Era aquel un período floreciente de nuestro movimiento y de nuestra propaganda en Italia. El inolvidable Pedro Gori acababa de volver de la República Argentina y con su cálida palabra despertaba en el proletariado italiano las más radiosas esperanzas, encendía en nosotros, sus compañeros de fe, los mejores oradores del apostolado y de la lucha. Y esto mientras aún duraba y se continuaba en nosotros la influencia de otro apostolado, interrumpido por las persecuciones de 1898: el poderoso, tan denso de buen sentido, de razón y de pensamiento, de Errico Malatesta, que tanto había contribuido a volver el movimiento anárquico al sólido terreno, por breve período Internacional, de los principios y de la táctica de la primera Internacional federalista y revolucionaria que fue llamada, más o menos impropiamente, bakuninista.
Aquellas “Cartas” a la mujer amada, al principio personalísimas, fueron publicadas en L’Agitazionede Roma por consejo justamente de Pedro Gori, a quien mi novia le había mostradoalgunas. Solo que, por un sentimiento natural de reserva, en el periódico aparecieron ligeramente modificadas como cartas de una mujer a otra mujer. En esa ocasión se les suprimió todo lo que tenían de personal y, se comprende, fueron algo completadas para las necesidades de la propaganda.
Luigi Fabbri
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Extraído de: elforo.edicionesanarquistas.net
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