Hablemos del crossdressing, pero no entendiéndolo como el travestismo comúnmente conocido, sino como un juego en pareja que nos puede llegar a excitar mucho. Es una de las prácticas eróticas que más adeptos está ganando.
¿Qué te parecería intercambiarte la ropa con tu pareja?
Jugar a ser el otro por una noche, puede ayudar a excitarte. Y si no fuese así, no dudamos en decir que vivirás una de las noches más divertidas de tu vida. Si quieres ir más allá puedes jugar a intercambiar roles. Ambos podéis adoptar la personalidad del otro y poneos en situación.
Hay parejas que se permiten invertir situaciones, ponerse en el lugar del otro y plantear situaciones diferentes para evitar la rutina sexual. Cambiar algunos estereotipos puede ser una forma de desinhibirse y decir lo que no pueden decir de otra forma.Sandra Lustgarten
¿Qué importa si él disfruta de jugar con tu ropa íntima y, a modo de fetiche, experimenta cómo le queda? Puede que lo sientas como un impacto fuerte o simplemente te diviertas tomando el rol masculino y haciéndole lo que él te hace en la cama (de paso, es tu oportunidad de mostrarle lo que te gusta y te erotiza y lo que no de una forma lúdica).
Si tomas el dominio, si controlas la situación, si juegan a que hoy las reglas de cómo, dónde y a qué hora las pones tú, seguramente será interesante para él. Busca ideas innovadoras, dile que quieres ser tú la que conquista, la que invita al sexo y, si es posible, que él se mantenga distante. Utiliza entonces todos tus juegos para vencer su bloqueo, aclárale que no debe dejarse seducir rápidamente, que tiene que ser una tarea que sume después con el encuentro. Lo que más cuesta, más se saborea.
¿Cuáles son los beneficios de jugar roles en la pareja?
Es una forma de desinhibirse, de decir lo que no puede decirse de otra forma, de jugar fantasías que quizás son mejor vistas en el otro género (quizás sientes que así tienes bandera libre para hacer cosas que sólo son “bien vistas” en el varón).
Hay ocasiones en las que en el consultorio los pacientes ponen excusas para cambiar de roles y decir lo que falta en la intimidad, sugerir y, por sobre todo, demostrar qué cosas no conforman. Este juego también permite dar una idea de todo lo que le pasa al otro con ciertas modalidades sexuales. ¿No te gusta el sexo oral? No sabes como decírselo, no lo disfrutas, los olores te provocan arcadas… Cambiando de lugar puedes preguntar de otra manera, puedes ofrecer y hasta disponer cambios, por ejemplo, jugar situaciones que no pueden resolverse en la cama, poniéndose en el lugar del otro.
El juego de roles también se arrima a lo que en la actualidad está de moda: el sadomasoquismo. Ser el dominador, atar, controlar la situación jugando aquellos papeles que en la vida normal son diferentes: si es autoritario, si demanda, si siempre está emitiendo órdenes, en la cama cambian las posiciones y aprovecha para una “venganza amorosa”.
¿Cómo plantearle a tu pareja que quieres jugar otro rol sin que tome a mal la propuesta?
A veces hablar mucho tiende a provocar inquietudes. Quizás lo más simple sea sorprenderlo y no dejarlo que mediatice el impulso: llegan al dormitorio y tienes preparado un juego donde él debe hacer todo lo que le digas. Le vendas los ojos, lo atas en la cama y le cambias la ropa íntima: que él se vista con la tuya y tú te vistes con la de él.
Se que no es fácil renunciar a estereotipos viejos y tomar estas formas de modificar la rutina. Pero es erróneo pensar en “definiciones sexuales” por jugar un juego de roles, así que es preferible que evites esos traumas que traemos como improntas y dejes que el sexo se vuelva lúdico.
Sandra Lustgarten, psicóloga, sexóloga y autora del libro “Desnúdate conmigo”, entre otros títulos. Encontrala en IntimisimaSandra.com.
Usar indumentaria del sexo opuesto forma parte de muchas costumbres en diferentes culturas. También los cambios en las estructuras de género, sobre todo en las mujeres, han llevado a una ropa más unisex. A diferencia de otras, las fantasías de “ser de otro sexo” tienen la fuerza de la concreción (aunque sea por un momento).
Existen varias prácticas relacionadas con el tema:
* Transformismo o drag queen: no es una opción ligada a la orientación sexual ni tiene objetivos erótico- estimulante. Sus fines son artísticos. El actor se convierte en mujer en el escenario pero no usa su recurso expresivo en la cama. No se cuestiona la identidad de género. Se diferencia, así, de las personas transgénero, transexuales o intersexuales que tienen que adaptar su cuerpo (por medio de hormonas, intervenciones estéticas o cirugía de reasignación) para buscar coherencia entre el sexo psicológico y el sexo biológico.
* Fetichismo transvestista: actualmente está considerado un trastorno sexual (se ubica dentro de las parafilias). Consiste en sujetos heterosexuales (generalmente hombres) que buscan alcanzar el máximo placer sexual vistiéndose con alguna prenda del sexo opuesto (ejemplo: lencería, medias, vestidos, etc.). La mayoría de estos varones están casados o en pareja. La particularidad es que tienen una conexión más fuerte e intensa con el objeto fetiche que con su mujer. Desean estar con ella, tener relaciones sexuales, pero el clímax lo alcanzan cuando usan o se frotan con el objeto femenino.
Pero nos centraremos en el:
* Crossdressing: es una práctica que lleva a varones heterosexuales a concretar sus fantasías. No está asociada al placer sexual, sino a liberar “el lado femenino”, una especie de gusto por usar sus prendas, accesorios, maquillaje y hasta nombres de mujer. En general se realiza en secreto por la vergüenza que produce, aunque cada vez más hombres confían a sus parejas sus preferencias. Hasta se acompañan mutuamente a comprar ropa, o frecuentan clubes especiales para crossdressing. En nuestro país todavía es muy poco conocido y marginal. Sin embargo, ya existen lugares donde los hombres pueden concurrir y hasta reciben asesoramiento en vestuario y maquillaje para “montarse” o producirse.
"Todo es posible en la cama"
Considerar que ese hombre es un homosexual encubierto es un error. La homosexualidad es un deseo de amar y/o tener relaciones con alguien del mismo sexo y no implica usar indumentarias ni accesorios del sexo opuesto.
También sienten atracción por el uso de lencería femenina, algunos hombres activos, versátiles y heterosexuales.A escondidas del común de la gente existe un mundo paralelo en el que ejecutivos, docentes, escritores, empleados de seguridad e ingenieros, entre otros tantos, dejan de lado los prejuicios y la culpa y se animan a sacar del ropero su costado femenino y vestirse de mujer. Eso sí, sólo por un rato. De manera que eso depende de los gustos, y sobre todo de las fantasías que hay subyacentes en dicha práctica.
Tampoco debe asociarse, el uso de lencería femenina como una forma de parecerse a una mujer. A muchos hombres, les gusta porque resalta partes de su cuerpo, a otros por su textura, a otros porque les excita, y muchos otros las consideran más cómodas que la ropa interior masculina.
Hay un aspecto que deseo resaltar en éste post, es que una relación sexual siempre se da dentro de un ámbito que es cultural. Y lo cultural, es una creación humana, que muchas veces se transforma en norma social. Por eso, muchas veces, es en un ámbito íntimo (como puede ser la cama), donde se da la posibilidad de transgredir ciertas normas, sin sentir el peso de la censura social. Las normas sociales se presentan como lo establecido, pero ¿qué pasa cuándo la interioridad de un hombre, no se ajusta a esa normativa? ¿Qué pasa, cuándo la lencería femenina, atrae a un hombre?
¿Cómo evitar prejuzgar y no relacionar a esta práctica con la homosexualidad?
Pero, ¿que pasaría (por ejemplo) si dentro de un canasto, hubiese ropa interior de distinto tipo, sin especificar si es masculina o femenina? Automáticamente nosotros, por nuestra educación, la identificaríamos. O sea, que tenemos un patrón cultural mental, por el cual identificamos la lencería (y otras cosas), aún ésta no tenga rótulo. Creo que romper con ese patrón cultural, es lo que permitiría que podamos usar aquella lencería que nos guste, con independencia de para quien fue diseñada. Algo así como seleccionar del canasto, aquello que nos guste, sin pensar en otra cosa que no sea nuestro gusto y nuestro buen gusto, para elegirla
Por eso, creo que cuándo un hombre usa lencería femenina, no debe identificarse inmediatamente como alguien que se quiere parecer a una mujer. Sino más bien que se quiere parecer mucho a sí mismo. Que desea exteriorizar su interioridad, y encuentra en esas prendas la forma más adecuada de hacerlo. Pero aún en el caso, de que quiera expresar aspectos femeninos de su personalidad, está tratando de ser él mismo, y no una persona de otro género.
Textos extraídos de: entremujeres.com,hombrespasivos.blogspot, a-tomicablog, intimo.centromujer.es
Soy hombre de 47 años y en ocaciones lo he pensado con mucha curiosidad, pero mi esposa no es una persona de mente muy abierta que incluso no comparte algunas cosas y piensa en el sexo como el simple acto de la copulación. Cuando le he propuesto algo diferente incluso me ha contestado con palabras ofensivas y me da mucha pena que no sea la persona con la que pueda compartir las fantasías sexuales y que las haya tenido que experimentar con otra mujer.
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