Los padres nos toman como el horno de sus hijos, el elemento por el que debe pasar su especie para perpetuarse.
La incubadora inerte y necesaria.
Menstruamos desde edades tempranas, nos crecen los pechos, nos hinchamos, tenemos ciclos hormonales y dolores de regla que nos preparan para el parto, las caderas se nos ensanchan, albergamos hijas en el vientre y las formamos durante nueve meses en nuestra panza gigantesca, hasta que lo parimos para alimentarla de nuestro propio pecho, ¿En serio tenéis algo que decir?
La necesidad de dejar en herencia sus bienes, convierte a la mujer en propiedad privada del hombre. Se apropian nuestra libertad sexual para estar seguros de quienes son sus vástagos y nos vende la idea de que la reproducción de la vida depende de dos. Deciden y legislan sobre nuestros anticonceptivos, sobre el aborto o sobre la manera de parir, enseñan a todo el mundo que en las circunstancias más naturales (como son el embarazo o la menstruación) debemos ser infantilizadas y jamás tomadas en serio. Incluso nosotras mismas lo creemos.
Pero os voy a contar una cosa, no os necesitamos.
Me da la risa con vuestra idea de que para fabricar vida, el papel del hombre es decisivo e indispensable; como si elimináramos los fines reproductivos fuerais a dejar de querer follarnos.
Para evitar la destrucción de vuestro mundo androcentrista, ejercéis un control sobre las mujeres, y cuando ese discurso empieza a cojear os acogéis a la vacía palabra de la igualdad.
Ahora sí, que ahora interesa.
Si una mujer ejerciera su plena libertad sexual, manteniendo relaciones con las personas que ella deseara y decidiera quedarse embarazada, es SU embarazo.
Libre para continuarlo ella sola o no, para acabar con él o seguir adelante, libre para decidir sobre su cuerpo todo lo que le de la gana.
¡Que vivan las maternidades subversivas!
Y aquí tenemos un ejemplo...
Belladonna
Esta actriz, conocidísima en la industria comercial del porno, es una de los potenciales más potentes de postporno que he encontrado. Renuncia al papel que tenían para ella y hace lo que le da la gana. Una delicia.
¡Que viva la empoderación de la mujer en el porno mainstream! La sonrisa de Belladonna nos trae la dimensión pornográfica del embarazo y la maternidad. Enamora.
Trata el embarazo y la maternidad, sobre todo el periodo de lactancia, como estadios de hipersexualidad, que durante años se han empeñado en demoler, destrozar y borrar.
¡Que viva la empoderación de la mujer en el porno mainstream! La sonrisa de Belladonna nos trae la dimensión pornográfica del embarazo y la maternidad. Enamora.
Trata el embarazo y la maternidad, sobre todo el periodo de lactancia, como estadios de hipersexualidad, que durante años se han empeñado en demoler, destrozar y borrar.
El deseo sexual de las madres es tabú y además da asco. Pero Belladonna es mágica y muestra sus orgasmos a través de la extracción de leche materna o el parto como el momento más pornográfico de su vida. No es sólo arte, también es denuncia.
La maternidad como acto político
Como feministas, debemos rescatar el acto político de parir. Lo anterior no significa que la maternidad se convierta en una imposición para todas las mujeres. Más bien se trata de asegurarle a aquellas mujeres que opten por la maternidad el acceso a la información que le permita decidir apoderadamente y tomar control de su cuerpo, de su gestación y su parto. Además, entiendo esencial, como feminista, abogar por un parto humanizado que permitan a la madre y al hijo vivir esta experiencia de manera pacífica y respetuosa.
Rescatar la maternidad como acto político implica tomar control de nuestro cuerpo y resignificarla. Deconstruir el discurso de la maternidad permite que se le devuelva a las mujeres el dominio de un terreno que ha sido controlado por el patriarcado a través de las políticas del cuerpo femenino promulgadas y promovidas por el Estado. De igual manera, vivir la maternidad como experiencia y no como institución conlleva reconocer la diversidad de opciones a la hora de experimentarla y evitar la imposición de una única manera de ser madre característica del patriarcado. No existe un único modelo de madre como tampoco hay un modelo de mujer. Ambos conceptos son plurales y diversos.
Los nuevos modelos de crianza y parto encierran en sí mismos un enorme potencial subversivo.
A diferencia de Badinter, quien los ve como nuevas maneras de esclavizar a las mujeres, las maneras en que las mujeres hemos empezado a parir y a criar suponen nuevas visiones sobre la maternidad. Estos arquetipos –lejos de aproximarse a los modelos tradicionales– encarnan la búsqueda de otros tipos de arreglos políticos basados en el apego, la solidaridad, la comunidad, ...., entre otros.
También creo que no debemos caer en la trampa de la sociedad patriarcal que supone que la crianza de los hijos e hijas debe relegarse al ámbito de lo doméstico y, en consecuencia, a las mujeres. La maternidad, como institución, le ha servido bien al estado moderno porque ha actuado como un dispositivo de control y disciplina del cuerpo femenino.
Sirvió, además, para relegar a las mujeres al ámbito de lo privado y desanimar su participación en la cosa pública. Los modelos de crianza tradicionales, autoritarios y disciplinarios, no son otra cosa que reproductores del orden simbólico patriarcal. No es casual que ante estos nuevas formas de relacionarnos y criar a nuestros hijos e hijas se levanten todas las banderas, especialmente las del Poder. Trasladar la experiencia maternal al ámbito de lo público le devuelve todo el potencial político del cual la quisieron despojar.
La maternidad lésbica
La maternidad entre lesbianas rompe con la concepción de maternidad tradicional, con el mito de que para ser una “auténtica” madre (o padre) hay que serlo de forma biológica, defiende Inmaculada Mujika, socióloga y psicóloga de Aldarte .”El hecho de estar implicado biológicamente en la parentalidad de un menor no hace más madre (o padre) al adulto sobre el que no lo está. Es un gran error pensar lo contrario y ésta es la cuestión que puede llevar a un gran sufrimiento y tener efectos negativos en la criatura, sobre todo cuando la madre que no la ha parido no goza de una maternidad tan reconocida o legitimada como la madre que sí ha parido”. Por ello, Mujika rechaza distinciones entre madre biológica y madre no biológica, “que nada aportan de cara al buen ejercicio de la maternidad.”
Gloria (más conocida en la blogosfera como Hester Prynne) es la autora del blog La letra escarlata, en el que escribe sobre cuál fue su experiencia para poder ayudar a otras mujeres lesbianas. ”Intentos sin resultado, desesperación cuando los meses se convirtieron en un año y en más, la preocupación constante de que se nos terminase el dinero y no pudiéramos continuar buscándolo… El cambio de mentalidad ha sido también lento y trabajoso. La madre del corazón, que soy yo [aboga por sustituir por éste el término "madre no biológica"], observa el crecimiento del vientre de su pareja, reivindica su papel ante los médicos que le miran con ojos interrogantes, cocina para la embarazada y ese ser pequeñito que se va transformando poco a poco en bebé y hace todo lo posible para cuidarles a los dos, a su familia, a esa persona y media que son lo más importante de su vida”.
Susana Ronga también resta importancia al vínculo biológico: “Lo importante es prepararse para la función de criar a un hijo, para poder responder a sus necesidades, para brindarle el afecto y la contención necesarios”
Textos extraídos de: Feministas acidas, 80grados,Pikara Magazine
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