En 1857, a las bisabuelas de las del Women's day, y miembras del sindicato de costureras de la compañía textil del Lower East Side neoyorquino, que habían protestado un montón para que por fin las dejaran salir a trabajar fuera del hogar, se les pone en los ovarios montar una demonstrationpara pedir la jornada de 10 horas. Parece ser que habían armado pollo del bueno para incorporarse al mundo laboral y ahora las cíclotimicas del coño querían pasar más tiempo en la casa. De verdad que no hay quien las entienda: Si querías estar en casa haberte quedado en casa en lugar de ir a quitarle el trabajo a los hombres honrados a los que con una hora al día de descanso para un tute y un solysombra les basta y les sobra.
En 1867 lo mismo. Se vuelve a liar y se ponen en huelga las planchadoras de la ciudad de Troy (que no Detroit), Nueva York (que no Michigan). Afortunadamente sus reivindicaciones extremistas y radicales, como un aumento de salario que les permitiera vivir con dignidad son desoídas. Haber nacido varón blanco heterosexual, hombre ya.
Meanwhile, al otro lado del Atlántico, un espectro recorre Europa: el espectro del incipiente feminismo socialista. En 1910 se reúnen en Copenhague 100 arpías a las que lo que les hacía falta era una buena polla, y montan un akelarre al que llaman II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. Imagínate el percal, todas con las reglas sincronizadas comentando Anatomía de Grey. Jeje. Después de intercambiar pareceres en tono jocoso sobre la cantidad de denuncias falsas que les habían colocado a sus maridos, encuentran tiempo para volver sobre lo del sufragio universal (¡qué pesadas! ¿Acaso no se dan cuenta, como bien les hacen ver sus bienintencionados compañeros, de que las mujeres votan en masa a la derecha?), y una tal Clara Zetkin, que no debió de ser muy importante porque en los libros de texto de secundaria no sale, junto con otras dos malfolladas, propone que el 8 de marzo se convierta en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (o sea, de todas las mujeres menos Alicia Koplowitz, Carmen Lomana y la esposa de Bárcenas). Las presentes (entre ellas las tres primeras diputadas biomujeres del parlamento finlandés, a las cuales permitieron ser parlamentarias nada más que para que sus colegas diputados pudieran debatir sobre cuál estaba más buena en los descansos entre votación y votación), acceden.
De ese modo, en 1911, y a pesar de tratarse de un asunto muy discriminatorio para los hombres, que tendrían que pasar a conformarse con tener para ellos únicamente los 364 restantes, se celebra el primer Día Internacional de la Mujer de la historia, en Alemania, Suiza, Austria y Dinamarca.
Se juntan, montan sus rollos con sus colectivos de mujeres (qué carajo, ¡vaya nazis!), y se lo pasan guay; pero al día siguiente hazme un sandwich y usted a fregar one more time, que tampoco hay que pasarse reivindicando, que si no luego no le gustas a los chicos.
En 1913, y como si de Eurovisión se tratara, se incorpora Rusia a la jarana feminazi novecentista. Como no podía ser de otra manera, el Zar, que es un machirulo de esos que sabe mejor que ellas lo que les conviene a las feministas, las reprime con dureza, e incluso manda a Siberia a la que había escuchado comentar que está harta de que los Vladimachirulos de la vida se espatarren en los carruajes like they own the place.
A pesar de la violenta y absolutamente justificada represión, dado el peligro que corría la patria de convertirse en un matriarcado ecofeminista con niños amamantados hasta los 19 años si se dejaba avanzar la lucha de las mujeres, el 8 de marzo de 1917, las feministas rusas de clase baja, conocidas por afanarse en dividir a la clase obrera con sus reivindicaciones específicas, egoístas, por fin hacen algo útil para la clase obrera en su totalidad: sus manifestaciones exigiendo pan y el regreso de los combatientes a casa acaban siendo el detonante de la Revolución de Octubre. Aunque seguro que hay algún machista-leninista por ahí que te dice que menos lobos. Hazle caso. Los chicos suelen tener razón con estas cosas. Por algo cobran más, no lo olvides.
A partir de ese acontecimiento tan gore para la historia de la humanidad, en los pobres y grises países sin libertad del otro lado del telón de acero, el 8 de marzo queda instaurado como el Día Internacional de la Mujer Comunista (o sea, de la mujer, porque las mujeres burguesas que pedían libertad y escribían mentiras para medios extranjeros acababan cavando canales con una cucharilla).
En los países que tuvieron la suerte de no caer bajo el yugo de la tiranía, pero que seguían siendo lo suficientemente permisivos con el libertinaje como para permitir que los partidos comunistas fueran legales, los festejos del Día de la Mujer las organizaban los prohombres de esos partidos. Luego el local lo solían fregar las promujeres. Pero eh.
A partir de los años 60 y con la movida de la Guerra Fría, comienzan a surgir todo tipo de bulos y medias verdades sobre el origen del Día de la Mujer Trabajadora, más que nada para que ese tanto tan progresista que es haber sido los primeros en darle un día a la chati no se lo quedaran los rojos.
De esta forma empieza a circular la historia del incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist Company, el 25 de marzo de 1911 en Nueva York, ocupada por sus trabajadoras, que exigían la equiparación de salarios con los de los hombres (que era mentira que no cobraran lo mismo, porque yo mi empresa las mujeres y los hombres cobramos lo mismo), la reducción de la jornada laboral, y los domingos libres para poder descansar limpiando, cambiando pañales y preparando los tuppers de toda la semana.
El jefe, en un arranque de patriotismo y de preservación del orden natural de las cosas, prende fuego a la fábrica. Mueren alrededor de 150 mujeres.
Otras versiones aseguran que el fuego lo provocó la colilla de un trabajador. Por supuesto, no iba a ser de una trabajadora, porque las mujeres son perfectas y los hombres malvadísimos, pero luego bien que suspiráis por vuestros profes de biodanza, ¿eh hembristas? Sea como fuere, las salidas de emergencia estaban cerradas para evitar robos durante el día, y un poco también por aquello de joder y de dejar claro quién manda aquí, y se produjo la tragedia.
Este hecho fue tratado en posteriores encuentros de mujeres trabajadoras e inspiró intensos debates sobre legislación laboral y derechos de las trabajadoras, pero no fue el origen directo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Porque aquellas de la fábrica, de trabajadoras tenían más bien poco. ¡Querían librar los domingos! ¡vaya vagas!
Después de incendiar la factoría, cuenta la leyenda que musitó el patrón "¡que es broma mujer! ¡qué poco sentido del humor tenéis las feminazis!".
Meanwhile, al otro lado del Atlántico, un espectro recorre Europa: el espectro del incipiente feminismo socialista. En 1910 se reúnen en Copenhague 100 arpías a las que lo que les hacía falta era una buena polla, y montan un akelarre al que llaman II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. Imagínate el percal, todas con las reglas sincronizadas comentando Anatomía de Grey. Jeje. Después de intercambiar pareceres en tono jocoso sobre la cantidad de denuncias falsas que les habían colocado a sus maridos, encuentran tiempo para volver sobre lo del sufragio universal (¡qué pesadas! ¿Acaso no se dan cuenta, como bien les hacen ver sus bienintencionados compañeros, de que las mujeres votan en masa a la derecha?), y una tal Clara Zetkin, que no debió de ser muy importante porque en los libros de texto de secundaria no sale, junto con otras dos malfolladas, propone que el 8 de marzo se convierta en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (o sea, de todas las mujeres menos Alicia Koplowitz, Carmen Lomana y la esposa de Bárcenas). Las presentes (entre ellas las tres primeras diputadas biomujeres del parlamento finlandés, a las cuales permitieron ser parlamentarias nada más que para que sus colegas diputados pudieran debatir sobre cuál estaba más buena en los descansos entre votación y votación), acceden.
De ese modo, en 1911, y a pesar de tratarse de un asunto muy discriminatorio para los hombres, que tendrían que pasar a conformarse con tener para ellos únicamente los 364 restantes, se celebra el primer Día Internacional de la Mujer de la historia, en Alemania, Suiza, Austria y Dinamarca.
Se juntan, montan sus rollos con sus colectivos de mujeres (qué carajo, ¡vaya nazis!), y se lo pasan guay; pero al día siguiente hazme un sandwich y usted a fregar one more time, que tampoco hay que pasarse reivindicando, que si no luego no le gustas a los chicos.
En 1913, y como si de Eurovisión se tratara, se incorpora Rusia a la jarana feminazi novecentista. Como no podía ser de otra manera, el Zar, que es un machirulo de esos que sabe mejor que ellas lo que les conviene a las feministas, las reprime con dureza, e incluso manda a Siberia a la que había escuchado comentar que está harta de que los Vladimachirulos de la vida se espatarren en los carruajes like they own the place.
A pesar de la violenta y absolutamente justificada represión, dado el peligro que corría la patria de convertirse en un matriarcado ecofeminista con niños amamantados hasta los 19 años si se dejaba avanzar la lucha de las mujeres, el 8 de marzo de 1917, las feministas rusas de clase baja, conocidas por afanarse en dividir a la clase obrera con sus reivindicaciones específicas, egoístas, por fin hacen algo útil para la clase obrera en su totalidad: sus manifestaciones exigiendo pan y el regreso de los combatientes a casa acaban siendo el detonante de la Revolución de Octubre. Aunque seguro que hay algún machista-leninista por ahí que te dice que menos lobos. Hazle caso. Los chicos suelen tener razón con estas cosas. Por algo cobran más, no lo olvides.
A partir de ese acontecimiento tan gore para la historia de la humanidad, en los pobres y grises países sin libertad del otro lado del telón de acero, el 8 de marzo queda instaurado como el Día Internacional de la Mujer Comunista (o sea, de la mujer, porque las mujeres burguesas que pedían libertad y escribían mentiras para medios extranjeros acababan cavando canales con una cucharilla).
En los países que tuvieron la suerte de no caer bajo el yugo de la tiranía, pero que seguían siendo lo suficientemente permisivos con el libertinaje como para permitir que los partidos comunistas fueran legales, los festejos del Día de la Mujer las organizaban los prohombres de esos partidos. Luego el local lo solían fregar las promujeres. Pero eh.
A partir de los años 60 y con la movida de la Guerra Fría, comienzan a surgir todo tipo de bulos y medias verdades sobre el origen del Día de la Mujer Trabajadora, más que nada para que ese tanto tan progresista que es haber sido los primeros en darle un día a la chati no se lo quedaran los rojos.
De esta forma empieza a circular la historia del incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist Company, el 25 de marzo de 1911 en Nueva York, ocupada por sus trabajadoras, que exigían la equiparación de salarios con los de los hombres (que era mentira que no cobraran lo mismo, porque yo mi empresa las mujeres y los hombres cobramos lo mismo), la reducción de la jornada laboral, y los domingos libres para poder descansar limpiando, cambiando pañales y preparando los tuppers de toda la semana.
El jefe, en un arranque de patriotismo y de preservación del orden natural de las cosas, prende fuego a la fábrica. Mueren alrededor de 150 mujeres.
Otras versiones aseguran que el fuego lo provocó la colilla de un trabajador. Por supuesto, no iba a ser de una trabajadora, porque las mujeres son perfectas y los hombres malvadísimos, pero luego bien que suspiráis por vuestros profes de biodanza, ¿eh hembristas? Sea como fuere, las salidas de emergencia estaban cerradas para evitar robos durante el día, y un poco también por aquello de joder y de dejar claro quién manda aquí, y se produjo la tragedia.
Este hecho fue tratado en posteriores encuentros de mujeres trabajadoras e inspiró intensos debates sobre legislación laboral y derechos de las trabajadoras, pero no fue el origen directo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Porque aquellas de la fábrica, de trabajadoras tenían más bien poco. ¡Querían librar los domingos! ¡vaya vagas!
Después de incendiar la factoría, cuenta la leyenda que musitó el patrón "¡que es broma mujer! ¡qué poco sentido del humor tenéis las feminazis!".
A partir de los años 70, y en los 80 y 90, y hasta la fecha, la cosa se complica. Se incorporan más países a la jornada de lucha y conmemoración, y ese movimiento nocivo y totalitario que es el feminismo de la segunda y tercera ola, hace suyo el 8 de marzo, incorporando a las reivindicaciones causas todavía más mofables y cuestionables por parte de los que nunca han sufrido opresión. Todo el mundo sabe que ya prácticamente está conseguida la igualdad, aunque queden algunos resquicios terribles de discriminación hacia los hombres, como esas locas que se empeñan en que los maltratadores que molían a palos a la madre de sus hijos no tengan derecho a la custodia de estos ¿Acaso pegaba a los niños? No, pegaba a la madre, jolín, hay que pensar.
Entre los nuevos asuntos que se ponen sobre el tapete, además de repensar nuevas estrategias para sojuzgar al género masculino, se encuentra el debate sobre el trabajo sexual, la performatividad, el colonialismo, los feminismos negros... Vamos, pijaditas para que cuatro lesbianas insatisfechas puedan seguir viviendo del cuento de los Cultural Studies, LO NORMAL.
Así que, hermanas, si queréis seguir siendo unas perras egoístas, unas nazis del género, fascisthembras, unas histéricas, unas desunidoras de la clase obrera, no os olvidéis de CONMEMORAR el 8 de marzo en vuestra ciudad o pueblo para honrar la memoria de todas las locas que abrieron el camino; y para tomar fuerzas para seguir luchando por nuestros derechos. ¡Que viva la lucha de las mujeres!
Entre los nuevos asuntos que se ponen sobre el tapete, además de repensar nuevas estrategias para sojuzgar al género masculino, se encuentra el debate sobre el trabajo sexual, la performatividad, el colonialismo, los feminismos negros... Vamos, pijaditas para que cuatro lesbianas insatisfechas puedan seguir viviendo del cuento de los Cultural Studies, LO NORMAL.
Así que, hermanas, si queréis seguir siendo unas perras egoístas, unas nazis del género, fascisthembras, unas histéricas, unas desunidoras de la clase obrera, no os olvidéis de CONMEMORAR el 8 de marzo en vuestra ciudad o pueblo para honrar la memoria de todas las locas que abrieron el camino; y para tomar fuerzas para seguir luchando por nuestros derechos. ¡Que viva la lucha de las mujeres!
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POSTED BY LUZHILDA
Artículo extraído de Filosofafrivola
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