Creo que el género mismo es la violencia, que las normas de masculinidad y feminidad tal y como las conocemos, producen violencia.
-Beatriz Preciado-
Queridos y queridas todas, feminazis, gordxs, mosntruosas, irreverentes, negras, marranas, pornoputas, y otros seres del inframundo feminista…
Bienvenidxs a…
“Tu acosador del día”
Hoy, en tu acosador del día…
“El hombre del tiempo”
Málaga, 22.30 de la noche
.Paso por el callejón de Calle Nosquera que desemboca en la Plaza de Los Mártires, y hay dos chicos apostados en un bar: Uno resopla, y otro me dice:
“Nove, lo fresquita que vá”.
“Nove, lo fresquita que vá”.
La culpa la tengo yo, por ir con vestido corto. El chico sólo quería ser simpático, no quería hacer una valoración gratuita e impertinente sobre mi atuendo.
Sí se puede hacer un comentario divertido, eso siempre sienta bien y sube el ego. No me ha dicho nada soez, no ha aludido a mi sexualidad o a mi cuerpo, ni me ha insultado, eso es de agradecer, en realidad, ha sido hasta agradable.
No es sexista lo que ha pasado, lo que me ha dicho no es malo, es simplemente su opinión, y estamos en un país libre -bueno, casi casi- y él puede decir lo que quiera.
No ha sucedido nada que implique violencia. Si yo me he sentido invadida, observada y vejada, es mi problema, es mi subjetividad. Si hubiera ido acompañada de otro varón que ejerciese tutelaje simbólico sobre mi, también me habría pasado lo mismo. Tengo en cuenta que sólo se han preocupado por el frío que yo misma podría estar pasando con las piernas al aire. Además, no hay motivo alguno por el que ese hombre pudiese haber coartado su libertad de expresión si yo iba con otro hombre, porque al fin y al cabo, no me ha dicho nada malo. Que vaya sola, que de la sensación de desprotegida, vulnerable y conquistable no son factores que importen en este tema.
A mi, por lo menos, me insinúan lo guapa que soy por la calle, cómo llamo la atención, y eso, siempre gusta, siempre, no hay nadie que piense de manera diferente ante un halago o un cumplido.Por lo menos, no se ha acercado a mi. No me ha perseguido ni me ha violado. Eso sí es una agresión real, y no esto. No debería estar deteniéndome en este tipo de anécdotas que algunas llaman agresiones. Las agresiones de verdad cuestan vidas de mujeres. Y esa violencia física sexista no tiene nada que ver con cosas como “los piropos” de la calle.
Esto no quiere decir que algunos varones se hayan apropiado del espacio público y se sientan con poder de hablarte, llamar tu atención o realizar comentarios con sus grupo de iguales sobre algo que tenga que ver contigo, sólo es una frase sin importancia.
No se ha reproducido aquí ningún tipo de estructura de dominación ni comportamiento sexista. Somos las feministas, que lo magnificamos todo.
Son los volcanes helados de Kamchatka, que me hacen tener visiones.
Será eso.
Sales a la calle y parece que todos los astros te iluminan pidiendo a la gente (sólo a los hombres) que te evalúe. Yo no lo he pedido, no lo quiero, no me gusta y, por supuesto, no doy mi permiso ni para obscenidades, ni para gestos, ni que piten si es que van en el coche, ni que me silben, ni que me miren el culo, ni para tan siquiera un guapa. Porque sinceramente, yo salgo de mi casa a hacer lo que tenga que hacer, no soy un objeto a evaluar.
Es incómodo enfrentar estas situaciones. A veces, eso se junta con que tienes prisa, con que te da vergüenza o miedo a que te partan la cara si te enfrentas. Pero ya lo he descubierto, basta con volverte y mirarle al del piropo. Si le dices algo, mejor. No somos objetos y tú no eres nadie para juzgar mi cuerpo. No me halagas, solo quieres incomodarme.
Seguro que hay quien piensa que esto es exagerar, seguro. Pero también es seguro que mi cuerpo es mío y cuando alguien se cree con potestad de poder juzgarlo, alabarlo o criticarlo, el siguiente paso es poder usarlo. Y, repito, es mío y eso es violencia. El piropo es acoso.
No es sexista lo que ha pasado, lo que me ha dicho no es malo, es simplemente su opinión, y estamos en un país libre -bueno, casi casi- y él puede decir lo que quiera.
No ha sucedido nada que implique violencia. Si yo me he sentido invadida, observada y vejada, es mi problema, es mi subjetividad. Si hubiera ido acompañada de otro varón que ejerciese tutelaje simbólico sobre mi, también me habría pasado lo mismo. Tengo en cuenta que sólo se han preocupado por el frío que yo misma podría estar pasando con las piernas al aire. Además, no hay motivo alguno por el que ese hombre pudiese haber coartado su libertad de expresión si yo iba con otro hombre, porque al fin y al cabo, no me ha dicho nada malo. Que vaya sola, que de la sensación de desprotegida, vulnerable y conquistable no son factores que importen en este tema.
A mi, por lo menos, me insinúan lo guapa que soy por la calle, cómo llamo la atención, y eso, siempre gusta, siempre, no hay nadie que piense de manera diferente ante un halago o un cumplido.Por lo menos, no se ha acercado a mi. No me ha perseguido ni me ha violado. Eso sí es una agresión real, y no esto. No debería estar deteniéndome en este tipo de anécdotas que algunas llaman agresiones. Las agresiones de verdad cuestan vidas de mujeres. Y esa violencia física sexista no tiene nada que ver con cosas como “los piropos” de la calle.
Esto no quiere decir que algunos varones se hayan apropiado del espacio público y se sientan con poder de hablarte, llamar tu atención o realizar comentarios con sus grupo de iguales sobre algo que tenga que ver contigo, sólo es una frase sin importancia.
No se ha reproducido aquí ningún tipo de estructura de dominación ni comportamiento sexista. Somos las feministas, que lo magnificamos todo.
Son los volcanes helados de Kamchatka, que me hacen tener visiones.
Será eso.
Piropos
Es incómodo enfrentar estas situaciones. A veces, eso se junta con que tienes prisa, con que te da vergüenza o miedo a que te partan la cara si te enfrentas. Pero ya lo he descubierto, basta con volverte y mirarle al del piropo. Si le dices algo, mejor. No somos objetos y tú no eres nadie para juzgar mi cuerpo. No me halagas, solo quieres incomodarme.
PORQUE....
Porque quiero caminar por la calle a cualquier hora sin que nadie me moleste.
Porque quiero vestir como me dé la gana sin que nadie me de su opinión ni me clave su mirada.
Porque no quiero que me digan cómo tengo que hacer las cosas. Ya pienso por mi misma.
Porque quiero que en los bares no se permitan actitudes ni comportamientos machistas.
Porque cuando salgo con mis amigas no quiero que nadie me pregunte qué hago sola.
Porque quiero ir en el metro sin que me acosen con la mirada ni me metan mano.
Porque yo decido cuándo, cómo y de qué manera me quiero relacionar: no quiero ni tu insistencia, ni tu opinión, ni tu permiso, ni tu aprobación.
Porque cuando ocurre lo contrario estoy ante una situación de violencia machista.
Responde: ¡Organízate y actúa!
Textos extraídos de: ventepakamchatka.wordpress.com, Facebook de
No hay comentarios :
Publicar un comentario