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martes, 11 de febrero de 2014

LOS HOMBRES FEMINISTAS TIENEN QUE EXISTIR


El pasado 22 de diciembre de 2013, Frieda Frida Freddy, escribió un artículo titulado “¡No insistan! Ser hombre es incompatible con ser Feminista“. Cuando lo leí no le hice mucho caso, me pareció un discurso que no me aportaba nada, y que no llegaba a ninguna parte. Después de unos días cuando vi que no paraba de compartirse y de discutirse decidí que necesitaba realmente expresar mi opinión y echar una lanza en favor de los hombres feministas.

Antes de entrar en discusión, os invito a leer la “respuesta al comunicado sobre agresiones sexistas en espacios políticos” , donde está bastante expresada también cuál es mi opinión al respecto.

También voy a dejar claro que en esta entrada voy a hablar de hombres y mujeres cis-género, no porque quiera excluir a personas trans o intersex, sino porque los discursos que dicen que los hombres no pueden ser feministas están hablando precisamente de hombres cis-género, o más bien se refieren únicamente al sexo de las personas y no a su género.

Estoy bastante cansada de leer y escuchar la típica retórica de que los hombres feministas no existen. Tan cansada como que solo veo excusas e intentos de querer dar argumentos sobre esta afirmación que no conducen a ninguna posición que sea realmente positiva para el feminismo en sí. Yo pienso, digo y afirmo que los hombres feministas existen. Y voy a añadir: tienen que existir, porque si no existen, nuestra lucha está totalmente perdida. No me refiero a perdida en el sentido de que no sabemos a dónde ir sin ellos, no. Me refiero a que sin hombres feministas nuestra lucha no va a servir nunca para nada, solo sería una guerra sin fin y sin ningún resultado final.


Mi tesis, mi creencia y mi afirmación se basan principalmente en que si queremos romper con el heteropatriarcado, no solamente nos valen en la lucha las personas a las que llamamos ‘oprimidas’, sino que además también necesitamos que esas personas a las que llamamos ‘privilegiadas’ cambien para dejar de serlo; y para que cambien, deben poder concienciarse y definirse en el feminismo. ¿Cómo vamos a poder si no aceptamos que puedan existir? Es bastante absurdo.


Primero también debemos de dejar de dividir el mundo como nos interesa en cada momento. En los discursos feministas cuando interesa se juega con los géneros y los roles, y cuando interesa se utiliza una retórica biologicista basada totalemente en el sexo (o sea, en los genitales) de las personas. Éste último es el que más se usa para decirles a los hombres cis-género que no pueden ser feministas. Tienes polla: se acabó. Me parece totalmente absurdo mezclar indistintamente los dos discursos tal como nos viene en gana. Me intentaré explicar bien. La mayoría de los discursos ‘feministas’ cuando hablan de los ‘privilegiados’ del patriarcado, acusando siempre a los hombres de ser los únicos y grandes privilegiados, siempre se señala a sus genitales como tales portadores de ese poder. En parte este discurso es cierto, pues la estructura heteropatriarcal ha puesto tradicionalmente a los hombres en esa posición precisamente por sus genitales. Pero a continuación, cuando se habla de mujeres o de hombres en cuanto a cuáles son sus opresiones y privilegios y en como esto es desarrollado, siempre se habla de género. Y aquí viene siempre la mezcla explosiva y donde los discursos llegan a ser vacíos y absurdos. El privilegio se lleva a cabo a través del género, no del sexo. Las pollas no son sexistas ni feministas. Las pollas, son. Y es la masculinidad hegemónica y la estructura que la genera las que oprimen.


Otra cosa de la que nos olvidamos en estos discursos es que el heteropatriarcado no solamente privilegia u oprime según nuestro género, también lo hace según nuestra orientación sexual: hombres cis-género homosexuales, bisexuales, asexuales, etc, padecen ciertos tipos de opresiones que el feminismo también tiene que tener en cuenta. Y si en este discurso englobamos todo tipo de estructuras sociales de poder, tenemos que decir que todas las personas somos opresoras y oprimidas en diferentes grados y en diferentes circunstancias. Todas. Estos discursos desde el género femenino para decir que un hombre no puede ser feminista, en el que siempre pone a las mujeres como oprimidas y a los hombres como opresores, se olvida de la interseccionalidad y la transversalidad.


Yo siempre parto de la premisa de que todas las personas (todas) somos machistas: hombres, mujeres, intersex, trans, feministas y no feministas. Hemos nacido y crecido en una sociedad con una estructura heteropatriarcal muy marcada. Nuestras mentes y cuerpos se han formado en este entorno, y están totalmente impresos por esta estructura. Ser feminista no te hace no machista. La diferencia entre una persona feminista y una que no lo es, es su voluntad y lucha para terminar con esta estructura, y en sus cambios. Habrá que partirán desde una posición más marcadamente machista (seguramente por haber sido educadxs en una familia mucho más tradicional), habrá quien parta de una posición más oprimida (por haber nacido mujer homosexual), habrá quien partirá del trauma (por haber padecido violencia sexual machista), todas las personas partimos desde puntos totalmente distintos debido a no solamente nuestros cuerpos, sino también nuestro entorno directo y a nuestras experiencias. Lo importante es a donde queremos llegar, que tangamos voluntad de cambio y que cambiemos. Unxs tendrán que soltar privilegios, otrxs empoderarse. Tenemos que aceptar entonces que si partimos de puntos distintos necesitaremos tener paciencia entre nosotrxs, compartir y crecer juntxs; nuestros procesos serán distintos, claro está. Pero no los descubriremos si no compartimos ni nos ayudamos entre todxs. Con esto no quiero ‘excusar’ a un hombre que utilice todos sus privilegios, que sea machista, y le de por hacerse llamar a sí mismo feminista; pero debemos también entender que nosotras, las mujeres feministas, somos y reproducimos machismo.

Quiero dejar claro que no me han gustado para nada los ejemplos de ‘hombres feministas’ que describe en ese artículo. Esas descripciones no tienen nada que ver con lo que es un hombre feminista. Poner esos ejemplos es una forma de ridiculizar, y cuando se utiliza la ridiculización para fundar nuestros discursos es que no creemos que nuestros argumentos sean suficientemente buenos. Ridiculizar es un método muy común para manipular y jerarquizar que solo hace que reproducir y generar nuevas estructuras de poder. Sí, lo hemos leído bien: es un método generador de estructuras de poder.

Las mujeres estamos hartas de que nos categoricen, de que lean nuestros cuerpos y que con esto se nos coloque en una posición o en la otra. No me gusta que hagamos lo mismo con las demás personas por el simple hecho de haber nacido con un cuerpo distinto al nuestro. La mayoría de los hombres que podrían ser afines a nuestra lucha no saben ni siquiera qué o como deben hacerlo porque somos nosotras mismas las primeras que les echamos fuera y no compartimos con ellos cuales son todos estos problemas, opresiones y sentimientos que tenemos con respecto a esta estructura. Tampoco queremos ser conscientes de lo que sienten ellos entorno a su género (también impuesto). Tenemos que quitarnos todxs todos esos prejuicios, que no son más que la misma estructura heteropatriarcal con la que nos oprimen.

Para terminar me gustaría dejar al aire una pequeña reflexión. Pensar que un hombre no puede ser feminista y que no puede tener la verdadera voluntad de quitarse privilegios es una visión que no deja de fundarse también en la misma estructura heteropatriarcal, ya que sigue viendo al hombre como privilegiado que ejerce siempre poder sobre la mujer y a la mujer como oprimida y víctima. Por tanto, vuelve a repetirse una visión machista. Si queremos realmente romper con esta estructura lo primero que tendremos que romper es con esta idea. Por tanto, dar un paso al frente y decir alto y claro “no, ser hombre no es incompatible con ser feminista”.



Texto extraído de: reflexionesdegeneradas

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