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jueves, 4 de abril de 2013

EL ANARCOFEMINISMO FRENTE AL "SIN TI NO SOY NADA"



Desaprendamos las relaciones amorosas tal y como nos las han inculcado.

by Isa

    “Sin ti no soy nada”, “Qué voy a hacer sin ti” “Quién soy sin ti”… Muchísimas canciones de pop nos dejan un mensaje claro: sin nuestra persona amada no podemos hacer nada más, no somos nadie, el eje de nuestra vida es esa persona… Y esto cala hondo, ¿quién no ha pensado alguna vez algo así? Yo la primera: en mi adolescencia no dejaba de desear que alguien me amase como en esas canciones, como en esas películas del cine, que alguien me convirtiera en una persona completa, que me hiciera feliz y no necesitar nunca nada más…¡Ay, bendita inocencia!

     Dejemos algo claro: tener pareja no lo es todo. No dejamos de necesitar a otras personas y experiencias, no nos hace “seres completos”, no es la única fuente de felicidad… ojo, ni debería serlo. Tampoco nos quita nuestros complejos ni es la fuente de sanación divina que nos hace sentirnos bien con nosotras mismas por siempre jamás. Vamos, ¡que no es como las alubias mágicas de Bola de Dragón!
 “Sin ti no valgo nada” ¡Mentira! ¡Cómo me indigno con estas letras! ¡Claro que vales! Vales mucho y debes aprender a verlo. Valórate. No podemos depender de otra persona para algo tan básico como sentirnos bien con nosotras mismas. Si no lo vemos así, la frustración tendrá partida doble: por el hecho en sí de no sentirnos bien y por descubrir que teniendo pareja tampoco nos sentimos eternamente plenas… De ahí a culpabilizar a nuestra pareja por sentirnos insatisfechas con nuestra vida hay un hilo muy fino. Esto también puede suceder en el aspecto sexual: descubre tu cuerpo, aprende qué es lo que te gusta y comúnicate, exprésale tus deseos, ¡que no es la pitonisa Lola!
  Creer que “no puedo vivir sin ti” nos puede llevar de manera muy sencilla a crear una relación dependiente, a pensar que la otra persona tiene que estar en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, que todos los movimientos que haga tienen que pasar por nosotras (y al revés) y que esa persona, al igual que hacemos nosotras, tiene que estar de manera exclusiva por la vida de una. Párate a pensarlo… ¡una lapa! ¡Socorro!





Tener otras actividades, relacionarnos con otras personas y hacer cosas sin nuestra pareja no sólo es muy positivo para crecer nosotras, sino que también hace crecer a la pareja; tendréis más cosas que compartir, más experiencias que contaros, más con lo que enriqueceros. De otra manera, la pareja puede pasar a ser algo realmente opresivo con lo que ninguno de los dos disfrutáis… ¡Y la vida está para disfrutarla!
 Esto no quiere decir que debamos pasar al otro extremo y no hacerle ni caso a nuestra pareja. Hombre, si la tenemos es para estar con ella y disfrutar de su compañía, ¿no? Que tampoco es un tamagochi que si muere por falta de cuidados lo reiniciamos y listo… Claro que hay que estar por nuestra pareja. Toda relación, de pareja u otro tipo, necesita alimento y sin él muere. Ese alimento es el tiempo que compartimos y su calidad. Al igual que estamos por nosotras, nos preocupamos por nuestros asuntos y por cómo estamos (porque lo hacéis, ¿verdad? Que no me entere yo de lo contrario…), también debemos prestarle atención a estos aspectos de nuestra pareja. Por ella, incluso, podemos realizar algún pequeño sacrificio. Pero cuidado, hay que valorar de qué se trata, pensar muy bien si estamos dispuestas a hacerlo y sabed que no debemos sacrificar algo muy importante para nosotras por otra persona eternamente. 



    Mirad, os pondré un ejemplo. Tengo una amiga que hace mucho tiempo desea irse a vivir ella sola un par de meses a otro país y no lo ha hecho por no dejar su pareja aquí. Es comprensible, pues no sólo se trata de estar lejos de la pareja y el dolor que conlleva… Socialmente se piensa que somos las mujeres las que debemos sacrificarnos. Así que para ella más presión. Yo creo que debería plantearlo, sentarse con su pareja y hablarlo.¡Que tampoco se irá veinte años! Como este caso, tantos otros e incluso con temas menos complicados. Está muy bien cuidar de los demás y crear vínculos pero lo primero de la lista debemos ser nosotras, atender a lo que queremos y exponérselo a nuestra pareja desde el diálogo 



 Seguro que nos entiende. Bueno, nos entenderá siempre que no se trate de querer hacer surfing sobre el ala de un avión en marcha jaja. Ya me entendéis, dentro de la sensatez todo se puede hablar. De hecho un sistema de relación no dependiente se caracteriza por el fomento de la expansión individual, la confianza, la comprensión, el apoyo en proyectos personales…
     Un rasgo de las relaciones dependientes es que se suele idealizar a la otra persona y justificar absolutamente todo lo que hace. Esto es peligroso porque acabamos justificando conductas que nos dañan. Nuestra pareja no es perfecta, ¡como nadie lo es! Y si hace algo que no nos gusta debemos decírselo. Eso sí, también deciros que si no os aporta gran cosa, si no tenéis ganas de estar con ella… tendréis que planteároslo por mucho que la queráis. El amor no es suficiente para mantener una relación a flote, el respeto, la comunicación y la sana alegría son claves para la camaradería amorosa por la que abogamos desde este blog.

     Hay algo que no nos suelen contar las canciones de pop… Mucho “eres mi vida entera” y demás mentiras (arghh que me vuelvo a sulfurar) pero pocas nos rebelan la GRAN verdad: debemos aprender a ser independientes, a autodescubrirnos y ser auténticas. Debemos querernos y tenemos que hacer un auténtico trabajo de autoestima y autorrespeto que nadie más hará por nosotras. Eso sí que es primordial, y no el tener pareja. Tener pareja puede ser algo muy bonito. Aquella persona con la que compartes una parte importante de tu vida, incluída la intimidad, alguien que te ayuda a crecer y te respeta. Pero ella no te va a completar, no será “tu media naranja” ni será “tu religión”. Ocupará un lugar importante en tu vida, compartirá momentos enormes contigo. Pero quien te hará única eres solamente tú.

   

     Algo a tener en cuenta por la importancia que supone creer lo contrario es pensar que el cambio social no supondrá la terminación feliz de todas las marginaciones femeninas. El Estado extiende los tentáculos de su poder sobre tres pilares sociales fundamentales: el mundo laboral, el familiar y el educativo. Para esto necesita ejercer su fuerza sobre la mujer pero, como hay muchas facetas de la cotidianidad que se le escapan, ha buscado el apoyo del hombre convirtiéndolo en su cómplice. Éste es manipulado para que ejerza por delegación su fuerza sobre la mujer.

Nos queda esa esperanza..

¿Por qué el hombre se presta a este juego? Sencillamente, porque el rol en que ha sido educado (y aquí las mujeres, como primeras educadoras, tendrían que iniciar su "mea culpa"), le permite identificarse con el poder. Cualquier varón, aun el más oprimido y ansioso de libertad, ve en el poder una tentación y un objetivo a alcanzar. Sin embargo, la mujer (y aquí no caben las excepciones que todos conocemos) acostumbrada a padecer el poder sobre su cabeza, lo analiza desde la realidad de su vivencia cotidiana y puede verlo con la cotidianidad que da la lejanía. Ella sabe por experiencia que el poder en sí mismo supone la castración, la negación de la libertad.
    El tipo de relación que la mujer se ve obligada a mantener con su entorno, es decir, los roles de esposa y madre que la sociedad patriarcal ha establecido para ella, hace que asuma los valores ideológicos dominantes a través de la educación, entendida como tal no sólo la escolarización, sino la socialización global.
Esto es lo correcto, los sueños y las metas son la manera que tiene Satán de distraerte de hacer la cena

   Es verdad que la mujer está accediendo cada vez más al mundo de la cultura, que ha entrado masivamente, no sólo en la enseñanza media, sino también en la universitaria, pero también es verdad que, empeñada en que siga conservando sus roles, la sociedad patriarcal la ha encaminado mayoritariamente hacia disciplinas consideradas humanísticas, en tanto que a los varones les ha incitado a las técnicas. Esto ha ocasionado que las humanidades estén devaluadas y que nos encaminemos hacia una enseñanza cada vez más técnica y práctica.
    La preparación intelectual que el poder concede a la mujer, intenta situarla en un segundo plano y sirve como pretexto para impedir su avance social. Su incorporación tiene así un carácter subsidiario, es decir, cuando el hombre no puede trabajar, los ingresos masculinos son escasos o la mujer no tiene pareja que la apoye económicamente.
Sin embargo, la actual esclavitud de la mujer tiene unas connotaciones muy particulares. En cualquier caso de opresión, la lucha termina con la liberación del individuo subyugado. Sin embargo, en el caso de la liberación femenina, no ocurre así. Ella no desea romper los lazos que la unen a su opresor. Por este motivo, la mujer que debe liberarse del varón ha de enseñar a éste a liberarse de sí mismo. La liberación de la mujer no se agotará, por tanto, en sí misma, sino que tendrá que extrapolarse al varón si quiere ser eficaz. Y este es uno de los más importantes retos que tendrá que asumir.

Imagen de Roberto Ncar

Es posible que, sin ella misma percibirlo, la mujer actual esté poniendo los cimientos de una sociedad nueva, pero el verdadero cambio tiene que realizarse en su interior para continuar después en el interior del hombre.
Sólo cuando él aprenda a resistir la tentación del poder, cuando aprenda a contemplarlo con una mirada más objetiva y libre que le permite su actual implicación, lograremos los dos géneos unidos nuestros objetivos, que no son contrapuestos, sino convergentes.


Tal vez algún día, el varón se decida a no ejercer ninguna clase de poder sobre la mujer y no coarte su libertad, ya que ningún género puede ser realmente libre si no lo es el otro. Y porque la sociedad libre, justa e igualitaria con que todos y todas los que aspiramos al anarquismo soñamos, no podrá conseguirse jamás si la mitad de la humanidad permanece en silencio subyugada por la otra mitad.


EL ANARCOFEMINISMO COMO ASUNTO DE CONCIENCIACIÓN DEL SER

Los principios de una sociedad liberada están claros frente a nosotras.

El anarco- feminismo significa la independencia y la libertad en igualdad de condiciones para hombres y mujeres. Una organización y vida social donde nadie sea superior o inferior a nadie y todos estemos en un mismo nivel, tanto mujeres como hombres, en todos los planos de la vida social incluso los privados.

El anarco- feminismo implica que las mujeres decidan por ellas mismas y se hagan cargo de sus propias problemáticas, individualmente en asuntos personales, y en conjunto con otras mujeres en asuntos que competan a varias.



En aquellos asuntos que conciernan a ambos sexos las mujeres y hombres decidirán esencial y concretamente en igualdad de condiciones.

     Las mujeres deben poder decidir sobre sus propios cuerpos, en todos aquellos aspectos que tienen que ver con la anticoncepción y el nacimiento de los hijos. La lucha en contra de la dominación machista debe ser dada en un sentido individual y colectivo, para acabar con las actitudes de propiedad y control sobre las mujeres, así como con las leyes represivas; buscando la independencia y autonomía económica y social. 

     Se deben promover los centros de ayuda, los talleres, los grupos de estudio y discusión, las actividades culturales de las mujeres, etc, con una gestión y dirección de las propias mujeres. La familia tradicional, nuclear y patriarcal debería ser reemplazada por una libre asociación entre hombres y mujeres basada en la igualdad de derechos para decidir y con respeto por la autonomía e integridad personal. Los estereotipos sexuales en la educación, en los medios de comunicación y en los lugares de trabajo deben ser abolidos. El compartir rigurosamente los trabajos cotidianos, la educación y la vida doméstica, es una medida adecuada.




                                                                                            Textos extraidos de:Tierra Y Libertad
 Por  Mª de los Ángeles García Maroto
 

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