¿ Qué clase de mujeres somos?
Si nos mirásemos con un espejo y una lupa, en todas nuestras reacciones, sentimientos y comportamientos en pos del sexo masculino, ¿nos reconoceríamos? O mejor, ¿reconoceríamos a los hombres que hemos conocido en nuestra forma de entender el amor?
Y es que últimamente me he dado cuenta que muchas de las opiniones, percepciones, que tengo sobre mí, se han ido formando a raíz de los hombres a los que he conocido, con los que he pasado más tiempo o menos. De las malas experiencias de algunos de ellos nació otra persona que no es la fue antes y que de alguna forma está siempre en evolución.
El amor nos hace vulnerables y nos deja desnudas frente a hombres que quizá no lo merezcan. Normalmente esa historia termina mal y nos marca, dejando nuestro corazón hecho polvo. Más o menos nos reponemos, nos levantamos y seguimos caminando, aunque al principio lo hagamos con muletas. Pero creo conveniente que aprendamos de ellos.
¿Y es que quién no se ha encontrado con un cabrón en su vida? La que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Podríamos pensar de él que perdimos el tiempo a su lado, llorando su ausencia o recordándole, pero quiero pensar que no: que todos esos crápulas nos pueden ayudar a valorar mejor a los hombres que se lo merecen, a saber lo que nos merecemos y lo que esperamos de un hombre. ¿No podemos aprender de todo esto? Caer en sus garras nos es a veces fácil, por no decir terriblemente seductor, pero no nos flagelemos. Aprendamos.
¿Y se puede aprender?
Se puede si se quiere. Si sabemos sobreponernos al dolor y a los malos recuerdos, a no dramatizar la relación, a no castigarnos por nuestros actos y ver desde la perspectiva qué nos han hecho, cómo se han comportado con nosotras.
Algunas mujeres se saltan estos indicadores de peligro y en lugar de usar su experiencia para no repetir errores, caen en los mismos estereotipos relación tras relación. Ahí están las que creen que todos los hombres son iguales y con el que fueron pasivas no fueron guerreras y con el que les trata bien son más que guerreras, creyendo que así harán pagar a un hombre lo que les hicieron a ellas.
Es extraño en mí, pero no sé por qué me apetece decir todo esto. No es lo mío dedicarme aquí a las relaciones personales en este terreno, no me considero una experta ni mucho menos, pero siento desde hace días que este pensamiento se avalancha sobre mí.
En el largo proceso del quién soy me he dado cuenta que no puedo, ni por asomo, separar de mi vida a los hombres que en algún momento quise, ya fuera un sentimiento romántico (recíproco o no) o de amistad, todos y cada uno de ellos me han hecho llegar hasta aquí. Los que fueron insoportables, los que me hirieron, los que me hundieron y los que me piropearon sin yo saberlo. Con los que compartí días o años. Todos ellos me han hecho verme a mí misma y ver la vida de una forma determinada y quizá, sin quererlo, me han ido llevando a mi estadio feminista que tanto disfruto.
Excelente. En efecto, toda relación deja un recuerdo pero de nosotras depende cómo almacenarlo, sea bueno o sea malo. Sí se usará para crecer y para observar antes de irse de boca, o será como piedra en el zapato por largo tiempo. Pero como todo en esta vida, de cada uno depende el esfuerzo y la energía para transformar esas ideas y quedar libre de sufrimiento.
ResponderEliminarCREO QUE LO LEÍ EN UN MOMENTO MUY ESPECIAL , GRACIAS
ResponderEliminarNotable
ResponderEliminaruna radiografía a la vida
saludos desde Coquimbo Chile
Gracias por esto. . . lo he leído en el momento justo y necesario, un abrazo mujeres preciosas !
ResponderEliminarSoraya.