ni siquiera encuentro mi propio centro.
Y eso no quiere decir que no me enamore, lo que pasa es que cuando la persona que amo me dice que me ama, ya está, eso me basta. No ando preguntando dónde estás cuando no estás conmigo, ni dudando de nada, ni pidiendo; me dedico a mi vida de siempre. Y si me pareja se enamora de otra, la verdad es que lo único que se me ocurre preguntar es: “a mi también me quieres ¿no?”. Y si me dice que sí, pues nada, a lo mío y tan tranquila.
Si me dice que no, que ha dejado de quererme, entonces sí que la cosa se pone mal porque toda mi estructura se viene abajo y me cuesta mucho ponerla en pie de nuevo.
En eso estamos, con paciencia en todo caso.
Texto publicado en Llegando lejos y extraído de: totamor.blogspot
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarexcelente texto!!! y muy sincero
ResponderEliminarCreo que el problema más grande de todos los seres humanos (de un tiempo larguísimo para acá y principalmente de Occidente) es la confusión que se crea entre el amor-pasional y el amor-posesión; pocas personas pueden entender y distinguir estas formas, se entienden generalmente que son categorías que deberían darse juntas, como si fueran necesarias por definición! Y sin embargo se puede ser taaan pasional (dejar las tripas en ese momento, en todos los momentos de la relación, enamorarse perdidamente, sentir estallar....) sin necesidad del poseer (de dónde estas? con quién? no vayas... quedate... me quedo....) así bien como decís " con que me diga que me ama me basta". El problema ya no es más la construcción de las "etiquetas" para definir lo que ya está definido o lo que, al contrario, no necesita estarlo, sino la falta de "des-construcción" de las mismas.... A por ello vamos!!! ni títulos, ni etiquetas....
ResponderEliminarPracticar la incógnita a veces funciona como categoría indefinible, inmarcable, el misterio ilusiona y no estereotipa.... de hecho creo que es, en última instancia el misterio, lo único que puede mantener siempre vivo "el amor-pasión"... cuando las cosas se saben y se conceptualizan (demasiado) perdemos interés... las etiquetas generan modos de vida/acción/pensamiento...pues entonces a militar el relativismo etiquetal (como lo llamo yo) y jugar a ser mutante para no caer en el aburrimiento del amor básico-lineal-pedorro
;)
intenso y rompe y catariza al verbo del fuego y la intensidad de la individualidad y su espejo para fecundar la visión de otros ojos... y el diálogo entre los pares o triángulos o hexaedros y los de la propia identidad, múltiplo entre sí... creo que ese si deja de quererme, se viene abajo la estructura, es lo que necesita dinamita, anular cualquier dependencia de la arquitectura personal a un sujeto y a una voluntad ajena, qué se yo, dejarsela a la luna, a un asteroide, a algo inalcanzable y por tanto ardido por el sueño y el gozo, indómito de una misma y que la intereracción social sea del placer y lo que alimenta a la sed y al pensamiento y sea juego.
ResponderEliminarme ha encantado encontraros, sigo leyeendos, salud y anarquía!